Es noticia
El balón es un 'mago' que hace felices a los niños
  1. Deportes
MILLARES DE NIÑOS ADORAN EL FÚTBOL, PERO NUNCA TUVIERON UNO

El balón es un 'mago' que hace felices a los niños

Ellos no lo saben aún, pero el destino ha querido que la expedición de 'Deporte y Arte solidario' eche el freno junto a la achatada e

Foto: El balón es un 'mago' que hace felices a los niños
El balón es un 'mago' que hace felices a los niños

Ellos no lo saben aún, pero el destino ha querido que la expedición de 'Deporte y Arte solidario' eche el freno junto a la achatada e irregular explanada en la que pelotean con algo similar a un ovillo, para regalarles el día más hermoso de su existencia.

Pablo Bohórquez sale escopetado del todoterreno con una pelota recién hinchada ante la atónita mirada de una treintena de críos que se han clavado cual gimnasta tras saltar el potro. Alguno se frota incluso los ojos sospechando que el tracoma o esa maldita catarata que ha mermado su visión por falta de higiene y antibióticos, le ha vuelto a jugar una mala pasada.

Pero no. Esta vez no. El único sueño que han tenido desde que vieran la luz en uno de los rincones más míseros del planeta está a pocos segundos de verse cumplirse. Porque en el Chad los balones de fútbol reglamentarios escasean tanto como los médicos (hay 200 para atender a 10 millones de habitantes) y no son pocos los pequeños que se apagan por culpa de la hambruna, la sed, la malaria, una neumonía atípica o la tuberculosis sin tener siquiera la oportunidad de saborear al menos una vez en sus precarias vidas el tacto de un cuero de verdad.

Los niños del colegio público de la pequeña comunidad de Dogbara no saben bien cómo reaccionar. Es como si, de repente, hubiera aparecido delante de ellos el bueno de Amstrong con su traje de astronauta para tomar posesión de la luna. No es esta la primera vez que Pablo se enfrenta a tan peculiar situación. La ha vivido ya como cinco veces desde que su expedición partió a primera hora desde Lai camino de Bebedjia, el epicentro del drama humanitario que tiene en vilo a más de un millón de seres humanos por la pertinaz falta de alimentos y medicinas.

Un ‘Casillas’ chadiano

Pidale se acerca con más miedo que vergüenza portando ese extraño ovillo que resulta ser una pelotita artesanal hecha a base de calcetines. Pablo le propone un cambio de esféricos y el renacuajo, embutido en una suerte de túnica 'a la romana' que, mal mirada, es en realidad una enorme camiseta raída de la selección española, acepta con un leve movimiento de cabeza que enciende las siemprevivas de sus amiguitos. "Bravo Casillas", le espeta Alhassane, otro jugador de futbolín que contempla como embobado la reliquia que ya obra en poder del meta de la 'roja' chadiana.

El pelotazo al viento no se hace esperar. La felicidad de esta tropa inmortal de legionarios de ébano vuela con ella hasta que el balón golpea al fin el agreste suelo chadiano. En ese preciso momento se desata una batalla sin igual entre los dos equipos más afortunados del planeta fútbol. El primitivismo del juego en su máximo esplendor. No hay un solo 'calciatore' que se resista a la tentación de lanzarse cual 'kamikaze' a la improvisada melé para saciar su curiosidad de saber qué se siente al atizarle un buen zurriagazo, el primero de sus vidas, al regalo de Reyes que les han hecho los cooperantes españoles. 

Un irrespirable mar de polvo envuelve con su manto bien visible el frenético batallar de una turba ya ingobernable en su firme propósito de conducir por al menos un par de segundos la redonda en medio de un crepitar permanente de tibias, peronés y maléolos que, en otras latitudes, arrojaría un parte médico con unas cuantas fracturas y lesiones tendinosas.

Pero en África y en Dogbara reina la ley del pie más robusto, más curtido y encallecido por el constante bregar sobre la tierra yerma y castigada por el sol más justiciero del globo terráqueo. Ninguno utiliza su nombre verdadero sobre el manto beige plagado de piedras y hierbajos. Sus apodos tienen aroma de crack: Ramos, Vila, Messi, Cristiano, Drogba, Eto’o...

Miedo a que desfallezcan

A lomos del único pasatiempo que logra arrancarles una sonrisa permanente, los lanceros de Dogbara han olvidado incluso que hace ya más de 24 horas que no han probado bocado. "Cèst fini, c'est fini", grita a lo lejos un profesor. El 'aguafiestas' no tarda mucho en explicarnos el porqué de su impopular medida tras más de una hora de guerra sin cuartel: "Es que alguno puede desmayarse por llevar tanto tiempo sin comer. Sólo lo hacen una vez al día, justo al salir de clase (12.30). No es la primera vez que ocurre. Pero es que jugar al fútbol lo es todo para ellos".

El motor empieza a rugir y, a punto de tomar de nuevo la vía principal en busca de nuevas pachangas, varios niños se acercan a la ventanilla con la mano derecha clavada en el corazón: "Muchas gracias por el regalo. Nos encantó". 

Ellos no lo saben aún, pero el destino ha querido que la expedición de 'Deporte y Arte solidario' eche el freno junto a la achatada e irregular explanada en la que pelotean con algo similar a un ovillo, para regalarles el día más hermoso de su existencia.