El Madrid da una paliza al Lokomotiv sin querer y deja encarrilado el liderato

Actitud en defensa. Esta es una de las claves del Real Madrid de Laso y el entrenador se cansó de repetirlo en cada uno de los tiempos muertos. Sus pupilos lo aplicaron a la perfección y llegaron al descanso con la victoria en el bolsillo y el ‘basket-average’ prácticamente ganado al CSKA. Ésta era la clave del partido: para ser líderes de su grupo, necesitaban una victoria más que los rusos o superar dicha ventaja a nivel general. En un Palacio de los Deportes inusualmente desangelado, el Real Madrid se llevó por delante a un Lokomotiv Kuban que dejó mucho que desear (81-55). ¿Logró el objetivo? No del todo, pero deja muy encarrilada la primera plaza debido a que el CSKA sólo fue capaz de ganar a Galatasaray por un punto de diferencia.

La victoria se cimentó en un primer tiempo en el que el Real Madrid defendió de manera excelsa y en el que aprovechó todos los resquicios que le dejó el equipo de Evgeny Pashutin para correr. El marcador al descanso reflejaba bien a las claras lo sucedido en los primeros veinte minutos: 46-24. No era un partido de trámite para el equipo ruso. El Lokomotiv Kuban está aún en la lucha por la cuarta posición del grupo con el Galatasaray. No fue el día de los de Pashutin y estuvo lejos de ser el equipo que tuvo a su alance lejos vencer al Real Madrid en el encuentro de Krasnodar. Sólo Hendrix y Aleks Maric estuvieron a la altura.

El Real Madrid da palizas casi sin querer. Los engranajes del equipo de Laso funcionan a la perfección, lo que individualmente se refleja en que puede tirar del equipo cualquier jugador. Esta vez fue Salah Mejri que se erigió fundamental en el tramo del partido en el que los blancos despegaron. Los 22 puntos del descanso fluctuaron mientras Felipe Reyes engrosaba su estadística y Laso conseguía un partido en el que los minutos de sus jugadores importantes decrecieran. El resultado final llegó tras unos últimos diez minutos que no pasarán a la historia del baloncesto y que únicamente sirvieron para que Sergio Rodríguez se divirtiera sobre la cancha y para ver en acción al joven Jonathan Barreiro.