La Guardia Urbana pone fin a una juerga de Deco

A Ronaldinho le han pillado en el Otto Zutz con las manos en la masa, pero a Deco ya hace tiempo que no se le ve por los bares de Barcelona donde antes era habitual. El centrocampista brasileño se monta ahora las fiestas en la intimidad de su casa. La lástima es que su domicilio, recientemente remodelado, no está insonorizado como el local de la calle Lincoln de Barcelona. Y hay un vecino con el sueño ligero que preferiría que el jugador barcelonista siguiera saliendo de copas por ahí.

Hace dos semanas (coincidiendo en el tiempo con la salida de Ronnie, vamos) el ciudadano en cuestión, harto de la jarana de su vecino optó por llamar a la Guardia Urbana, que se presentó a altas horas de la madrugada en el domicilio del jugador para dar por finalizada la fiesta por las bravas. Vamos, que la vida en el núcleo duro de la plantilla blaugrana, en lo que se refiere a la vida nocturna de sus componentes, siguen igual que hace un año. Y que hace cuatro, cuando los jugadores compartían barra con los directivos según confesión de antiguos empleados del club, que también estaban ahí, por cierto.

Y es que debe de ser complicado cambiar el chip cuando no hace tanto, Frank Rijkaard recomendaba públicamente a sus chicos que "si salen, aprovechen lo máximo posible". Entonces era una buena época. Se ganaban títulos y todo el mundo era estupendo. Tras un año de vacas flacas, lo que antes era gracioso ahora es una vergüenza y los socios que antes llegaban a la oficina fardando de haberse encontrado en una discoteca con los jugadores, ahora llaman al club denunciando la poca profesionalidad de los mismos futbolistas.

Ante estos chivatazos, los más avispados de la plantilla, como Deco, al que el propio presidente Joan Laporta ha calificado "como el jugador más maduro del equipo" han decidido seguir el ejemplo de 'los galácticos del Real Madrid' quienes cansados de dejarse ver por las discotecas de moda de Madrid se encerraron en sus chalets para hacer en casa lo que antes hacían fuera. En el Barça, de momento, aún nadie se ha traído a las invitadas en autobuses.

Y no será porque se está aplicando con mano de hierro el tan cacareado código interno, porque de éste no hay noticia, ni fuera del vestuario ni dentro del mismo. El lunes, Gianluca Zambrotta reconocía en rueda de prensa que "48 horas antes de un partido se puede hacer lo que se quiera. El día antes, no, pero 48 horas antes no pasa nada". Pues resulta que el pecado de Ronnie era estar cerrando el Otto Zutz, divertidísimo local de Barcelona, a 48 horas del partido de Pamplona.