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Calderón quiere una asamblea de socios a su medida
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Calderón quiere una asamblea de socios a su medida

 El presidente madridista, Ramón Calderón.Han bastado dos derrotas consecutivas en las últimas salidas ante el Almería y el Betis para que los nervios vuelvan a aparecer

Han bastado dos derrotas consecutivas en las últimas salidas ante el Almería y el Betis para que los nervios vuelvan a aparecer en el entorno de Ramón Calderón y su junta. Es el problema de vivir siempre en el límite, de estar en permanente campaña electoral y de encontrar que los sondeos de opinión, pese a la buena marcha de los equipos de fútbol y baloncesto, siguen sin colocar al presidente del club blanco en el ranking de compañeros preferidos para tomar una cerveza o para mantener una distendida tertulia. Cada semana, la agenda de Calderón se llena de actos, renovaciones vitalicias, homenajes, visitas a peñas y cientos de historias que le permiten estar en el candelero. Pero la labor importante es la que se hace de puertas adentro. Y la fontanería del club ya lleva meses tratando de evitar sustos que pueden abundar si los jugadores que dirigen Schuster y Plaza, fútbol y basket, titubean.

En el próximo mes de junio debe renovarse la composición de la asamblea de compromisarios, el organismo soberano del club, el que dicta el camino a seguir en las asambleas anuales. Y Calderón sabe que necesita controlar ese foro que en alguna ocasión le ha dado problemas, especialmente cuando echó por tierra sus intenciones de acabar definitivamente con la posibilidad de que los socios pudieran votar por correo en las elecciones a la presidencia. No quiere cabos sueltos y por eso el trabajo se está realizando en una doble dirección.

Por un lado, el presidente está tratando de ganarse a los componentes de la actual asamblea con todo tipo de prebendas, descuentos en las tiendas del club, entradas para los partidos de la cantera e incluso del primer equipo y hasta un llamativo carné dorado que refleja la condición de compromisario de su propietario. Por otro lado, los constantes actos con las peñas son aprovechados para tratar de ganar adeptos y presentar candidatos propios cuando se tenga que renovar el foro soberano del club. Para ser compromisario es necesario el aval de varios socios y Calderón ya lleva meses moviendo las piezas con el fin de convertir cada asamblea en un plebiscito. Tan lícito y legal como reprobable. El presidente recuerda que Mendoza tuvo que marcharse cuando los socios le echaron abajo las cuentas. Calderón estaba en la oposición, pero el movimiento maestro fue el de Lorenzo Sanz, entonces vicepresidente, que vio el camino libre para asaltar el trono. Calderón sabe que hay traidores a su alrededor y trata de cerrarles las puertas. Pero las intrigas palaciegas no se han acabado.

Han bastado dos derrotas consecutivas en las últimas salidas ante el Almería y el Betis para que los nervios vuelvan a aparecer en el entorno de Ramón Calderón y su junta. Es el problema de vivir siempre en el límite, de estar en permanente campaña electoral y de encontrar que los sondeos de opinión, pese a la buena marcha de los equipos de fútbol y baloncesto, siguen sin colocar al presidente del club blanco en el ranking de compañeros preferidos para tomar una cerveza o para mantener una distendida tertulia. Cada semana, la agenda de Calderón se llena de actos, renovaciones vitalicias, homenajes, visitas a peñas y cientos de historias que le permiten estar en el candelero. Pero la labor importante es la que se hace de puertas adentro. Y la fontanería del club ya lleva meses tratando de evitar sustos que pueden abundar si los jugadores que dirigen Schuster y Plaza, fútbol y basket, titubean.