Es noticia
Delibasic, el espíritu de Sarajevo: la estrella que fue héroe al no irse de su pueblo en plena guerra
  1. Deportes
  2. Baloncesto
SE RECUERDA SU LEYENDA

Delibasic, el espíritu de Sarajevo: la estrella que fue héroe al no irse de su pueblo en plena guerra

El hijo del que fuera jugador del Real Madrid cuida su legado, como se ve en 'Shooting for Mirza'. Una vida marcada por la enfermedad que padeció y la Guerra de los Balcanes

Foto: 'Shooting for Mirza', la película centrada en Mirza Delibašić.
'Shooting for Mirza', la película centrada en Mirza Delibašić.

Nunca un aislamiento ha durado tanto, en las guerras modernas, como el que sufrió la ciudad de Sarajevo en el contexto de las guerras de desintegración de Yugoslavia. El escritor Juan Goytisolo, en su excepcional breve novela, lo definió como el "sitio de los sitios". 1425 interminables días en que las tropas de la autoproclamada República Srpska, con Radovan Karadzic al frente –hoy condenado por genocidio y crímenes de guerra– destrozaron esta maravillosa ciudad situada en el fondo de un valle y que hoy es la capital de Bosnia-Herzegovina. Quienes pudieron, en el intervalo sangriento que va de 1992 a finales de 1995, huyeron de la ratonera. Pero hubo una figura queridísima por los sarajevitas y todo el país que decidió no marcharse, quedarse con su pueblo, en la vida y la muerte. Pasó de ser el mejor deportista de la historia del país a convertirse, directamente, en un héroe para los suyos. No obstante, Mirza Delibasic es, dos décadas después de su prematura muerte, una figura aún no lo suficientemente conocida para muchos.

El documental Shooting for Mirza, dirigido por Juan Gautier y estrenado recientemente en cines, muestra al espectador la increíble vida de un jugador de baloncesto que lo ganó prácticamente todo pese a su pronta retirada del parqué, asolado por la enfermedad y por la gigantesca tristeza en que le sumió la destrucción acaecida durante la guerra de los Balcanes. Falleció a los 47 años y pudo disfrutar poco tiempo de sus hijos, Dario y Danko. Este último es clave en el documental, ya que su atenta y tierna mirada, además de sus enigmáticos ojos azules, son los que Gautier utiliza como leitmotiv para viajar al pretérito y narrar la vida de Mirza Delibasic. Se trata de una película, como comenta el cineasta, que también habla sobre la paternidad, la memoria y el legado: "Danko lucha por evitar el olvido de su legado y por dignificar los valores que su padre representó. Quiere que sus hijos y las próximas generaciones conozcan quién era realmente Mirza", explica. Con motivo de este estreno, El Confidencial recuerda la vida de la leyenda del baloncesto por medio del testimonio de quienes le conocieron y otros expertos que se han acercado al bosnio tanto desde su deporte como desde la disciplina que Riccioto Canudo denominó como séptimo arte.

placeholder El hijo de Delibasic, antes del estreno de la película. (EFE/Javier Lizón)
El hijo de Delibasic, antes del estreno de la película. (EFE/Javier Lizón)

Un jugador incomparable

Más de diez almas se juntaron en el cementerio de Sarajevo, en una jornada fría y de nieve de diciembre de 2001, para despedir a Mirza Delibasic. Un cáncer acabó con la vida del que meses atrás había sido elegido como mejor deportista de su país en el trágico siglo que acababa de clausurarse. Sus vecinos, familiares y amigos lloraron la pérdida del mago de Tuzla. Entre ellos estaba Juan Antonio Corbalán, quien había sido amigo y compañero de Mirza en el Real Madrid, durante los dos cursos que el bosnio vistió la camiseta merengue: "Fue un día muy triste. Sabíamos desde hacía tiempo que iba a pasar, pero aun así fue un disgusto enorme, pues era muy querido. Mirza era una de esas personas que hacía que la existencia fuese mejor, por lo que se nos privaba de alguien que hacía mejor la vida a todo el mundo. Cuando se va uno de los grandes, la pérdida es enorme", recuerda el antiguo jugador, mientras se toma un café y conversa en una pausa de su actual empleo como encargado de la Unidad de Fisiología de Ejercicio de Vithas Internacional. Corbalán es uno de los que más ha hecho por recordar a su querido amigo, hasta el punto de haber escrito el libro Conversaciones con Mirza, donde rememora infinitas anécdotas.

