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'Yalda': todos los países tienen su Rociito televisivo
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'Yalda': todos los países tienen su Rociito televisivo

Seleccionada en la sección Generation 14 del Festival de Berlín, llega a España este drama sobre la televisión y el espectáculo basado en hechos trágicos de la vida cotidiana

Foto: Una imagen de 'Yalda, la noche del perdón'. (Avalon)
Una imagen de 'Yalda, la noche del perdón'. (Avalon)

España entera en vilo con 'Rocío', el programa con el que Rocío Carrasco, Rociito, pretende sanar las heridas y poner en el foco mediático una problemática social tan profunda y abrasivo como el de los malos tratos. Rocío, sentada en una silla, cuenta frente a la pantalla los 20 años de maltratos físicos y psicológicos a los que le sometió su exmarido Antonio David. La catarsis. Rocío se desahoga. El público se emociona. La cadena de televisión que más horas de directo ha concedido al ahora acusado de maltrato para sus exabruptos expía sus pecados pasados con la mirilla apuntándole para convertirse en punta de lanza del progreso social. Telecinco, la cadena que cebaba las horas y horas de entretenimiento vacío y escándalo con sus "puta", "loca", "cornuda", ahora escenifica un acto de contricción que resuena en todos los televisores, sin haber contado muy bien si hay sitio para esconder todos los cadáveres bajo la alfombra. Espectáculo carroñero, coprofagia a la que nos entregamos muchos, no sin vergüenza. La era del telepopulismo.

Todos los países tienen su Rociito. Lo que en España son los malos tratos, en cualquier otro país puede ser el embarazo adolescente o el narcotráfico. La televisión tiene la fascinante capacidad de hacer protagonista cualquier problemática para luego trivializarla y convertirla en pura filfa, en puro cotilleo. Y de esto habla el director iraní Massoud Bakshi en 'Yalda: la noche del perdón', seleccionada en la Berlinale de 2019, y en la que la banalización catódica plantea un dilema más extremo, ya que hablamos de un país en el que la posición de la mujer en la sociedad es mucho más comprometida que la de las españolas: Maryam (Sadaf Asgari) sale de prisión para asistir a un programa de televisión en su última oportunidad para conseguir el indulto de su condena a muerte por haber matado accidentalmente a su marido, mucho mayor que ella. Para no morir ejecutada, necesita conseguir el perdón en directo de Mona (Behnaz Jafari), la hija de su difunto marido.

El término 'yalda', en Irán, se refiere a la noche más larga del año, el 21 de diciembre, y según la tradición representa la lucha entre las fuerzas del bien (el día, la luz) y las fuerzas del mal (la noche, la oscuridad). 'Yalda: la noche del perdón', se inspira, al parecer, en un programa real de la televisión iraní que lleva emitiéndose décadas. En la película, el programa se dedica a seleccionar casos de condenados a muerte para que ellos mismos, con su relato, intenten convencer al público de que deben seguir viviendo.

Con una estética minimalista, la cámara muy pegada a la actriz protagonista y recurriendo a los códigos televisivos —teleobjetivo, aspecto 1:85, planos estáticos—, el director plantea cómo el lenguaje de la telerrealidad ha dinamitado la frontera entre ficción y realidad y cómo el público e incluso las víctimas participan de un juego en el que, al final, la suma de representaciones diluye las verdaderas problemáticas. A cualquiera que haya visto un programa de 'Sálvame', pongamos, le resultará familiar la estrategia de, en medio de un discurso que apela a las raíces de la emoción, colocar el anuncio de un sorteo en el que la audiencia puede participar y que sirve para engordar los beneficios de la cadena, pero, sobre todo, para que los espectadores se sientan implicados y partícipes del 'show'.

placeholder Imagen de 'Yalda'. (Avalon)
Imagen de 'Yalda'. (Avalon)

"Si creen que Maryam Komijani merece ser perdonada, manden 1 al 30001. Si no, envíen el número 2. Al final del programa, si el 1 supera los cinco millones, nuestro patrocinador económico pagará la mitad de la compensación económica a la familia de la víctima. Si se obtienen nueve millones de votos, se la pagará íntegra", recuerda el presentador del espacio, vestido con esmoquin a la manera occidental, mientras a su alrededor todas las mujeres portan 'hiyab'. Frente a la cámara, Maryam debe convencer a su hijastra —bastante mayor que ella— de que la perdone, mientras el presentador intenta llevar la conversación hacia frivolidades o cuestiones más escabrosas.

Pero en el relato de Maryam subyace un trasfondo mucho más cruel en el que se normaliza el papel sometido de la mujer al hombre en la sociedad iraní, y también el uso interesado que se hace de esos roles de poder. Encoge el estómago cuando el presentador impele a la joven a contar la primera vez que conoció a Mona (y al que fue su marido, se sobreentiende) y la chica contesta que la primera vez que se vieron tenía seis años y que ella era la hija de su chófer. Poco a poco, el director va desenterrando las ganancias espúreas que la situación límite que vive Maryam ofrece a su entorno y que tienen que ver con la indefensión de una mujer ante la ley frente a su marido y frente a cuestiones controvertidas para la religión como el aborto.

placeholder La hija del muerto, antes de salir a plató. (Avalon)
La hija del muerto, antes de salir a plató. (Avalon)

Ganadora del Premio del Jurado en la sección de Cine del Mundo de Sundance, 'Yalda: la noche del perdón' es una crítica a la cultura televisiva, que ya ha trascendido la pantalla y que determina nuestra forma de relacionarnos con la realidad, si por realidad entendemos el espacio físico no simbólico, lo que quiera que sea eso hoy. Una pequeña joyita que, con muy pocos elementos, acierta a señalar el papel que representamos cada uno en nuestro 'Rociito' particular.

Foto: Un fotograma de 'Earwig y la bruja'.
Foto: Un fotograma de 'Chaos Walking'.

España entera en vilo con 'Rocío', el programa con el que Rocío Carrasco, Rociito, pretende sanar las heridas y poner en el foco mediático una problemática social tan profunda y abrasivo como el de los malos tratos. Rocío, sentada en una silla, cuenta frente a la pantalla los 20 años de maltratos físicos y psicológicos a los que le sometió su exmarido Antonio David. La catarsis. Rocío se desahoga. El público se emociona. La cadena de televisión que más horas de directo ha concedido al ahora acusado de maltrato para sus exabruptos expía sus pecados pasados con la mirilla apuntándole para convertirse en punta de lanza del progreso social. Telecinco, la cadena que cebaba las horas y horas de entretenimiento vacío y escándalo con sus "puta", "loca", "cornuda", ahora escenifica un acto de contricción que resuena en todos los televisores, sin haber contado muy bien si hay sitio para esconder todos los cadáveres bajo la alfombra. Espectáculo carroñero, coprofagia a la que nos entregamos muchos, no sin vergüenza. La era del telepopulismo.

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