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Las tretas de Mourinho y el 'todo vale' del Madrid
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EL LUSO SE LAS INGENIA PARA RECORTAR LA DISTANCIA CON EL BARÇA

Las tretas de Mourinho y el 'todo vale' del Madrid

Como es habitual, nada más llegar el sábado al Santiago Bernabéu, los jugadores del Barcelona salieron al terreno de juego aún vestidos con el chándal. Al

Foto: Las tretas de Mourinho y el 'todo vale' del Madrid
Las tretas de Mourinho y el 'todo vale' del Madrid

Como es habitual, nada más llegar el sábado al Santiago Bernabéu, los jugadores del Barcelona salieron al terreno de juego aún vestidos con el chándal. Al examinar el césped donde se podía decidir una Liga poco después, saltaron las alarmas. Xavi se dio cuenta al instante de que el eterno rival no les iba a regalar nada. La hierba estaba alta y seca: primera treta ideada por Mourinho para perjudicar la rápida y famosa circulación de los de Guardiola.

Tras pasar por vestuarios, escuchar las últimas indicaciones tácticas y vestirse de corto, los azulgrana salieron a calentar y se encontraron con la segunda treta del portugués, que era complementaria de la anterior: el conjunto local había ordenado no regar el terreno de juego. Iniesta, Messi, Busquets y compañía (y seguro que Xabi Alonso o Cristiano Ronaldo por parte madridista) fueron plenamente conscientes de que tocaba resignarse. Eso era lo que había, había que adaptarse y punto.

La tercera y última treta que tenía prevista Mou es la que da sentido a las dos anteriores: la disposición táctica de sus hombres con Pepe dentro de un 'trivote' cuya única misión era evitar las conexiones del ataque culé.

Ninguna de las tres astucias es nueva en este deporte. Es más, son tan viejas como el fútbol moderno, donde siempre se ha primado la picaresca sobre el fair play, por muchas campañas que se empeñe en hacer la FIFA. No son reprochables, no se las puede considerar juego sucio. Simplemente, definen una manera de plantearse la competencia deportiva.

Un proceder nuevo en el Real Madrid

Ahora bien, sí que es relativamente nuevo que estas tretas las haga el Real Madrid. El club de Chamartín las conoce muy bien, pero a costa de sufrirlas durante prácticamente toda su historia. Y es que hasta la llegada de Mourinho, que como ya hemos dicho aquí anteriormente tiene cada vez más poder en casi todos los niveles del club, no se había visto al Madrid convertido en un equipo capaz de jugarle en su estadio a todo un Barcelona con la única misión de incomodarle.

El debate existe y es innegable. Muchas fueron las informaciones tras el primero de los cuatro clásicos que se jugarán en 19 días de donde se desprendía cierto optimismo en el madridismo por lo que, en definitiva, resultó un desgraciado empate en casa que prácticamente sentencia el título liguero a favor del Barça.

El planteamiento de Mourinho, al igual que la decisión de no preparar el césped en las condiciones habituales para que se favorezcan las combinaciones y la técnica individual de los 22 jugadores, puede ser catalogado perfectamente por muchos como de equipo pequeño. Ver al Madrid, en su casa, dándole el balón al Barcelona, defendiendo muy lejos de la portería contraria, con un defensa como medio centro, y sin más armas ofensivas que el contragolpe (de los mejores del mundo, eso sí) no es, ni mucho menos, una imagen habitual ni que se atenga a ninguna etapa vista antes en este histórico equipo.

Pero mientras algunos madridistas seguro que se encuentran decepcionados por estos planteamientos, ya que creerán que vienen a empequeñecer la imagen de un equipo ganador donde los haya, otros apoyan a Mourinho con justificaciones que se resumen en un 'todo vale' con tal de plantarle cara a un Barcelona que es ejemplo a nivel mundial del mejor fútbol visto en décadas.   

Mourinho, al fin, fue fiel a su estilo

Mourinho nunca ha sido más fiel a su estilo desde que llegó a Madrid que en el partido del sábado. Ese es el fútbol del que se le puede considerar un maestro, aquel que se nutre de anular al rival y ganar los partidos siendo superior en las dos áreas. Pero debido a los gustos de su actual afición nunca ha podido hasta ahora desarrollar plenamente sus ideas, reconocidas antes en Oporto, Londres y Milán.

Para poder explayarse en sus planteamientos, tuvo que demostrar primero que de otra manera él no sabía ganar al Barcelona. Es más, el 5-0 de la ida le sirvió de excusa perfecta para demostrar que no se le puede jugar de tú a tú a los de Guardiola y que debía volver al planteamiento con el que su Inter echó a los catalanes de la última Champions.

Ensayó con un trivote ante el Atlético de Madrid en el último derbi liguero y surtió efecto tanto en el resultado como en la aceptación de los críticos. Lo dispuso este sábado ante el Barcelona introduciendo a Pepe por Lass y, por lo menos, demostró que le sirve para no perder contra el eterno rival. Ahora tiene tres ocasiones más para demostrar que también le sirve para vencerlo.

Porque no nos olvidemos que la filosofía futbolística de Mou, tan ajena por Concha Espina, solamente la sustentan los triunfos. Esta vez, perderlo todo ante los culés sonrojaría al madridismo no sólo por el fondo, sino también por las formas. En ese caso, el césped del Santiago Bernabéu acudiría como testigo al juicio sumarísimo contra el portugués.

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Como es habitual, nada más llegar el sábado al Santiago Bernabéu, los jugadores del Barcelona salieron al terreno de juego aún vestidos con el chándal. Al examinar el césped donde se podía decidir una Liga poco después, saltaron las alarmas. Xavi se dio cuenta al instante de que el eterno rival no les iba a regalar nada. La hierba estaba alta y seca: primera treta ideada por Mourinho para perjudicar la rápida y famosa circulación de los de Guardiola.

José Mourinho Santiago Bernabéu Pep Guardiola