Aunque los lazos entre ambos se estrecharon en la capital española, ambos se conocieron años atrás, cuando eran juveniles que se enfrentaban con sus respectivas selecciones. Años después, incluso, formaron parte de la selección europea. El médico evoca cómo empezó a cimentarse la relación con una anécdota que, aún hoy, continúa sacándole una risa. En una concentración en Cracovia, escuchó cómo alguien le decía, de forma inesperada y en tono irónico, un '¡Vamos, coño!'. Era Mirza. "Me dijo eso en mi idioma y me sorprendió. Lo cierto es que Delibasic era una persona atípica, de gran corazón", afirma Corbalán. Otra anécdota, también aparecida en Shooting for Mirza y rememorada por Corbalán, evidencia la calidad humana del protagonista. El jugador, fichado meses atrás por el equipo dirigido otrora por Lolo Sainz, bromeaba con el utillero por la moto que este tenía, destartalada. El empleado del Real Madrid contestaba que era lo que le permitía su sueldo. Al día siguiente, y tras una noche de fortuna en el juego, apareció Mirza con una moto nueva y mejor que regaló al sorprendido y feliz empleado: "No era nada pesetero ni tenía ningún apego a lo material. Tenía unos valores sociales y de comportamiento que eran ejemplares", afirma el antiguo base merengue y de la Selección española.

Delibasic lo ganó todo con la selección yugoslava, en categorías inferiores y con la absoluta. Cosechó el oro olímpico y levantó el título de campeón en el Europeo y el Mundial. No obstante, el gran hito como jugador de Mirza, para José Manuel Puertas, autor del podcast Tirando a Fallar, colaborador del periódico Ideal de Granada y la revista Gigantes del Basket, es la Copa de Europa que cosechó con el Bosna Sarajevo: "Hay que pensar lo que supone que un equipo de Sarajevo sea campeón de lo que hoy es la Euroliga. Evidentemente, en el contexto actual, eso es absolutamente inviable. Pero en ese baloncesto más romántico, en el año 1979, un equipo de Sarajevo fue capaz de ganar, primero, la Liga de Yugoslavia –que era, en ese momento, la mejor de Europa, con equipos como el Partizan de Belgrado, Estrella Roja, Cibona de Zagreb o el Split– y, después, la máxima competición europea. ¡Es increíble!", afirma. Actualmente, el equipo está muy lejos de la cima de gloria que alcanzó a finales de los 70 y compite en el hoy bautizado pabellón Mirza Delibasic del complejo Skenderija

placeholder Corbalán tuvo muy buena relación con Delibasic. (EFE/Chema Moya)
Corbalán tuvo muy buena relación con Delibasic. (EFE/Chema Moya)

De la faceta deportiva de Mirza, Puertas resalta, además de su facilidad para hacer puntos, la visión de juego y su capacidad de pase, además de destacar por su elegancia y su tranquilidad. "Era un adelantado a su tiempo, se ve claramente la clase que tenía, que él derrochaba. Se movía como un bailarín en la cancha, es muy difícil esa gracilidad en los movimientos. Era alguien poco dado a la expresión, poco inmutable. No era un jugador que se relacionara con el público, sin agresividad en los gestos, muy tranquilo, y eso lo hacía especial", añade. En el documental que el programa de Movistar Informe+ dedicó a su figura, Mirza Delibasic: un maestro de Sarajevo, Corbalán lo define de una manera muy gráfica: alguien que, en la cancha, se movía como un cisne y saltaba como un jaguar. En Madrid, pese al poco tiempo que estuvo en el laureado equipo, aún se conserva un grato recuerdo de su estancia. Su primera temporada fue mucho mejor que la segunda, siendo campeón de Liga en 1982 y dejando actuaciones excepcionales en partidos decisivos.

