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Los milagros de Di Salvo
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Los milagros de Di Salvo

Las cosas van bien, pero conviene tentarse la ropa y reparar en los aspectos que todavía no funcionan en el Real Madrid. Y no sólo los

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Los milagros de Di Salvo

Las cosas van bien, pero conviene tentarse la ropa y reparar en los aspectos que todavía no funcionan en el Real Madrid. Y no sólo los referentes al mal juego del equipo en casa, donde San Iker y sus milagros han evitado males mayores y han permitido la magnífica clasificación liguera de los blancos. Hay cierta alarma por la plaga de lesiones, muchas de ellas musculares, que azotan al Madrid desde que empezó la temporada. Es más, las dolencias más graves se han cebado en algunos de los nuevos fichajes, que ya han sido calificados como jugadores de cristal.

Pepe tardó 87 días en recuperarse y sufrió un nuevo percance antes del partido frente al Zaragoza. Heinze tiene para cinco semanas por culpa de una rotura del bíceps femoral. Metzelder se pasa más tiempo en la enfermería que en el campo de entrenamiento, y también han tenido algún tipo de molestias a lo largo de la temporada jugadores como Cannavaro, que está comenzando a vivir en el límite de su resistencia física por la acumulación de trabajo, Higuaín y hasta Sergio Ramos. Los últimos en caer fueron Roberto Soldado, que veía como se le escapaba la oportunidad de volver a jugar en Copa del Rey al sufrir una rotura fibrilar en los isquiosurales el pasado martes, y Arjen Robben, quien este miércoles, en el último entrenamiento antes de viajar a Palma, volvió a la enfermería una vez más y se quedó fuera de la lista. Esta vez por una sobrecarga en la musculatura lumbar e isquiotibial izquierda.

Esta plaga llama la atención ante el bombo que se dio a la creación del laboratorio del preparador físico del club blanco, Walter di Salvo, fichado del Manchester United cual galáctico el verano pasado. Se trata de una especie de copia del Milan LAB con el que, entre otras cosas, se aseguraba que se implantaría un sistema infalible de detección y previsión de lesiones. Todo mediante un sistema informático que controlaría el estado real de cada futbolista. La octava maravilla. El problema es que, por el momento, esas previsiones parecen haber tenido menos aciertos que los pertinaces apostantes de las quinielas que, semana tras semana, se quedan en nueve aciertos.

Di Salvo funciona por libre, hace lo que quiere sin consultar con Bernd Schuster y hasta decide él mismo su lista de colaboradores. Todo muy bien, si la realidad no estuviera atenuando la magnificencia de ese laboratorio mágico. Por cierto, algún buen madridista recuerda que Di Salvo era el preparador físico del equipo entrenado por Carlos Queiroz en la temporada 2003-2004. El Madrid llegó a tener ocho puntos de ventaja pero a partir de marzo comenzó una caída en barrena que le llevó a perder todos los títulos y a la primera gran crisis de la época de Florentino Pérez. Aquel Madrid ganó los nueve partidos en casa de la primera vuelta y acabó campeón de invierno. Todo se derrumbó. Ojalá Di Salvo haya cambiado algunos de sus métodos.

Las cosas van bien, pero conviene tentarse la ropa y reparar en los aspectos que todavía no funcionan en el Real Madrid. Y no sólo los referentes al mal juego del equipo en casa, donde San Iker y sus milagros han evitado males mayores y han permitido la magnífica clasificación liguera de los blancos. Hay cierta alarma por la plaga de lesiones, muchas de ellas musculares, que azotan al Madrid desde que empezó la temporada. Es más, las dolencias más graves se han cebado en algunos de los nuevos fichajes, que ya han sido calificados como jugadores de cristal.