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'Dobles vidas': el delicioso arte francés del adulterio
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'Dobles vidas': el delicioso arte francés del adulterio

Olivier Assayas convierte la crisis que provoca el nuevo paradigma digital en la industria del libro en una sofisticada comedia de enredos

Foto: Juliette Binoche y Vincent Macaigne en la última película de Olivier Assayas, 'Dobles vidas'. (Bteam)
Juliette Binoche y Vincent Macaigne en la última película de Olivier Assayas, 'Dobles vidas'. (Bteam)

A primera vista, 'Dobles vidas' ofrece una atenta radiografía de los sismos que está generando la cultura digital en el mundo de la edición bibliográfica y la creación literaria. Alain (un muy adecuado Guillaume Canet) es un editor de mediana edad al mando de una firma con un catálogo histórico y un enorme prestigio. Ahora se ve en la encrucijada de adaptar la editorial a los nuevos tiempos (disminución en las ventas, libro electrónico, generaciones cada vez menos acostumbradas a la lectura en papel...), pero no quiere renunciar a esa forma histórica de entender la cultura que siempre ha presidido su trabajo. En el prólogo del film, lo vemos atendiendo a uno de sus autores habituales, Léonard (Vincent Macaigne), a quien acaba anunciando que desestima su nuevo manuscrito. Además de dejar patente de qué manera tan elegante y civilizada un intelectual parisino manda a alguien a la mierda sin mancharse los dedos, esta introducción presenta al otro protagonista masculino del film, un escritor de autoficción de relativo éxito que subsiste en parte gracias al salario de su pareja.

El editor Alain y el escritor Léonard representan los dos polos de un mundo editorial en periodo de crisis. Ya no son jóvenes pero tampoco viejos, así que se encuentran ante una variación del paradigma que afecta su forma de entender el mundo en un momento en que todavía les queda cierta capacidad de adaptación. En la primera parte de 'Dobles vidas', Assayas encadena a su alrededor diversas conversaciones y situaciones que plasman estos cambios. Alain debate con sus colegas y ayudantes más jóvenes los pros y contras de la globalización digital: ¿ha sustituido el algoritmo de Google al crítico literario como prescriptor?, ¿la gente escribe más y mejor aunque sea en internet?, ¿son los tuits los haikus del siglo XXI?, ¿internet supone una utopía democrática que ofrece acceso libre a todo el conocimiento del mundo o representa por el contrario un dispositivo del capitalismo global que se apropia de todo nuestro saber para convertirlo en una mercancía?

placeholder Juliette Binoche y Guillaume Canet en 'Dobles vidas'. (Bteam)
Juliette Binoche y Guillaume Canet en 'Dobles vidas'. (Bteam)

Léonard por su parte comprueba en sus propias carnes que los encuentros con el público han perdido su condición unidireccional (gente escuchando atenta y llena de admiración a un escritor) y han adquirido un nuevo cariz desde que los lectores no tienen problemas en recriminarle a un autor cualquier asunto y de paso hacerse eco de las polémicas generadas en torno a su obra en las redes sociales.

Juliette Binoche encarna a una actriz que ha aparcado su carrera en el teatro para protagonizar una serie televisiva policiaca

Los debates que desgrana la película son de sobras conocidos, pero Assayas sabe desplegarlos con su habitual finura literaria, calado cultural y fluidez rítmica. Así, el film se desarrolla en su primera parte como una panorámica por este mundo literario en crisis que avanza a partir de los diálogos, aunque por momentos la dialéctica se polariza demasiado entre apocalípticos e integrados. Como complemento a este cambio de paradigma cultural, Selena (Juliette Binoche), la esposa de Alain, encarna a una actriz que ha aparcado su carrera en el teatro para protagonizar una serie televisiva policiaca de esas "que siempre tienen muy buenas críticas", como señala con cierta sorna ella misma.

placeholder Juliette Binoche en otro momento de 'Dobles vidas'. (Bteam)
Juliette Binoche en otro momento de 'Dobles vidas'. (Bteam)

Lejos de ahondar en un posible drama en torno al declive del mundo editorial tal y como lo conocíamos, 'Dobles vidas' se va moviendo poco a poco hacia el terreno de la comedia sofisticada de enredos. Ya en su primera parte, la película está llena de sutiles chanzas sobre la intelectualidad, por ejemplo a costa del concepto de autoficción. Como si quisiera quitar gravedad a ese entorno típicamente parisino de próceres de la cultura que mantienen elevadas discusiones con una copa de vino tinto en la mano, Assayas nos va descubriendo los líos, dobles vidas y engaños en que se meten los personajes. Todos sin perder esa compostura típicamente francesa ante el arte del adulterio. A medida que la película se convierte en un vodevil de la alta cultura, el director también parece constatar que el progresivo cambio hacia el paradigma digital tampoco conduce a un apocalipsis inmediato y absoluto.

La película se convierte poco a poco en un vodevil de la alta cultura

Olivier Assayas siempre se ha sentido interesado por las mutaciones provocadas por el nuevo paradigma digital. En 'Demonlover' las convertía en el centro de un 'thriller' de ciencia-ficción, mientras que en su film anterior 'Personal Shopper' planteaba hasta qué punto es posible rodar una película de fantasmas en la era de internet y nos regalaba una excelente escena de asedio espectral vía SMS. Al mismo tiempo, su obra está marcada por la conciencia de entroncar con una idea de la cultura de largo recorrido histórico pero futuro incierto. Sus películas ponen de manifiesto su propia herencia con algún tipo de tradición artística, ya sea a través de citas explícitas a referentes cinematográficos como en 'Irma Vep' o 'Viaje a Sils Maria' o a través de la reflexión sobre el tema de legado como en 'Las horas del verano'.

placeholder Cartel de 'Dobles vidas'.
Cartel de 'Dobles vidas'

'Dobles vidas' conecta estas dos inquietudes de la filmografía del francés, y por momentos la película funciona como su profesión de fe a ese concepto de la cultura que hasta hace poco parecía inmutable. En cambio, ese giro hacia la comedia resulta una novedad en su trayectoria. Y, aunque siempre se agradece que un director explore otros registros, su vena vodevilesca no resulta del todo convincente. 'Dobles vidas' encuentra sus mejores momentos cuando se equilibra el jugoso debate en torno al cambio de paradigma cultural con la desmitificación irónica de los integrantes de ese mundillo.

Foto: Carlos Santos, David Verdaguer y Ernesto Sevilla en 'Lo dejo cuando quiera'. (Sony)
Foto: Fotograma de 'El día que vendrá'. (Fox)

A primera vista, 'Dobles vidas' ofrece una atenta radiografía de los sismos que está generando la cultura digital en el mundo de la edición bibliográfica y la creación literaria. Alain (un muy adecuado Guillaume Canet) es un editor de mediana edad al mando de una firma con un catálogo histórico y un enorme prestigio. Ahora se ve en la encrucijada de adaptar la editorial a los nuevos tiempos (disminución en las ventas, libro electrónico, generaciones cada vez menos acostumbradas a la lectura en papel...), pero no quiere renunciar a esa forma histórica de entender la cultura que siempre ha presidido su trabajo. En el prólogo del film, lo vemos atendiendo a uno de sus autores habituales, Léonard (Vincent Macaigne), a quien acaba anunciando que desestima su nuevo manuscrito. Además de dejar patente de qué manera tan elegante y civilizada un intelectual parisino manda a alguien a la mierda sin mancharse los dedos, esta introducción presenta al otro protagonista masculino del film, un escritor de autoficción de relativo éxito que subsiste en parte gracias al salario de su pareja.

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