En la canícula de 1983 dejó la disciplina blanca y, a los pocos días, en uno de esos gestos que simbolizan la grandeza del protagonista, extrajo del dinero del finiquito una cantidad para convertirse en socio del club. No obstante, tras esto vendría la caída en picado de Delibasic. Fichó por el Caserta italiano, pero no llegó a debutar, ya que sufrió un derrame cerebral durante la pretemporada que le obligó a dejar el mundo de la canasta. Sería el primero de los reveses que le persiguieron durante sus siguientes 18 años con vida.

placeholder Nadie se quiso perder el estreno de la película. (EFE/Javier Lizón)
Nadie se quiso perder el estreno de la película. (EFE/Javier Lizón)

Sarajevo y la odisea de la guerra

Es probable que lo que impide que Mirza tenga en la actualidad, de manera inequívoca, un sillón reservado a su nombre en el Olimpo del baloncesto europeo sea su temprano adiós al deporte, cuando aún no había soplado la tarta de su 30 cumpleaños. Corbalán afirma, sin titubeos, que de haber nacido en estos tiempos sería uno de los grandes activos de la NBA. Poco después de su derrame, se mudó a su amada Sarajevo y se convirtió en uno de los pilares para su familia y la comunidad, alguien atento y generoso que, pese a los distintos estragos que le jugaba su salud, recordaba con melancolía su etapa como jugador. En 1986 nació su segundo hijo, Danko, y ya desde muy pequeño recuerda lo mucho que le gustaba preguntar a su padre sobre sus memorias como profesional: "Disfrutaba mucho escuchándole en sus historias y partidos épicos que él jugo, especialmente con el Bosna y el equipo nacional, y también estaba yo interesado en los dos años que pasó en España. Siempre hablaba del Madrid como su familia", confiesa Danko por teléfono en inglés, aunque en el documental muestra, en sus conversaciones con Corbalán o Fernando Romay, que también se atreve a lanzarse en un correcto español.

Si bien, los años más difíciles para Mirza Delibasic llegan en el marco de la guerra de los Balcanes. El nacionalismo exacerbado que había propagado Slodoban Milosevic lleva la guerra a los territorios de las repúblicas de lo que había sido la Yugoslavia de Tito, muerto en 1980, de Eslovenia a Croacia, y luego a Bosnia, donde el conflicto se recrudece a partir de 1992, con especial ahínco en Sarajevo, sitiado por los soldados serbobosnios de Karadzic y Ratko Mladic –el carnicero de Srebrenica– durante más de un millar de infaustas jornadas. El escritor Marc Casals ha vivido durante muchos años en esta ciudad repleta de mahalas y minaretes, que atrapa a todo aquel que la visita por su belleza. Sobre la historia de los habitadores, su pasado multicultural y la sociedad en la contemporaneidad del país ha escrito un interesante volumen con dieciséis piezas titulado La piedra permanece (Libros del KO, 2021), donde explica que la disposición en anfiteatro de Sarajevo podía convertirse en su mayor vulnerabilidad. Así lo fue entre 1992 y 1995. Para Casals, la leyenda sarajevita se construye sobre dos pilares: la explosión de creatividad que vivió la ciudad en los 80 y la convivencia entre etnias, algo que salta por los aires durante la guerra. En charla con El Confidencial explica por qué el destino de la ciudad va intrínsecamente ligado al del campeón de Europa de 1979 con el Bosna: "Sarajevo es una ciudad muy orgullosa de sus propios mitos y, en el mundo del deporte, Delibasic es uno de los mayores. Cuando la ciudad fue sitiada por las tropas serbias, decidió quedarse a compartir el destino del resto de sarajevitas. Por eso, aún hoy sigue siendo un personaje queridísimo que forma parte de la mitología de la ciudad", afirma.

