Schuster pasa de españolizar el equipo

Ramón Calderón tiene la idea de españolizar la plantilla del Real Madrid en las próximas temporadas. Por eso se ha empeñado en filtrar a los cuatro vientos y a todo periodista que se pone a tiro que sus grandes objetivos son David Villa y Cesc Fábregas, entre otros. Por supuesto, da igual que ni el Valencia ni el Arsenal estén dispuestos a vender, que nos encontremos en el mes de octubre y que el proyecto labrado hace apenas dos meses esté arrancando y aún no se sepa cuál va a ser el resultado. La prioridad es ir retroalimentando la dinámica de las expectativas, de las grandes adquisiciones, de la rumorología.

El problema que tiene Calderón es que al entrenador que eligió el pasado verano le trae al fresco eso de españolizar el equipo. Él simplemente quiere ganar y, si es posible jugando bien. Y no va a mirar el carnet de identidad ni el lugar de origen de nadie. Schuster no quiere ni a Villa ni a Cesc. Es decir, le gustan, pero por ahora no los considera necesarios. Ya ha comunicado al presidente que la prioridad para el próximo año debería ser la de reforzar la punta de ataque a la vista de la edad de Van Nistelrooy y del desgaste que va a sufrir por sus convocatorias con la selección holandesa y su participación en la próxima Eurocopa. El alemán tiene entre ceja y ceja al atacante del Chelsea Didier Drogba. El resto le parece secundario. Pero para sentirse confiado en el proyecto necesita que el presidente le haga caso. Y le ha puesto la prueba de atar al delantero marfileño. Drogba, sí o si. No es es ni de Cuenca ni de Burgos, es africano. Pero a día de hoy, Drogba es la urgencia con la que se maneja el entrenador del Madrid.

A pesar de sus 29 años, el estado físico de delantero del Chelsea es excelente y garantiza rendimiento para al menos dos o tres temporadas más, justo las del supuesto declive de Van Nistelrooy. Desde la marcha de Mourinho, al que Drogba estaba muy unido profesionalmente, los agentes del atacante se han dejado querer. Y eso lo sabe Schuster. El problema para el alemán es que en la planta noble se decantan por Villa y los nacionales, los españoles. Otro motivo para que el técnico ponga su habitual cara de vinagre cada vez que le pregunten por el futuro.