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'Nop!': corre a ver esta joya del cine fantástico
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'Nop!': corre a ver esta joya del cine fantástico

Jordan Peele se confirma como una de las voces más originales del género de los últimos años. Entre el terror y el fantástico, Peele nos invita a creer

Foto: Daniel Kaluuya, Keke Palmer y Brandon Perea protagonizan 'Nop!', la película de Jordan Peele. (Universal)
Daniel Kaluuya, Keke Palmer y Brandon Perea protagonizan 'Nop!', la película de Jordan Peele. (Universal)

'Nop!' es otra de esas películas que requieren un acto de fe. Conocer previamente el argumento empaña ese juego anticipatorio entre el narrador y el espectador que rige esas historias que nadie ha pedido, que no están sujetas a la actualidad, que parten de premisas abracadabrantes que solo pueden gestar los genios o los locos. Asumir el riesgo sin el salvavidas del tráiler o de la lectura de este mismo texto y dejarse llevar, participar en el juego, aunque se pierda. Porque la última película de Jordan Peele o arrebata o decepciona. Y quien no espera nada, quien no presupone, no puede decepcionarse.

'Nop!' es una película profundamente lírica, de unas imágenes de una belleza plástica, casi mágica. Y, al mismo tiempo, es de una comicidad ágil, de un terror inesperado. Es un cuento de aventuras en el que los niños son adultos descreídos a los que la vida les ha arrollado. Spielberg con un punto de 'espeluzne' trágico. Es una sucesión de imágenes en las que lo paranormal —o anormal— se esconde a plena vista y nos invita a creer. Porque lo insólito quizás siempre ha estado ahí; simplemente no hemos sabido verlo.

Cómico de televisión —de programas con 'sketches'— reconvertido en guionista, primero, y en director solo desde 2017, Peele ha irrumpido en el cine de género como una extraña y efectiva anomalía que congrega al cinéfilo y a las masas en una misma sala: sus tres películas han sido número uno en la taquilla estadounidense, sus tres películas han llamado la atención de la crítica y sus tres películas han generado un pequeño-pero-ruidoso disenso en los medios especializados. Y lo que es innegable es que, con solo tres películas, ya ha perfilado y definido un estilo marcado en el que el terror es un vehículo para el empoderamiento de la cultura afroamericana, que siempre ha estado ahí, pero que hasta ahora no hemos sabido verla. ¿Cómo puede resultarnos chocante todavía hoy ver a un hombre negro montando a caballo? Y, sobre todo, ¿por qué?

placeholder Jordan Peele construye una película de 'survival' fantástico original y llena de ideas. (Universal)
Jordan Peele construye una película de 'survival' fantástico original y llena de ideas. (Universal)

Con su primera película, 'Déjame salir', Peele utilizó el supremacismo blanco como base para construir un relato de terror psicológico en el que invertía el punto de vista del miedo 'interracial' entre blancos y negros. Los productos culturales siempre han puesto el foco en una dirección, pero pocas veces se había visto en pantalla el pánico de un joven afroamericano (Daniel Kaluuya) caminando por un barrio pudiente blanco con la tensión de que cualquier gesto suyo puede ser malinterpretado y llevarlo a un encontronazo fatal con la policía. En 'Nosotros', planteó la posibilidad de un mundo dividido en dos mitades especulares, una superficial y una subterránea, en el que el anverso y el reverso de las mismas personas vivían separadas, los de la superficie con todas las comodidades, los de las profundidades en la miseria. Un análisis lúdico y estremecedor de las estructuras de la opresión: para que alguien viva bien, otra persona tiene que 'comer mierda'.