La crueldad bélica se recrudece con el paso de los días y Delibasic toma la decisión de resistir el asedio y las balas con los suyos. Pone a salvo en Italia a su mujer y a sus hijos, y él se queda en Sarajevo, como un resistente más. En las imágenes de archivo que se conservan y que se incluyen en Shooting for Mirza o en el Informe+, se ve a un enflaquecido Mirza pidiendo ayuda a la comunidad internacional, ante edificios en ruinas como el de la Biblioteca de Sarajevo, retratado por el fotoperiodista Gervasio Sánchez, autor de algunas de las fotografías más icónicas del triste momento bélico. "La decisión de quedarse en Sarajevo era consecuente con sus valores. No podía irse, aprovechando su buen estatus económico, para España o Italia y dejar a su suerte a su pueblo para morir. Alguien anónimo lo puede hacer, pero de haberse ido es como si lo hubiese hecho el presidente del Gobierno. Los amigos les hicimos una oferta para que viniese, con el Real Madrid, y también en Trieste estaba su entrenador de toda la vida, Bogdan Tanjevic. Pero él pensaba que tenía que estar con su pueblo y, si era preciso, morir con este. Eso es para mí una persona con principios y, por eso, no me extrañó su decisión", afirma Corbalán.

Foto: Juan Antonio Corbalán. (EFE)

Son tiempos difíciles. El alcohol es un refugio que no casa bien con la fragilidad de su salud y cada vez son más los muertos. Delibasic utiliza la fuerza de la radio para mandar un mensaje de ánimo a los sarajevitas, un alegato es pos de la etnicidad, que es lo que había hecho tan singular y mágica a Sarajevo en el pasado. Pero es en 1993 cuando llega el culmen de su historia épica, con el baloncesto incrustándose decididamente entre la vida y la guerra. El viejo continente, que parece aún mirar a otro lado, acoge el Europeo de Múnich de 1993. Delibasic, junto a otros jugadores nacidos en la región, conforman de la nada la selección bosnia para competir en el campeonato y, sobre todo, informar al mundo de lo que ocurre en el corazón de los Balcanes. Se juegan la vida para salir del Sarajevo sitiado, con las balas asediándoles, pero, finalmente, lo consiguen. "El Europeo de 1993 fue una posibilidad para los baloncestistas bosnios de unirse en torno a una selección nacional, en un tiempo en el que no era posible salir de Sarajevo, pero Mirza sabía lo importante que era acudir y mandar un mensaje al mundo de que necesitaban ayuda ante lo que estaban sufriendo en Sarajevo, había que transmitirlo a la comunidad mundial del deporte, que es muy grande y popular, y pienso que este Europeo fue un escenario imprescindible para mandar este mensaje. Hizo lo mejor que pudo para ser símbolo de su país y transmitir al mundo lo que estaba ocurriendo", nos comenta su hijo Danko. Un ejemplo de valentía absoluto, aunque a la guerra aún le quedasen dos años. Para Puertas, este momento es también decisivo en la instauración del legado de Mirza. El equipo, pese a estar formado por un cuerpo técnico deprimido y unos jugadores en baja o nula forma, compite muy bien. Hasta la fecha, el debut de Bosnia-Herzegovina como selección en este Europeo de 1993 constituye su mejor participación en la historia del torneo. Un récord que Mirza Teletovic o Dzanan Musa no han podido igualar.

En Shooting for Mirza se incluyen imágenes del oasis que supuso competir en el verano de 1993, con un Mirza que ha podido reunirse con su familia, llegada desde Italia hasta el hotel muniqués donde se alojan. Sorprende esa mirada absolutamente juvenil de Danko, a sus seis años de edad, la del niño que vuelve a ver a su padre y que no entiende la complejidad de todo cuanto le rodea. En los días finales de la estancia alemana, Mirza Delibasic enferma y es ingresado en un hospital. Si bien, sabe perfectamente cuál es la misión que se ha impuesto y abandona el centro sanitario para volver a Sarajevo cuando aún no está recuperado, pues la guerra y el sitio continúan.

