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'Superempollonas': convertir una comedia adolescente en un peliculón es posible
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'Superempollonas': convertir una comedia adolescente en un peliculón es posible

La actriz Olivia Wilde debuta como directora con una alocada comedia adolescente en torno a dos mejores amigas que deciden desmadrarse el último día del instituto

Foto: 'Superempollonas'.
'Superempollonas'.

Tras años condenados a ser meros personajes secundarios, los empollones, los marginados de la clase y los frikis empezaron a dominar las ficciones cinematográficas y televisivas a partir de la década de los 80, cuando reclamaron su derecho al protagonismo y a la diversión desde un registro de comedia que muchas veces subvertía el 'statu quo' a través de un humor grosero y desenfrenado. ¿Todo el 'statu quo'? No, la mayoría de este tipo de comedias privilegiaban un punto de vista masculino y heterosexual profundamente conservador en su visión de las chicas como meros objetos del deseo. Incluso la llamada 'nueva comedia americana' se definió en sus inicios como una corriente en la que el miedo a la madurez, eje de todos sus films, se concebía como una angustia intrínsecamente masculina.

A partir de títulos como 'La boda de mi mejor amiga', las mujeres adultas también han empezado, al fin, a desmadrarse en el cine estadounidense. Al otorgar el protagonismo a un par de amigas poco convencionales, 'Superempollonas', la ópera prima como directora de la actriz Olivia Wilde (la doctora Trece de la serie 'House'), pone en evidencia hasta qué punto se había normalizado también la falta de personajes femeninos alternativos como centro de la narración en las comedias de instituto.

Una de las grandes virtudes de 'Superempollonas' es que no juega a la mera inversión de roles, es decir no plantea el mismo tipo de comedia juvenil masculina pero esta vez protagonizada por chicas. Por el contrario, redefine algunas de las rutinas más asentadas en este género. Wilde y sus cuatro guionistas (Emily Halpern, Sarah Haskins, Susanna Fogel y Katie Silberman) imaginan dos amigas estudiosas que desprenden un gran encanto precisamente porque no se avergüenzan de serlo ni renuncian a su carácter para caer más simpáticas al resto de la clase. El atractivo de Amy (Kaitlyn Dever) y Molly (Beanie Feldstein) reside también en la autosuficiencia de su amistad. El film arranca con una especie de baile ritual de bienvenida mutua que se dedican cuando se encuentran por la mañana para ir al instituto, una rutina que animaría la jornada a cualquiera.

Ambas disfrutan tanto estando una con la otra que pueden afrontar así la desconexión con el resto. Lo que no significa que también se expliquen sus aspiraciones románticas. Amy está colada por otra chica del instituto, Ryan (Victoria Ruesga), mientras que Molly se da cuenta de que le gusta uno de sus colegas. Hasta que ese mismo día, en el que acaban el instituto, Molly oye en los lavabos lo que los alumnos piensan de ella. Y de paso descubre que esos estudiantes a las que ellas han despreciado porque se dedicaban a la juerga en lugar de centrarse en el estudio han conseguido entrar igualmente en universidades de prestigio. Así que ambas deciden recuperar todo el tiempo perdido sin divertirse y se apuntan a la fiesta que organizan unos colegas. Su primer problema, sin embargo, será encontrar la fiesta en cuestión...

placeholder 'Súper Empollonas'
'Súper Empollonas'

Tras la potente introducción de los personajes, 'Superempollona's se estructura en su primera mitad como una de esas comedias en las que los protagonistas intentan llegar sin éxito a un objetivo final hasta el punto de que sus múltiples tribulaciones en el camino resultan mucho más divertidas que lo que promete el destino en cuestión. Olivia Wilde demuestra su aptitud para la comedia a la vez trepidante y absurda en este tramo en que las chicas encadenan una situación disparatada tras otra, al tiempo que la trama incorpora al mejor personaje secundario del film, Gigi (Billie Lourd), la chica que acaba apareciendo en todas partes sin que se sepa muy bien cómo ha conseguido llegar siempre la primera hasta allí.

La fiesta supone el punto culminante de 'Superempollonas', ese espacio narrativo donde se despliegan todas las posibilidades sentimentales y donde se pueden ver frustradas todas las expectativas. También es la secuencia donde queda patente que 'Superempollonas' parte de la actualización de los códigos de la comedia juvenil para acercarse en algunos aspectos a la renovación de la comedia dramática indie que han llevado a cabo directoras como Greta Gerwig, sobre todo en lo que a otorgarle el papel central del conflicto dramático a la amistad entre dos mujeres se refiere, y plasmar cómo la ruptura entre dos amigas resulta mucho más dolorosa que cualquier desengaño romántico.

Aquí no hay el típico trío de abejas reina que miran con desdén al resto de chicos y chicas ni el deportista guaperas ni el 'geek' marginado

En su replanteamiento de muchos de las inercias de las comedias de instituto, 'Superempollonas' invita igualmente a superar los roles estereotipados que han configurado el género. Aquí no hay ni el típico trío de abejas reina que miran con desdén al resto de chicos y chicas (este rol llegó a su zenit de la mano de Rachel McAdams como Regina George en 'Chicas malas', título de culto en su deconstrucción antropológica de las dinámicas de este tipo de comedias), ni el deportista guaperas ni el 'geek' marginado. Esta redefinición se lleva a cabo en parte a partir del propio proceso que viven las protagonistas para escapar de la fama de empollonas sin gracia que se han ganado a pulso. Pero también por cómo se derrumba la imagen llena de prejuicios que Molly y Amy tenían de otros estudiantes.

placeholder Cartel de 'Súper Empollonas'
Cartel de 'Súper Empollonas'

Hay una reivindicación muy poderosa en el primer perfil de Molly y Amy como las chicas repelentes y orgullosas de serlo. Ese es su gran encanto. Cuando, además, deciden ser divertidas como el resto del mundo, abrazan cierta renuncia a su diferencia, por mucho que su decisión tenga algo de liberador para ambas. Olivia Wilde marca distancias respecto a las políticas de identidad de la comedia adolescente al proponer en 'Superempollonas' una mirada mucho más democrática y diversa en que ningún personaje se ve forzado a cumplir un rol arquetípico ni a ejercer de antagonista malvado (excepto por el asesino en serie que anda suelto). Todos los personajes tienen su momento de redención o su segunda oportunidad para subsanar errores, todos tienen sus razones y aspiran a ser comprendidos. De aquí surge buena parte de la originalidad y fuerza del film, pero también su mayor inconveniente, esa idea de conseguir la aceptación de la mayoría como un logro al que siempre hay que aspirar.

Foto: 'Minsommar'.
Foto: Ingrid García Jonsson y Óscar Martínez en 'Yo, mi mujer y mi mujer muerta'. (ConUnPack)

Tras años condenados a ser meros personajes secundarios, los empollones, los marginados de la clase y los frikis empezaron a dominar las ficciones cinematográficas y televisivas a partir de la década de los 80, cuando reclamaron su derecho al protagonismo y a la diversión desde un registro de comedia que muchas veces subvertía el 'statu quo' a través de un humor grosero y desenfrenado. ¿Todo el 'statu quo'? No, la mayoría de este tipo de comedias privilegiaban un punto de vista masculino y heterosexual profundamente conservador en su visión de las chicas como meros objetos del deseo. Incluso la llamada 'nueva comedia americana' se definió en sus inicios como una corriente en la que el miedo a la madurez, eje de todos sus films, se concebía como una angustia intrínsecamente masculina.

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