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Doparse es normal...
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Doparse es normal...

Lo que no es lógico es exigir que los deportistas hagan gestas y grandes marcas comiendo lentejas y pasta con un poquito de fruta por las

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Doparse es normal...

Lo que no es lógico es exigir que los deportistas hagan gestas y grandes marcas comiendo lentejas y pasta con un poquito de fruta por las noches y un Actimel. ¿De verdad hay alguien que piensa que en la alta competición no hay ayudas exógenas para rendir más? Pues nada, sigamos con la venda mojigata sobre los ojos y saquemos la guadaña de lo irreal para rebañar pescuezos como el de Marion Jones. Sigamos sin ser conscientes de que algo hay que cambiar: o la moral, o la ética, o la legislación o las expectativas.

Hace más de 10 años asistí a la pomposa inauguración de la Agencia Mundial Antidopaje en Suiza, un brindis al sol que se sacó el COI de la manga para poner en solfa a los gobiernos y a las federaciones internacionales de cara a repartir las esposas y las celdas que cada uno debía custodiar. Fue una iniciativa del actual presidente olímpico para decirle al mundo que los dirigentes eran sabedores de la problemática y que se ponían manos a la obra. ¿Resultados? Ninguno. Los gobiernos siguen actuando con rigidez o laxitud, según les va, y las instituciones deportivas de igual manera, el CONI italiano con su doctrina, la UCI con la suya (incluso prejuzgando sin pruebas, como se hace en las dictaduras políticas). No hay homogeneidad ni pinta de que aparezca.

Como no puede ser de otra manera, detesto las trampas en el deporte. Asco me dan los profesionales que recurren a lo prohibido para colgarse una medalla al cuello. No olvidemos que al deportista de élite la sociedad que consume éxitos le empuja hacia el podio de cualquier manera, que ha de ganarse al patrocinador, que ha de alimentar su propia leyenda para que las principales ciudades del planeta se vean empapeladas con su imagen y la de su marca. Pero… ¿cómo definimos trampa? ¿quién hace la lista de productos prohibidos? ¿hay unanimidad? ¿qué se ha de considerar apoyo médico-nutricional y qué dopaje barriobajero? Las respuestas son difíciles, muy difíciles. Y más si asumimos la carrera que siempre se echan los avances de laboratorio, los avances de los 'malos' y los avances de los 'güenos'. Tú me prohíbes por aquí… yo muto la fórmula y aparezco por este otro lado. Así funciona este negocio, unos establecen lo legal y otros se esmeran en rodear y dar la vuelta.

Todavía recuerdo la cara de Juan Antonio Samaranch cuando algún avezado periodista le preguntó en el transcurso de los JJOO de Barcelona si era cierto que los dirigentes olímpicos americanos le sugirieron “distraer” a algunos deportistas (como los del Dream Team) de determinados controles antidoping. Y es que he de recordar que la filosofía americana sobre la salud pública es diametralmente opuesta a la europea. En nuestro entorno los gobiernos han de legislar para proteger el bienestar de todos, en el presente y para el futuro, por eso nos obligan a conducir despacio, a ponernos el cinturón y a que no podamos tomar sustancias nocivas. El sistema norteamericano, huyendo de la sangría presupuestaria de lo público, da libertad al individuo en 2 vertientes: la primera para ponerse hasta arriba de lo que quiera, la segunda para pagarse él mismo la cama del hospital cuando caiga enfermo. El caso es que Jordan y Magic no miccionaron en Barcelona, al menos en un tubito.

Y la polémica sigue. No sé si veremos a Marion Jones rebuscando en la vitrina de su salón para devolver los 5 metales de Sydney o entrando en prisión tras la confesión ante el tribunal, pero los esfuerzos colectivos siguen sin hacerse. Ni siquiera se ponen de acuerdo en definir dopaje como “ayudas no saludables al organismo”. Por cierto, en nuestro país, en nuestra principal liga, el porcentaje de dopados es nimio, insignificante… ¿nos lo creemos? Vale, vale, sólo era una pregunta retórica…

Lo que no es lógico es exigir que los deportistas hagan gestas y grandes marcas comiendo lentejas y pasta con un poquito de fruta por las noches y un Actimel. ¿De verdad hay alguien que piensa que en la alta competición no hay ayudas exógenas para rendir más? Pues nada, sigamos con la venda mojigata sobre los ojos y saquemos la guadaña de lo irreal para rebañar pescuezos como el de Marion Jones. Sigamos sin ser conscientes de que algo hay que cambiar: o la moral, o la ética, o la legislación o las expectativas.