La mirada de Danko

30 años después, Danko evoca el momento y el lugar exacto, en un parque cualquiera de Sarajevo, en el que, acompañado de su hermano Dario y de su madre, se despedía de su padre con un saludo desde el coche para abandonar la ciudad y refugiarse en suelo transalpino. Mirza lloraba, incapaz de reprimir la pena pese a su habitual tez imperturbable, y el niño no comprendía por qué se tenían que separar y por qué su padre no les acompañaba. Es algo que comprendería conforme crecía. Esta decisión de Mirza es clave en el modo en que Juan Gautier plantea su documental: "Danko es un hijo herido por la ausencia y por la decisión de su padre de quedarse en Sarajevo durante la guerra en lugar de huir con él y su familia. Todo esto convive en él con la responsabilidad de ser el guardián de la memoria de su padre y de todos los valores que representó y que Danko admira. Valores heroicos precisamente por no irse con él. El orgullo de ser hijo de un héroe nacional convive con la herida", afirma el cineasta.

Con el motivo narrativo de la mirada que conecta a padre e hijo, Gautier construye Shooting for Mirza. Este es uno de los grandes puntos que atestiguan la originalidad del trabajo. Antonio Arenas es el director del Festival de Jóvenes Realizadores de Granada, uno de los imprescindibles puntos de encuentros con los que este joven apasionado del cine y el baloncesto trata de dinamizar la vida cultural de la ciudad andaluza. Tras ver el documental sintió, y espoleado por una idea de José Manuel Puertas, que debía intentar estrenar el trabajo de Gautier en su ciudad natal en el marco de las actividades complementarias del festival. Así, consiguió montar una proyección del filme acompañado de un coloquio en el que participaron los dos impulsores, el entrenador del equipo ACB Covirán Granada, Pablo Pin, y el jugador balcánico de la plantilla Dejan Todorovic. "Creo que, en la tesitura actual, con la cartelera invadida por remakes, secuelas y sucedáneos de lo que otrora fue Hollywood, los festivales de cine no pueden reducirse únicamente a una semana de actividades y proyecciones al año, deben prolongar su programación y reforzar con su marca el tejido cultural de su ciudad. En el caso de Granada, que como la mayoría de capitales de provincia no cuenta con un circuito de exhibición en versión original, hablamos en cambio de una ciudad en la que la música y el deporte gozan de una gran relevancia. En el fondo se trata de generar públicos que se retroalimenten entre sí. Sospecho que entre los asistentes había tantas personas que descubrieron quién era Delibasic como fueron por primera vez al cine a ver un documental independiente y en versión original. Y que eso suceda es muy importante", afirma Arenas.

Shooting for Mirza tiene notables puntos de interés para el espectador. Gautier ve para su obra un protagonista en el que detecta los rasgos de los héroes de la ficción, dado todo lo que hay detrás de la vida de Delibasic. Así, se incluyen imágenes de archivo, declaraciones de Mirza de la época con gran valor como documento histórico, y un arco narrativo que vehicula Danko y el recuerdo por la trayectoria existencial y deportiva de su padre. Arenas, también crítico cinematográfico, pone el foco en otros instantes del documental: "Me quedo con dos momentos justo al inicio del metraje que pueden pasar desapercibidos, pero que condensan el vacío que dejó su muerte. El desencanto de un cigarrillo encendido en su honor sobre su tumba y el orgullo en la mirada de ojos azules de un niño rubio al ver a su padre entre la multitud. Que un cineasta sepa condensar el pedazo de vida que tiene entre manos con apenas dos imágenes nos habla de que quizá ha obrado lo más difícil. El cine tiene la capacidad de mostrar lo que no se puede decir con palabras y la película de Gautier lo logra", afirma.

La importancia de la memoria: el legado de Mirza

La ceniza de los cigarrillos en honor del sempiterno fumador Mirza con los que se le homenajea en su tumba se desvanece, así como se derrite la nieve que cae en los duros inviernos de Sarajevo y que cubre los cenotafios. Al contrario, y 20 años después de que el tumor acabase con su vida, Mirza sigue presente en la memoria de muchas personas. Y con los trabajos documentales, los libros en su honor o las proyecciones-coloquio en su honor, se instaura un legado necesario. Por ello, como reconoce Gautier, también era clave ceder un gran protagonismo al segundo hijo del antiguo baloncestista yugoslavo: "Danko quiere que sus hijos y las próximas generaciones conozcan quién era realmente su padre, pero convive con ese dolor que funciona como tensión dramática en la historia. Acomete un viaje de reconstrucción de la figura paterna durante la película y tiene un descubrimiento: al final comprende que el hecho de haberse convertido en un padre cariñoso y ejemplar no es por reacción amarga contra Mirza, sino todo lo contrario. Y que ese es precisamente el legado de su padre", concluye el director.

