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Hijas de inmigrantes, mestizas y sonrientes: este es el futuro del atletismo español
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Hijas de inmigrantes, mestizas y sonrientes: este es el futuro del atletismo español

Ana Peleteiro, María Vicente, Jael Bestué o Salma Paralluelo tienen marcas para ilusionar y revitalizar su deporte. No tienen complejos, son activas en las redes sociales y muy competitivas

Foto: María Vicente, en Antequera. (EFE)
María Vicente, en Antequera. (EFE)

Ana, María, Salma y Jael son más de Instagram que de Twitter. Y más de 'stories' que de publicar fotos. Utilizan esos breves vídeos, cuajados de filtros y emoticonos, para contar cómo van los entrenamientos, interactuar con otros atletas y contar a brochazos su día a día, las alegrías y también, si corresponden, algunas penas. No se diferencian demasiado de la nota habitual en la juventud, que ha encontrado en esa red social una manera de expresarse. En el caso de ellas, también de promocionarse, porque su rutina es, por así decirlo, un poco inusual.

Entre la mayor y la más joven se llevan ocho años, pero no es difícil descubrir las líneas que las unen mucho más que las separan. Lo primero, por descontado, el atletismo. En el deporte más esencial, el que no necesita de complejas reglas o de VAR, han ido desarrollando sus atributos físicos. Las cuatro son, a su manera, rapidísimas. Jaël-Sakura Bestué lo es de la manera más pura, pues es velocista de distancias cortas. Este fin de semana, en Antequera, logró su oro en 60 metros libres. Ya era campeona de España al aire libre en 200 y en el relevo 4X100. Tiene solo 18 años.

Foto: Salma Paralluelo ganando a Lorena Bokesa. (Twitter)

En el caso de Salama Celeste Paralluelo, la clave está en la resistencia a la velocidad. Hasta hace no mucho corría solo hasta 300 metros, pero era una cuestión de edad, no es conveniente que los niños usen más espacio. Ahora, con 15 años cumplidos hace tres meses, ha logrado ya su primera medalla nacional absoluta. Un bronce con el que también ha rebajado la mejor marca sub-18 y sub-20 de su nueva categoría, los 400 metros. Es costumbre que los atletas, de niños, también usen otras pruebas y lleguen a competir, pero solo los muy buenos tienen resultados notables en ellas. Salma es campeona de España sub-16 en 300 vallas y plata en triple salto. Porque desde la velocidad puede salir todo lo demás.

placeholder Bestué ganó su oro en Antequera a dos compañeras de entrenamiento. (EFE)
Bestué ganó su oro en Antequera a dos compañeras de entrenamiento. (EFE)

De récord en récord

Claro que, si de variedad se trata, la mirada se marcha irremediablemente a María Vicente. Sigue su progresión y lo hace a lo loco, esta semana ha logrado su primer récord absoluto nacional, el de pentatlón. Para llegar a los 4.412 puntos ha tenido que hacer la mejor competición de su vida, por descontado. Mejor marca en cuatro de las cinco pruebas que componen la combinada. Ella, en todo caso, está acostumbrada a darle bocados a sus marcas, así que este fin de semana ha aprovechado para batir también el récord nacional sub-20 de 60 metros vallas. Es campeona del mundo y recordwoman mundial en héptatlon, también oro europeo de su edad en triple salto. Porque en María Vicente, hasta donde se llega a ver, los límites no existen.

Todas ellas quieren, algún día, ir consiguiendo los logros que ya tiene Ana Peleteiro. Y los que le quedan por conseguir. Ella, por cierto, también es rapidísima, tiene una marca acreditada de 11.93 en cien metros, y es que no es posible ser una estrella del salto sin tener las piernas ligeras. Peleteiro, que en su juventud fue campeona del mundo junior -pasmo absoluto aquel concurso en Barcelona- ahora ya tiene medallas europeas y mundiales. A nadie le sorprendería que los próximos años vaya a todavía más. "Puede ser campeona olímplica", comentaba esta semana en una conversación informal un sabio del atletismo. La lógica invita a pensar que este año, si todo va bien, romperá el récord nacional que tiene Carlota Castrejana. Visto este párrafo, en ella se ve una carrera consolidada que las demás protagonistas de esta historia no tienen. Pero es mejor no olvidar que tiene 23 años y eso, a todos los efectos, sigue marcando una juventud imponente.

