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Olympiacos revienta los pronósticos para humillar a CSKA y plantarse en la final
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LOS GRIEGOS REEDITAN LA VICTORIA DE LA TEMPORADA PASADA (52-69)

Olympiacos revienta los pronósticos para humillar a CSKA y plantarse en la final

¡Sorpresón! Olympiacos se volvió a poner el disfraz de bestia negra y destrozó a un CSKA de Moscú que se quedó con el mismo palmo de

Foto: Olympiacos revienta los pronósticos para humillar a CSKA y plantarse en la final
Olympiacos revienta los pronósticos para humillar a CSKA y plantarse en la final

¡Sorpresón! Olympiacos se volvió a poner el disfraz de bestia negra y destrozó a un CSKA de Moscú que se quedó con el mismo palmo de narices que hace doce meses, teniéndose que conformar con jugar el tercer y cuarto puesto, un premio absolutamente menor para un equipo del presupuesto y de la calidad del de Ettore Messina. Por su parte, los griegos podrán revalidar su actual título de campeón de Europa, nadie lo hubiera imaginado unas horas antes, tras un partido absolutamente magnífico, basado en una asfixiante defensa y en una extraordinaria dirección de juego del sempiterno Spanoulis.

Olympiacos salió a la cancha contagiado por su afición y jugando con ese papel psicológico de la final del año pasado. Y en muchos momentos pareció que aún se estaba jugando ese partido que le dio el título a los griegos en Estambul. Tras unos primeros compases de gran baloncesto, con alternativas en ambas canastas y con un ritmo alto de juego, pronto el equipo de Giorgos Bartzokas tomó el mando en esta batalla y empezó a coger ventajas más que importantes. Un parcial de 2-11 en el último tramo del primer cuarto desquició a Ettore Messina, que tuvo que pedir hasta dos tiempos muertos con el objetivo de parar la sangría de puntos que estaba sufriendo su equipo antes del final del primer período (17-23).

Pero no sólo en ataque; en defensa, Olympiacos estaba amargando la existencia a los Krstic, Khryapa, Kaun y compañía. A eso hay que sumarle el desastroso partido de Milos Teodosic, que ni anotó, ni dirigió. La brújula de este CSKA estaba a la deriva y no era capaz de enderezar el rumbo de su equipo. La diferencia crecía y crecía hasta llegar a una máxima de 13 (25-38) a favor de los atenienses que provocaba que más de uno, en la grada y en la tribuna de prensa, se frotara los ojos. El gran favorito de ésta y de la anterior Final Four estaba una vez más hincando la rodilla ante un rival que le secó en 28 puntos a la conclusión de los primeros veinte minutos. La cara de Messina lo decía todo camino de los vestuarios.

Sin reacción

Olympiacos vivía en una nube y CSKA sumido en una pesadilla de la que quería despertar cuanto antes. Parecía imposible seguir jugando a ese nivel, tan bueno por parte de los griegos, tan absolutamente desastroso por parte de los rusos. Pero no lo era. La salida a la pista en el tercer cuarto demostró que el descanso no había cambiado nada en las mentes y en el juego de uno y otro equipo. Un 0-5 de salida puso a los de Bartzokas con la máxima renta de todo el partido hasta ese momento (28-45).

Messina y su todopoderoso CSKA estaban fracasando, y lo peor de todo es que no había ni un solo atisbo de reacción. Sólo Sonny Weems y Victor Khryapa mantenían un poco el tipo en el conjunto moscovita, que se diluía cual castillo de naipes al mismo tiempo que la afición ateniense estallaba de júbilo con cada canasta de los suyos y con cada error de su oponente, que por cierto fueron numerosísimos. El fiel reflejo de la impotencia lo evidenció todo un veterano de guerra como Papaloukas, con dos faltas personales en escasos dos segundos que dejaban bien a las claras que no era la tarde de CSKA y que la ‘vendetta’ por la final perdida en 2012 iba a tener que posponerse.

No había cambio de decorado, ni en la pista ni en el banquillo. Bartzokas le había ganado la batalla sobre la pizarra a Messina y los talentosos jugadores del equipo ruso no aparecieron. Lo único que se vio fue el tremendo gen competitivo de los griegos, que aún siendo inferiores sobre el papel, se empeñaron una vez más en reventar las quinielas, dando una inmensa alegría a sus 2.000 fervientes seguidores que se han desplazado este fin de semana hasta Londres para intentar reeditar título.

El partido ya era lo de menos, con quince arriba para Olympiacos, lo interesante estaba en la grada. Espectáculo sin igual de los aficionados atenienses, que saboreaban una nueva final cuando todo el mundo los daba por ‘muertos’. Spanoulis, una vez más soberbio en su papel de director de orquesta, y su tropa de guerreros estarán el domingo en la lucha por el título. Merecido, muy merecido. 

Ficha técnica:

52. CSKA Moscú: (17+11+8+16): Teodosic (5), Kaun (7), Weems (13), Khryapa (11), Jackson (7) - Quinteto inicial - Micov (3), Kristic (2), Erceg (2), Voronov (0), Papaloukas (0), Vorontsevich (2).

69. Olympiacos: (24+16+13+16): Law (6), Papanikolaou (5), Printezis (6), Spanoulis (8), Powell (0) - Quinteto inicial - Hines (13), Antic (13), Perperoglou (8), Shermandini (5), Sloukas (5), Katsivelis (0).

Árbitros: Guerrino Cerebuch (Italia), Borys Ryzhyk (Ucrania) Olegs Latisevs (Letonia) y Robert Lottermoser (Alemania).

Incidencias: Partido correspondiente a la primera semifinal de la Euroliga disputada en el pabellón O2 Arena de Londres ante 9.218 espectadores.

¡Sorpresón! Olympiacos se volvió a poner el disfraz de bestia negra y destrozó a un CSKA de Moscú que se quedó con el mismo palmo de narices que hace doce meses, teniéndose que conformar con jugar el tercer y cuarto puesto, un premio absolutamente menor para un equipo del presupuesto y de la calidad del de Ettore Messina. Por su parte, los griegos podrán revalidar su actual título de campeón de Europa, nadie lo hubiera imaginado unas horas antes, tras un partido absolutamente magnífico, basado en una asfixiante defensa y en una extraordinaria dirección de juego del sempiterno Spanoulis.