De todos los recuerdos que almacena el propio Danko, los fechados en los últimos meses de vida de Mirza son muy poderosos, ya que fue un intervalo en que, como confiesa, pasó mucho tiempo junto a su padre. Saber que le quedaba poco tiempo de vida provocó que fuese generoso con él y que le contase muchas cosas de una vida auténtica que se expiraba demasiado pronto. Al ser preguntado sobre qué le diría a alguien que no conociese aún a su padre, Danko no duda: "Le diría que Mirza es una de las personas más increíbles que yo conocí en la vida, y que más de 20 años después de su muerte, aún no he conocido nadie más interesante que él". El joven, que también ha jugado, como su hermano, al baloncesto, solo pudo disfrutar de su padre durante 15 años. "Las nuevas generaciones solo escuchan historias negativas del pasado, sobre todo de la guerra, y es bueno que se sepa que en el pasado también ocurrieron cosas buenas, y por eso es bueno que se conozca el legado de Mirza, la memoria del mejor jugador de baloncesto de nuestro país en su historia. Estamos intentando hacer creer a las nuevas generaciones que ellos deberían mirarse en él para que sepan que también se puede tener esa mentalidad ganadora, más constructiva, en Bosnia-Herzegovina", concluye.

En el coloquio granadino tras la proyección de Shooting for Mirza, Puertas contó una anécdota maravillosa. A los pies de una estatua erigida en honor a Delibasic en el pabellón sarajevita que lleva su nombre, se incluyen unos versos del poeta Federico García Lorca de su obra Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), aquellos en los que el también granadino escribe: "Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace / un andaluz tan claro, tan rico de aventura". Según lo investigado por el autor de Tirando a fallar, esta inesperada unión entre poeta andaluz y deportista bosnio no nace del interés de Mirza por el autor de Así que pasen cinco años (1931) o Yerma (1934), sino de un obituario que un periodista y profesor de Ciencias Políticas bosnio escribió tras su muerte en un periódico local: "Un genio en lo suyo loando a otro genio en lo suyo, sin saberlo", comenta Puertas.

El tiempo, que tan mal le trató en sus últimas dos décadas de existencia, será el juez que informe sobre cómo el recuerdo de Delibasic se sitúa en la memoria de la sociedad. Por méritos deportivos, hace mucho que conquistó un espacio privilegiado. Pero, sobre todo, los que lo conocieron recalcan la valía humana y los valores que siempre trató de transmitir. La opinión que los demás tienen de uno, en el fondo, es lo que convierte a un ser en inmortal, como refería su amigo Corbalán. Quizás, y por citar a otro poeta andaluz como Antonio Machado, Mirza Delibasic no fuese otra cosa que, ante todo, un hombre, "en el buen sentido de la palabra, bueno".

Nunca un aislamiento ha durado tanto, en las guerras modernas, como el que sufrió la ciudad de Sarajevo en el contexto de las guerras de desintegración de Yugoslavia. El escritor Juan Goytisolo, en su excepcional breve novela, lo definió como el "sitio de los sitios". 1425 interminables días en que las tropas de la autoproclamada República Srpska, con Radovan Karadzic al frente –hoy condenado por genocidio y crímenes de guerra– destrozaron esta maravillosa ciudad situada en el fondo de un valle y que hoy es la capital de Bosnia-Herzegovina. Quienes pudieron, en el intervalo sangriento que va de 1992 a finales de 1995, huyeron de la ratonera. Pero hubo una figura queridísima por los sarajevitas y todo el país que decidió no marcharse, quedarse con su pueblo, en la vida y la muerte. Pasó de ser el mejor deportista de la historia del país a convertirse, directamente, en un héroe para los suyos. No obstante, Mirza Delibasic es, dos décadas después de su prematura muerte, una figura aún no lo suficientemente conocida para muchos.

Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB)
El redactor recomienda