Es noticia
'La mesita del comedor': si eres padre primerizo, no veas la mejor película de terror del año
  1. Cultura
  2. Cine
PLAN DE FIN DE SEMANA

'La mesita del comedor': si eres padre primerizo, no veas la mejor película de terror del año

La película de Caye Casas se estrenó en salas en 2023 con una recaudación de apenas 15.000 euros. Gracias a Stephen King, la película ha tenido una segunda (más bien primera) vida en Filmin

Foto: Estefanía de los Santos y David Pareja son los protagonistas de 'La mesita del comedor'. (Filmin)
Estefanía de los Santos y David Pareja son los protagonistas de 'La mesita del comedor'. (Filmin)

Sin un director de renombre (Caye Casas, Matar a Dios, 2017) ni actores demasiado conocidos (David Pareja y Estefanía de los Santos) ni un presupuesto medio (más bien bajo) y con un rodaje apretado de alrededor de dos semanas, el estreno el año pasado de La mesita del comedor pasó con más pena que gloria por las salas de cine: apenas 15.000 euros de recaudación para una película ganadora de varios premios en festivales internacionales de cine fantástico y de terror, como Tallin y Fantaspoa (el mayor festival de terror de América Latina). En el ámbito nacional, las selecciones fueron escasas.

La mesita del comedor estaba destinada a quedarse enterrada bajo la avalancha de títulos que se estrenan en España con mucho más apoyo mediático y, sobre todo, del público. Pero ha tenido que venir Stephen King a reivindicarla para encontrar una segunda vida (más bien primera) en las plataformas. El efecto La casa de papel. El efecto Bienvenido Mr. Marshall. Esa falta de autoestima (o paletez) ibérica que solo se subsana cuando un yanqui nos da una palmadita en la espalda. Filmin, siempre atento, aprovechó la recomendación de King en las redes para estrenar La mesita del comedor en su plataforma, tras lo que se ha convertido en un fenómeno de culto inmediato.

La mesita del comedor es una película modesta en sus medios pero ambiciosa en su construcción de la empatía del espectador con su protagonista. Es visceral y provoca un mal cuerpo lacerante y sostenido durante la hora que transcurre desde que ocurre el incidente hasta el final. Discreto y prudente a la hora de mostrar imágenes incómodas o repulsivas, Casas juega a enseñar lo mínimo al espectador y a estirar un suspense que parte de una premisa absolutamente realista y con la que es muy fácil identificarse: el miedo a la paternidad. O a ser un mal padre, más bien. Mientras cineastas como Alauda Ruiz de Azúa o Pilar Palomero han abordado las preocupaciones de la maternidad desde el naturalismo -más coloquial la primera, más poético la segunda-, Casas se ha aproximado a la paternidad desde el terror, desde el peor de los escenarios. La premisa de partida es a la vez tan sencilla e ingeniosa como posible. Y por posible es terrorífica.

Con guion de Caye Casas y Cristina Borobia -diseñadora de arte que se estrena en la escritura de largo-, La mesita del comedor retrata un tipo de pareja muy del momento y del entorno de las profesiones liberales de las grandes ciudades. Ella, colindando la cuarentena, necesita ser madre ya si no quiere "que se le pase el arroz", como le recuerda la vecina. Él, con un perfil más inmaduro, quiere posponer el momento de tener hijos un poco más. Sin embargo, la película arranca con el parto, con la cámara pegada a la cara de la protagonista, sudorosa, dolorida, animal. Una primera escena que recuerda -con sus distancias de género, explicitud y duración- a esa secuencia de arranque de O Corno, de Jaione Camborda, que tanto estremeció al público de San Sebastián, donde ganó la Concha de Oro. Ni siquiera en ese momento tan primario y brutal el director muestra la sangre, sino que pone el foco en la psicología de una mujer que es, por fin y después de mucho intentarlo, madre.

