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El Yankee Stadium o el arte deportivo y de marketing elevado a su máxima potencia
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MUEVE UNA MEDIA DE DIEZ MILLONES DE EUROS POR PARTIDO

El Yankee Stadium o el arte deportivo y de marketing elevado a su máxima potencia

Jugar un partido de fútbol en el Yankee Stadium debería ser algo que no se olvida fácilmente. Lo demuestra que jugadores como los campeones del mundo

Foto: El Yankee Stadium o el arte deportivo y de marketing elevado a su máxima potencia
El Yankee Stadium o el arte deportivo y de marketing elevado a su máxima potencia

Jugar un partido de fútbol en el Yankee Stadium debería ser algo que no se olvida fácilmente. Lo demuestra que jugadores como los campeones del mundo se hicieran fotos con sus teléfonos a la llegada al césped con la forma más extraña que quizá hayan pisando nunca: un estadio en forma de diamante, con banquillos en las esquinas y con una pantalla de una calidad que te hace dudar si mirar al terreno de juego o a la televisión gigante que corona en estadio. A su lado, por cierto, otra imagen iba contando las novedades que se iban produciendo en la jornada del campeonato de béisbol. Lógico.

La sorpresa no llega sólo a la hora de mirar a césped. Una vuelta por las tripas del estadio sirve para comprobar que el Yankee Stadium es el paraíso del marketing, del consumo. El partido, en este caso de fútbol, es la perfecta excusa para disfrutar de todas las comidas y bebidas que uno pueda imaginar. Hay más puestos, bares o barras que aficionados. Pepsi, limonada, fruta natural, pizza, perritos, algodón, palomitas de todas clases y colores y, por supuesto, cerveza. De todo tipo. Y es que si no consumes no es lo mismo.

El estadio, segundo más caro del mundo tras Wembley, se ha convertido en una fuente de ingresos que despeja cualquier duda respecto al futuro de los Yankees, equipo que tiene su propio canal de televisión y que vende sus derechos al margen del resto de franquicias. El conjunto neoyorquino ha dotado a un recinto deportivo de nueva creación (2009) todo tipo de comodidades, pero respetando el sabor del legendario estadio ubicado a doscientos metros del actual. Se combina la perfecta visión (para el béisbol) con el espacio y la comodidad.

Seis millones de media en la taquilla

 

En cada partido que los Yankees celebran en su estadio (ochenta al año como poco) se garantiza el lleno y, en especial, una brutal recaudación alrededor del espectáculo deportivo. Los 1.200 millones de euros que costó su construcción, que hasta el momento han sido empleados para que partidos de fútbol americano, boxeo o conciertos, han sido la mejor inversión de los Yankees de su historia. 

Recaudaciones en taquilla de una media de seis millones de euros, más otro tanto en los extras que suponen los 25 restaurantes (dos con barras en la grada), puestos y las tiendas oficiales, son el mejor aval para una entidad deportiva que hace una década decidió terminar con una de las joyas del deporte mundial para levantar una obra maestra de la ingeniería deportiva.

Jugar un partido de fútbol en el Yankee Stadium debería ser algo que no se olvida fácilmente. Lo demuestra que jugadores como los campeones del mundo se hicieran fotos con sus teléfonos a la llegada al césped con la forma más extraña que quizá hayan pisando nunca: un estadio en forma de diamante, con banquillos en las esquinas y con una pantalla de una calidad que te hace dudar si mirar al terreno de juego o a la televisión gigante que corona en estadio. A su lado, por cierto, otra imagen iba contando las novedades que se iban produciendo en la jornada del campeonato de béisbol. Lógico.