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2016 ilusiones
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2016 ilusiones

Para un madrileño de Canillejas, el Madrid olímpico es como una especie de maná que nunca llega. Tras el revolcón de Singapur, nos hemos vuelto todos

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Para un madrileño de Canillejas, el Madrid olímpico es como una especie de maná que nunca llega. Tras el revolcón de Singapur, nos hemos vuelto todos más escépticos, sabedores de que tener lo mejor… no basta para ser receptores de unos Juegos de verano. Pasado el cabreo y la desazón, la maquinaria Gallardón está en marcha para intentarlo de nuevo en 2016. Ahora es más difícil (hay una ley no escrita en el COI que obliga a una rotación continental) pero no podemos apearnos de la carrera preolímpica para que no nos castiguen por bajar los brazos.

En Julio de 2005 asistí a uno de los grandes conchabeos en aquella ciudad lejana que mezcla Nueva York con Shangai. La cream de la política, la sociedad, el deporte y las finanzas se metieron 16 horas en avión de Iberia porque todos los pronósticos introducían a Madrid en el saco de los favoritos para ser elegidos sede en 2012. Rául y Gasol, Esperanza y Don Alberto, Fefé y Florentino. Todos llevamos petate de ilusiones que luego, a la vuelta, llenamos de rabia y de ira contenida. ¿Qué nos faltó? Lobbing. Lo que hizo Blair. Lo que hizo el Imperio. Lobbing. Promesas veladas. Pactos secretos. Oscuridad y tejemanejes. Fuimos de cara y nuestro alcalde, muy dado a las técnicas 'juanpalomistas', creyó ser el Mesías que todo lo podía con sus palabras y su cruzar de manos.

Todavía recuerdo con nitidez el paseo que nos dimos por aquel centro de convecciones singapureño cuando se terminaron las exposiciones de las 'citis' aspirantes. ¡Jo! ¡Cómo nos miraban el resto de periodistas! ¡Qué sensación de grandeza y de poderío! ¡Yo estaré allí, terminaba Raúl en el vídeo promocional! Lo único que me bajó de la nube fue el encontronazo con Alberto de Mónaco que estaba en un corrillo hablando de no sé qué pamplinas. Él fue el impertinente inoportuno que hizo la pregunta sobre terrorismo 24 horas antes del salvaje atentado de Londres (¡qué casual es el destino!) por parte de los fanáticos islamistas. Me salió la vena castiza y me encaré con el principito… luego sus guardaespaldas se encargaron de bajarme el envalentonamiento a golpe de miradas asesinas. Pero le canté las cuarenta (en inglés, que suena más light, eso sí…).

Y es que el movimiento olímpico es una gran logia maravillosa capaz de mejorar pueblos y de parar guerras. Todos los estudiosos coinciden en que las ciudades que lo albergan nunca vuelven a ser iguales y eso lo hemos experimentado los españoles en carne propia. Celebrar una cita olímpica conlleva dar un salto al futuro en todos los sentidos: económico, social, cultural, una especie de inyección vitalista cuyos efectos duran para siempre. Bajando por la Avenida Arcentales, junto a esa Peineta inacabada, me doy cuenta del paso del tiempo y de la espera tan lenta que nos queda para el gran día. Si me he de mojar lo hago: no creo que Madrid se traiga para el 2016 ese sueño que tantos tenemos. Es difícil e improbable por muchas razones, pero el edil madrileño tiene razón en la persistencia, en la necesidad de que el organismo internacional vea en todo el colectivo de la ciudad un espíritu inagotable de deseo ferviente. Sólo así grabaremos una muesca en sus longevas memorias. No queda otra.

Eso sí, Alberto, (de Madrid, no de Mónaco), para cuando toque el corte, por favor, menos cejas y más repartir juego como hace Calderón en los Raptors. Tú en España eres el rey del mambo, pero fuera tienes menos repercusión que la música de Camela. Hagamos pasillos, cuartos, salones, barras, lo que haga falta. Si Madrid es una ciudad cosmopolita y abierta, abramos todas las posibilidades para que los octogenarios miembros del Comité Olímpico Internacional lo sepan. Insistamos. Y que luego nadie se equivoque pulsando el botón correcto.

Para un madrileño de Canillejas, el Madrid olímpico es como una especie de maná que nunca llega. Tras el revolcón de Singapur, nos hemos vuelto todos más escépticos, sabedores de que tener lo mejor… no basta para ser receptores de unos Juegos de verano. Pasado el cabreo y la desazón, la maquinaria Gallardón está en marcha para intentarlo de nuevo en 2016. Ahora es más difícil (hay una ley no escrita en el COI que obliga a una rotación continental) pero no podemos apearnos de la carrera preolímpica para que no nos castiguen por bajar los brazos.