Y justo después aparece el tremendismo, el costumbrismo hipertrofiado español, ese que tan bien han explotado Pedro Almodóvar y Álex de la Iglesia, cada uno en su código. Los personajes de Casas son extremos y recalcitrantes: ella queda retratada como una mujer ultracontroladora, déspota y castradora; él como un hombre sin carácter, sumiso e infantil. La pareja no se encuentra en su mejor momento cuando él, Jesús, decide a pesar de la negativa de su mujer comprar una mesita de comedor extravagante como forma última de reafirmar su masculinidad, como decisión estandarte en una batalla por el poder que sabe perdida, ante una mujer que no toma prisioneros en esta guerra de sexos. Su relación, si no lo es, es rayana con el maltrato psicológico. Descontento con una vida que siente que no es la suya, la mesita del comedor es, al menos, su mesita.

placeholder David Pareja es el padre sufriente de 'La mesita del comedor'. (Filmin)
David Pareja es el padre sufriente de 'La mesita del comedor'. (Filmin)

Como en el cine de De la Iglesia o de los hermanos Coen, una decisión tan trivial como la compra de dicho acabará determinando el futuro de la pareja. Y a partir de ahí, la película arrastra al espectador y lo vapulea, explotando el suspense a dolor: conocemos algo que uno de los personajes ignora y empatizamos con lo que otro trata de ocultar. Y es el manejo del tiempo, de la espera a un desenlace que sabemos irremediable, y de la empatía absoluta con un personaje desbordado -el director se toma su tiempo en mostrar los estados de ánimo y la desesperación en primeros primerísimos planos- lo que hace que La mesita del comedor sea difícil de soportar, en el mejor sentido de la expresión. La conexión es casi física. Sinestesia del tacto-espejo, lo llaman los científicos.

Tras lo brillante de su premisa, el gran hallazgo de Casas es proponer una mirada grotesca de la cotidianidad, cómo actos tan ordinarios como ir a la compra, verter una copa de vino o mirar una fotografía pueden conllevar un peso trágico. Como una frase -"hacía mucho tiempo que no me reía tanto"- pueden significar lo contrario, anticipándose al desenlace. No hay sutilezas ni en los personajes, ni en el piso de barrio con muebles de abuela -la película también muestra una generación precaria, dependiente de la ayuda familiar- donde transcurre la mayor parte de la historia, ni en las ópticas angulares con las que el director muestra una realidad aberrante, distorsionada.

placeholder Gala Flores, la vecina obsesionada con el protagonista. (Filmin)
Gala Flores, la vecina obsesionada con el protagonista. (Filmin)

La mesita del comedor pertenece a una forma de hacer terror que remite al cine español de los ochenta. Incluso la voz de la protagonista remite a otra época de tres cajetillas diarias, cuando fumar para la mujer era un rasgo de personalidad, de rebeldía. Una forma artesanal y punki de acercarse al contexto del momento, una metáfora en forma de Historias para no dormir o Mis terrores favoritos, lejos del mal llamado terror elevado. Películas como Viejos (2022), de Raúl Cerezo y Fernando González Gómez o Amigo (2019), de Óscar Martín, también protagonizada por David Pareja, son propuestas humildes e ingeniosas que nacen del arrebato, de la pulsión, de la imposibilidad. Son saltos de fe, proyectos salidos de las entrañas, supervivientes de la carrera de obstáculos y puñaladas hacia la cartelera, profetas fuera de España y descastados dentro. Actos antisistema que solo pueden demostrar que el cine sigue vivo.

Posdata: si eres padre primerizo, no veas la mejor película de terror del año.

Sin un director de renombre (Caye Casas, Matar a Dios, 2017) ni actores demasiado conocidos (David Pareja y Estefanía de los Santos) ni un presupuesto medio (más bien bajo) y con un rodaje apretado de alrededor de dos semanas, el estreno el año pasado de La mesita del comedor pasó con más pena que gloria por las salas de cine: apenas 15.000 euros de recaudación para una película ganadora de varios premios en festivales internacionales de cine fantástico y de terror, como Tallin y Fantaspoa (el mayor festival de terror de América Latina). En el ámbito nacional, las selecciones fueron escasas.

Cartelera y estrenos de cine Cine español Cine
El redactor recomienda