Peleteiro -que no ha estado en Antequera por lesión- es la mayor de las cuatro y, por eso, el mejor ejemplo posible para lo que están por vivir las demás. Que es mucho, en realidad. Quien conoce el atletismo cuenta que es muy raro que chicas tan jóvenes no tengan, al menos, una temporada de recesión hasta encontrar su mejor versión. Llevan años en los que cada temporada revientan sus marcas, van mejorando y sacando resultados brillantísimos. Bestué es subcampeona del mundo, Vicente campeona y Paralluelo, por el momento, no ha competido en ningún evento de esa magnitud por una cuestión de edad. Claro que ella es campeona mundial de fútbol, pero eso, ya se sabe, es otra historia. El caso es que es posible que las marcas, en algún momento, se frenen. Y eso duele, es difícil de asimilar.

placeholder Peleteiro, tras una medalla europea. (EFE)
Peleteiro, tras una medalla europea. (EFE)

Hijas de la inmigración

La gallega lo sabe porque le ocurrió, y tuvo que reorganizar todo, no sin mareos añadidos, hasta ponerse en la ruta correcta. Hoy los tres pasos desde la batida son sólidos y el talento que siempre se supo en ella fluye con normalidad. Si las lesiones la respetan, la cabeza ya se ha alineado con las condiciones y es, en buena lógica, la mejor de todas las atletas españolas del momento. Al menos mientras espera que las que llegan por detrás se coloquen a su altura. Que todavía les queda, por evolución, por tiempo y por experiencias que vivir.

Bien, cuatro mujeres, cuatro atletas, cuatro jóvenes con redes sociales, felices y sonrientes. Chicas que entienden de la importancia del márketing personal y de promocionar un deporte maravilloso como es el atletismo. Todas ellas conforman el núcleo de lo que debe ser el futuro del atletismo español, tanto aquí como internacionalmente. Además, y aunque no deja de ser un dato menor, todas ellas son negras. Peleteiro es adoptada, el padre de Bestué es guineano, como también lo es la madre de Paralluelo. El padre de María Vicente es cubano, aunque no mantiene relación con su progenitor. Todas, en cualquier caso, son españolas de inicio a fin, nacidas, formadas en las pistas de aquí, estudiando en colegios españoles, con amigos y familia radicados desde hace muchos años en Hospitalet, Riveira, Zaragoza o Cuenca.

Foto: Ana Peleteiro, en el Mundial de Birmingham.

Se les nota en el acento, indiscutiblemente español. Desde el gallego de Peleteiro que parece un arrullo a las eles alargadas de Bestué, propias del castellano que se habla en Cataluña. Cada una, a su manera, pero todas de lo mismo. La fotografía evidencia que España ha llegado, al menos en cuestiones atléticas, a ese lugar al que muchos otros países de su entorno ya están desde hace tiempo. Sus historias difieren, por supuesto, pero hay un tronco común.

No hay vuelta atrás, a ellas no se les puede achacar siquiera haber pasado por un trámite de nacionalización, pues son españolas desde el inicio -aunque eso, en realidad, tampoco importa, pero en fin, no siempre se entiende- y son las mejores que hay en el panorama juvenil y profesional. Son también, en mayor o menor medida, hijas de la inmigración, sus historias concuerdan con el intento de tener una existencia mejor de los padres, que llegaron a España y, sin especiales facilidades, fueron integrándose en sus comunidades. Esto es relativamente nuevo en España pero muy común en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia o Portugal. De algún modo, es también una muestra de progreso del país, que dejó de ser un lugar de paso para convertirse en uno de destino porque daba oportunidades a los que peleaban por ellas.

El futuro del atletismo será mestizo, femenino y sonriente.

Ana, María, Salma y Jael son más de Instagram que de Twitter. Y más de 'stories' que de publicar fotos. Utilizan esos breves vídeos, cuajados de filtros y emoticonos, para contar cómo van los entrenamientos, interactuar con otros atletas y contar a brochazos su día a día, las alegrías y también, si corresponden, algunas penas. No se diferencian demasiado de la nota habitual en la juventud, que ha encontrado en esa red social una manera de expresarse. En el caso de ellas, también de promocionarse, porque su rutina es, por así decirlo, un poco inusual.