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Los privilegios de Prigioni en el Madrid cuestan el puesto a Messina
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EL ENTRENADOR DIMITIÓ ANTE EL ENFRENTAMIENTO QUE MANTENÍA CON LA PLANTILLA

Los privilegios de Prigioni en el Madrid cuestan el puesto a Messina

Ettore Messina abandonó el barco madridista y lo hizo nada más terminar el esperpento vivido en la noche del jueves en la Caja Mágica ante el

Foto: Los privilegios de Prigioni en el Madrid cuestan el puesto a Messina
Los privilegios de Prigioni en el Madrid cuestan el puesto a Messina

Ettore Messina abandonó el barco madridista y lo hizo nada más terminar el esperpento vivido en la noche del jueves en la Caja Mágica ante el Montepaschi. Una vez terminado el partido, el técnico entró en el vestuario y habló con los jugadores a manera de despedida. La situación era insostenible por completo y el italiano dijo basta. No podía ni con la tensión que se había generado ni con unos jugadores que no le soportaban. Mejor dicho, no se soportaban. La comunicación se había roto por completo. No existía. 

"Adiós y mucha suerte", acertó a decir. Minutos después se limitó a pedir perdón ante la prensa, aunque no se sabe muy bien si fue por lo visto ante el Montepaschi o por el año y medio que ha durado en el banquillo madridista. Y es que el deterioro de la relación con el equipo llegó tras la pleitesía mostrada ante algunos jugadores, en especial con Pablo Prigioni. En ese momento, los dirigentes del Real Madrid pensaron que había sido un calentón, que la cosa quedaría ahí, pero la bola fue creciendo y el rumor del adiós iba tomando cuerpo. 

El partido del equipo de fútbol abrió un paréntesis de reflexión en la zona noble del Bernabéu. Eso sí, para conocer la versión del vestuario, Juan Carlos Sánchez, director de la sección, secundado por Jorge Valdano, decidió convocar a los jugadores a una reunión en la sala de prensa del estadio madridista para la mañana del viernes. Querían ver la cara de los jugadores, pulsar su sentir antes de la toma de cualquier decisión. La charla fue sincera y Sánchez y Herreros se percataron de lo que ya intuían: los jugadores no están con Messina. En ese momento se dieron cuenta de que el italiano ya era un problema.

 

Al filo de las doce del mediodía el que aparecía por el Bernabéu era el entrenador. Primero se reunió con Sánchez y Herreros, para más tarde unirse Valdano a la reunión. El italiano presentó la dimisión de manera irrevocable, lo que significaba que renunciaba al dinero que figura en el contrato y que asciende a 2 millones de euros, lo que significó un alivio para la siempre delicada economía de la sección blanca de baloncesto. Florentino Pérez no era partidario de la marcha del italiano, avalado por uno de sus grandes consejeros, pero los dirigentes del basket blanco sabían que era lo mejor para el futuro del equipo. No había vuelta atrás y aceptaron la dimisión del técnico, que aunque no firmó los papeles del finiquito, lo hizo esta mañana en la rueda de prensa de despedida. Su adiós lo anticipa Onda Madrid en el programa el 'Partido de la Una'.

 

El hasta hoy entrenador del Real Madrid, explicó en la sala de prensa del Bernabéu que deja el club por la falta de unión y que ahora es el momento clave de la temporada en el que "quitarse de en medio pueda ayudar". Sánchez, agradeció al técnico el año y medio que ha dedicado al equipo y confirmó que Emanuel Molin se hará cargo del conjunto hasta el final de la temporada y que no está descartado que Molin siga la temporada que viene. Messina negó que los jugadores hayan propiciado su marcha, manifestó que quizás algún día vuelva a entrenar al Real Madrid y dijo que es la primera vez que deja un club con contrato en vigor.

Prigioni, Garbajosa y el Barça, sus problemas

 

Tal y como sucede en el equipo de fútbol que dirige Mourinho, el gran problema con el que se enfrentó Messina ha sido la presencia de un Barcelona superlativo. El técnico acostumbrado a ganar se percató al poco de aterrizar que la misión era poco menos que imposible, circunstancia que quedó ratificada en su primer año. La segunda temporada se inicia con muchas caras nuevas, pero la relación con los jugadores se va complicando según pasan los días. El punto álgido llega cuando Pablo Prigioni exige al técnico ser el base titular, jugar 25 minutos por partido con la amenaza de por medio de cambiar de equipo. La plantilla es consciente de esa maniobra, pero lo que no esperan era que el italiano claudicara, con el desgaste que eso supone. El grupo se rompe a partir de ese momento

 

El siguiente paso que enturbió aún más la relación fue el de quitar la ficha a Garbajosa. Puede que la aportación del ex NBA no fuera la esperada, pero su peso dentro de la plantilla estaba fuera de toda duda. "No le quiero, no quiero que siga", llegó a decir Messina a los dirigentes. Acto seguido pidió el fichaje de Begic, jugador por el que el Real Madrid tuvo que pagar 600.000 euros al Zalguiris y que desde su llegada ha adquirido un papel residual dentro de las extrañas rotaciones del técnico. El pivot ya se ha llegado a preguntar qué hace en el Real Madrid ante la falta de oportunidades.

 

El adiós de Garbajosa significó la desaparición de Felipe Reyes. El capitán del equipo, muy unido al de Torrejón, no se ha recuperado del mazazo, tal y como confesó esta misma semana en Marca. Si el grupo ya estaba quebrado, la decisión del italiano de dejar sin ficha a Garbajosa fue definitiva para la ruptura total del grupo. El bastión que unía a todos desapareció y sólo el espíritu competitivo de jugadores como Sergio, Suárez, Llull, Mirotic y Tucker ha mantenido el equipo a flote en todas las competiciones. 

En cuanto los jugadores consiguieron los objetivos marcados, final de Copa y ser primeros de grupo del Top 16, se desconectaron por completo, provocando el adiós de Messina, un técnico que llegó a Madrid precedido de fama de ganador, pero que se marcha sin agrandar su leyenda. Es más, en el Real Madrid sólo ha conseguido romper el grupo y no ganar nada. Lo curioso es que su sustituto es su ayudante: Emanuele Bolin. Al menos de momento.


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Ettore Messina abandonó el barco madridista y lo hizo nada más terminar el esperpento vivido en la noche del jueves en la Caja Mágica ante el Montepaschi. Una vez terminado el partido, el técnico entró en el vestuario y habló con los jugadores a manera de despedida. La situación era insostenible por completo y el italiano dijo basta. No podía ni con la tensión que se había generado ni con unos jugadores que no le soportaban. Mejor dicho, no se soportaban. La comunicación se había roto por completo. No existía.