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Ninots condenados
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Ninots condenados

Es raro que se adelanten tanto las fallas en Valencia, pero el gusto pirotécnico por aquellos lares ha terminado por dinamitar la situación en el club

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Es raro que se adelanten tanto las fallas en Valencia, pero el gusto pirotécnico por aquellos lares ha terminado por dinamitar la situación en el club de fútbol más importante de la ciudad. Una mala gestión, una mala planificación, una mala puesta escena y una mala ejecución. ¡Menudo cocktail… molotov! Rebanar la cabeza a 3 jugadores emblemáticos no parece ser una medida que cuente con el beneplácito de la afición y de parte de la prensa, muy activa por cierto en este enclave tan peculiar de nuestro fútbol.

Si hacemos un poco de memoria nos encontramos una entidad sobresaltada con demasiada frecuencia por diversos hechos: desde Arturo Tuzón, la paz social hizo las maletas y ni las ligas ni las finales de Champions consiguieron dulcificar los caracteres para poder tomar decisiones sosegadas y frías. Paco Roig fue un gran pirómano en la presidencia que, a golpe de chabacano valencianismo, inoculó en la grada una especie odio natural hacia los grandes que “taponaban” el objetivo y la gloria. El caso Mijatovic y otros affaires le sirvieron como coartada. Luego con Pedro Cortés y con Jaime Ortí llegaron los títulos nacionales y europeos, pero ambos fueron víctimas de su falta de determinación y de recursos. En este deporte nuestro hay una cochina obsesión que sin ser ley lo parece: para ser máximo mandatario no hace falta cabeza… sino pasta.

Y eso lo sabe bien el actual dueño. No exageramos si escribimos que de Juan Soler se dice que ha sido colocado en el club por su padre para retirarlo de las empresas familiares (por miedo a que las hiciera sucumbir). Reúne los requisitos de tener el riñón blindado pero parece que de visión y luces no anda muy sobrado. Mete la pata, mete la lengua y ahora ha metido el cuchillo. Podemos imputarle al blanco Koeman el crimen de Albelda, Cañizares y Angulo, pero mucho me temo que el gran jurado de la opinión le exonerará con las pruebas: el cabeza de turco es holandés… pero, como diría el machacón Fede, el autor ideológico e intelectual es el presidente o sus gurús, que ya digo que mucha sesera no tiene o no ha demostrado tener.

El caso es que hemos asistido a un hecho histórico en nuestra liga: suele ser norma de la casa ajusticiar entrenadores en el ocaso del día y esta vez fue al revés. La cuerda se rompió por el lado más fuerte con jugadores de nivel, de currículo y casi recién renovados como el amigo David Albelda, con contrato hasta el 2011 y con el eco de esas palabras de su presidente en verano (“es el mejor fichaje que ha hecho el Valencia”). Apartados, despedidos, prendidos en la plaza, el caso es que han sido señalados como culpables de una situación enquistada donde, al parecer, ellos mandaban y el resto acataba. Los han tomado como una especie de gobierno clandestino en el vestuario de corte paramilitar, les han acusado de extorsionar, de mangonear, de no ser dóciles a los poderes constituidos de entrenador y ayudantes. En serio, no me imagino a Cañete borrando la Vileda de Quique o a David rellenando de pasta de dientes los mocasines de Ronald. No quiero decir con ello que sean santos de misa y de respetar pasos de cebra cuando cruzan los viejecitos, pero las fechorías hay que demostrarlas, no hacerlas públicas.

Es raro que se adelanten tanto las fallas en Valencia, pero el gusto pirotécnico por aquellos lares ha terminado por dinamitar la situación en el club de fútbol más importante de la ciudad. Una mala gestión, una mala planificación, una mala puesta escena y una mala ejecución. ¡Menudo cocktail… molotov! Rebanar la cabeza a 3 jugadores emblemáticos no parece ser una medida que cuente con el beneplácito de la afición y de parte de la prensa, muy activa por cierto en este enclave tan peculiar de nuestro fútbol.