En 'Nop!', su película menos explícitamente reivindicativa, Peele ofrece un discurso más ambiguo y abierto sobre la sociedad del espectáculo, sobre el valor y las contrapartidas de nuestra atención, sobre lo atávico y animal de la lucha por el territorio. Y también sobre el poder de la fantasía para abrirse camino entre las grietas de la cotidianidad gris. O, quizás, si le preguntásemos al propio Peele, diría que se ha dejado arrastrar por el inconsciente y ha remendado imágenes como en un acto de escritura automática controlada. O yo qué sé. Pero el resultado es más de dos horas de pura hipnosis. Y, hasta aquí, los que quieran tirarse sin arnés a lo desconocido.

placeholder Niños prodigio, domadores de caballos y lo inesperado se juntan en lo último de Jordan Peele. (Universal)
Niños prodigio, domadores de caballos y lo inesperado se juntan en lo último de Jordan Peele. (Universal)

Los primeros minutos —créditos incluidos— de 'Nop!' son el establecimiento de las pistas con las que comienza el juego de Peele. Por un lado, un chimpancé en un decorado televisivo manchado de sangre. Por otro lado, los Haywood, una familia de domadores de caballos propietarios de un rancho decadente en Agua Dulce, en medio de un valle desolado y árido en los alrededores de Los Ángeles. Los Haywood presumen de ser los tataranietos de los trastataranietos —o algo así— del domador de caballos desconocido que aparece en las primeras imágenes en movimiento de la historia, las que tomó en 1872 Eadweard Muybridge, que, efectivamente, era negro y del que nunca se ha sabido el nombre. Después de un extraño incidente en el rancho, los hermanos Haywood, OJ (Kaluuya) y Emmerald (Keke Palmer), deciden colocar unas cámaras de seguridad en el perímetro del rancho y descubren que su terreno es el escenario de un hecho paranormal que, además, pone en peligro sus vidas. Y hasta aquí puedo leer.

Al igual que Muybridge se obsesionó con la imagen imposible, la de captar por primera vez el movimiento por medio de la imagen fija —lo que luego derivó en el cine—, los personajes de 'Nop!' también se obstinan en registrar en imágenes el fenómeno del que están siendo testigos. Y es en ese rancho perdido, en un paraje inhóspito entre el 'western' y la superficie de Júpiter, donde Peele hace chocar dos modelos de ver el mundo completamente diferentes: una industria del entretenimiento hipertecnológica y desnaturalizada, dominante frente a la artesanía y la tradición, frente a la pérdida de la ilusión, del espacio para que lo mágico se manifieste. Todo lo que tiene que ver con los Haywood y su vecino Jupe Park (Steven Yeun, que encadena un papelón con otro, últimamente), quien posee un poblado de atracciones del Oeste, parece semiabandonado por un público que ya no existe, al que ya no le interesa aquella fórmula de espectáculo cándido y sencillo que tanto encandiló a las generaciones desde el mito de la caverna.

placeholder La película se ha rodado en un rancho de Agua Dulce, en California. (Universal)
La película se ha rodado en un rancho de Agua Dulce, en California. (Universal)

Más allá de estas lecturas, lo que realmente atrapa de 'Nop!' es la atmósfera envolvente y misteriosa que entreteje con elementos costumbristas en la que la dislocación de la realidad se encuentra en los pequeños detalles: en medio del caos, un zapato en equilibrio; una nube que lleva seis meses detenida en el mismo sitio. Elementos que están a la vista, pero que exigen de la mirada de un público con una atención tan fragmentada y efímera que ha perdido la capacidad de asombrarse. Peele crea un espacio entre lo real y lo irreal a base de localizaciones naturales y efectos especiales que potencian una sensación de perpetua extrañeza, de limbo. Y lo caricaturesco de los personajes —todas las interpretaciones, soberbias—, que parecen sacados de un cómic, con los guiños a películas como 'Tiburón', con la capacidad de adelantarse al espectador e ir engañándolo en ese juego detectivesco hacen que 'Nop!' sea una película por la que dejarse empapar, como una tormenta de verano, para recuperar esa capacidad de fascinarnos con lo extraordinario.

'Nop!' es otra de esas películas que requieren un acto de fe. Conocer previamente el argumento empaña ese juego anticipatorio entre el narrador y el espectador que rige esas historias que nadie ha pedido, que no están sujetas a la actualidad, que parten de premisas abracadabrantes que solo pueden gestar los genios o los locos. Asumir el riesgo sin el salvavidas del tráiler o de la lectura de este mismo texto y dejarse llevar, participar en el juego, aunque se pierda. Porque la última película de Jordan Peele o arrebata o decepciona. Y quien no espera nada, quien no presupone, no puede decepcionarse.

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