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Mollema no es cátaro, Martin no es nihilista: sobre la etapa de Quillan en el Tour
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ETAPA 14

Mollema no es cátaro, Martin no es nihilista: sobre la etapa de Quillan en el Tour

El neerlandés se impuso con autoridad en Quillan tras atacar a 43 kilómetros de meta y dejar a sus compañeros de fuga. Martin ya es segundo, detrás de Pogacar

Foto: Bauke Mollema se alzó con la victoria. (EFE)
Bauke Mollema se alzó con la victoria. (EFE)

A veces las etapas salen con un 'tufillo' particular. Propio. Pillan argumento y, hala, hasta la meta. Son jornadas temáticas, como las fiestas de los Guns N´ Roses en la gira del Use Your Illusion, solo que con menos descontrol (tampoco tiene mucho mérito, porque aquello, en fin...). Una forma peculiar de caracterizarse. Camino de Quillan fue etapa monárquica. No reina, no. Ni siquiera la “Etapa Victoria Federica”, porque esa fue la del Ventoux. No. Monárquica. Con toda su pompa, su boato, con todas sus pelucas, sus “mejor, así comerán pasteles”, su “no me gustan estos mozos, quémenlos”, su “oiga, no andará pelín afilada es cuchilla que pende sobre mi cuello”. Más o menos. Qué esperar de una jornada que salía (casi) de Montréal y coronaba como último puerto el Col de Saint-Louis.

placeholder Bauke Mollema en acción. (EFE)
Bauke Mollema en acción. (EFE)

Pero la clave estaba allá por el kilómetro noventa. A mitad de camino, ustedes saben. Montsègur. Ay, Montsègur. La cruzada albigense. O cátara, que igual les suena un pelín más. Felipe II de Francia, llamado “El Augusto” (que ya es llamarse, también les digo) cuchichea con Inocencio III y deciden ambos, muy listillos, arrasar un poco toda aquella zona del Languedoc, que es espacio de herejes, sinvergüenzas y gente que no se lava antes de ir al metro. O lo que fuera eso en la Edad Media. Buscan excusa en todo el asunto de los cátaros, que eran unos tíos simpatiquísimos y maniqueísmos (el maniqueísmo es pensar que todo se reduce a una lucha entre van der Poel y van Aert, para entendernos) que campaban a sus anchas por montañucas y valles. Tampoco les vamos a detallar ahora cronologías y discusiones teológicas (si no metemos vatios en estas piezas mucho menos cosas tan raras) pero, a modo de resumen, podemos decir que a Corona y Papado les importaba tres testículos lo de rezar a un Dios u otro, y encontraban su motivación en tierras, nobles y feudos. Simplificando mucho todo, ¿eh?

Los cátaros eran... a ver, cómo se lo explico... tienen buena prensa, parecen chicos modernos, ecologistas, siempre sonriendo, con un puntito 'cool'... y ahora hay mucho aficionado a ellos, por aquello de las modas... y estos nuevos conversos son los que más hablan sobre el catarismo, pero sin tener demasiada idea, cayendo en tópicos típicos... En fin, que los cátaros son como el ciclocross, ya ven, exactamente igual. O los ciclocrossistas, vaya, que en este Tour hemos tenido bastante 'guest star' en ese sentido, con van der Poel, Merlier y van Aert. Alguno hasta metería en el grupo a Pogačar (campeón de Eslovenia en CX, año 2018), pero eso sería hacernos un poco de trampas al solitario, y aquí trampas se hacen, como mucho, jugando quinitos...

Y por eso, por esa identificación tan poco cogida por los pelos, se esperaba al nuevo mesías arrasando carreteras allá donde hicieron una barbacoa bien chula en 1244 (mi cátaro poco hecho, por favor, que la carne de hereje debe quedar así, jugosita). Wout van Aert que aplana la subida a Montsègur, gana la etapa, se viste con el maillot de puntos rojos. Entre medias el chico descubre el tesoro de los albigenses, desvela la genealogía de Cristo y se saca la tesis doctoral bajo dirección de Robert Langdon. Que parecen todo chorradas, pero con este mozo... como para apostar en contra.

La Grande Boucle deja huella

Media montaña, además, que parece terreno apropiado para él. Etapas donde el Tour se ha hecho inmenso, oigan, que no todo son Tourmalet y Aubisque. No, algunos de los días más recordados en esto de la Grande Boucle tienen esa impronta. Por Macizo Central, más bien, pero cualquier estribación nos vale. Lo de Mende, por citar algo moderno. O Croix de Chaubouret, con Herrera ensangrentado, un ecce homo. Nos queda religioso el asunto hoy, ¿eh? Hasta Bahamontes haciendo el golferas, que lo mismo te pide helado que te gana el Tour, las dos veces en Romeyère (un tío de ideas fijas). En fin, espectáculo, porque estos días pueden presentar desarrollos alternativos a los ya vistos antes. Táctica, estrategia, juegos de equipo o de nervios. Expectativas camino de Quillan.

Foto: Luis Ocaña, en una imagen de archivo.

La cosa, además, llega después de una jornada trágica. Cavendish igualando los parciales de Merckx en la Grande Boucle. Vuelvan a leerlo. Si es que hasta suena mal. El belga hizo unas declaraciones con cierta arrogancia sobre el asunto, comparando los kilómetros que ha estado en cabeza durante sus participaciones galas y el ratito que asomó Mark morruco por vanguardia. En fin, si alguien se ha ganado ser arrogante en este asunto es Eddy Merckx, y tampoco dijo ninguna mentira, así que... perdonado todo. A Cavendish, que salva el fuera de control por poco en cada montaña un poco dura, pues también lo perdonamos, porque estamos muy generosos hoy...

Los ciclistas... pues no tanto. O no del todo. Comienzo a hostias, escapada que se forma en torno al kilómetro 100, pero sin van Aert, porque a veces las fiestas se nos ponen así, de chafar vísperas. Algunos sospechosos habituales de esos que decía el capitán Louis Renault, ciertos elementos a los que jamás pensamos ver en estos asuntos (Louis Meintjes, antiguo chuparruedas de postín) y dos o tres que hasta podían trepar bastante en la general.

El más beneficiado fue, como suele pasar, Guillaume Martin. Digamos que al tío le falta motor, y no tiene pedigrí para aguantar con los primeros en los grandes puertos, y además se casca unas cronos horrorosas. Pero todo eso lo suple con inteligencia, olfato y buenas dosis de combatividad. Vamos, que cada mañana se quita el traje de nihilista y busca reinventar cada una de sus opciones. Anda negado con la victoria, pero a base de perder y sumar minutos se ha puesto segundo en la general de todo un Tour. Caducidad fechada, seguramente, pero que le quiten 'lo bailao'. Poco a poco va amarrando un puestecillo de esos que muchos consiguen a base de seguir ruedas ajenas y luego te venden como éxito internacional a la hora de negociar un contrato (no miro a nadie, y mucho menos a nadie que vista de azul y tenga poca arrancada).

placeholder Guillaume Martin fue uno de los grandes vencedores de la jornada. (EFE)
Guillaume Martin fue uno de los grandes vencedores de la jornada. (EFE)

La resolución del asunto... bueno, tampoco una locura. Lucha entre Woods y Poels por la montaña, que parece nos va a animar bastante los Pirineos, porque a mí ese maillot de mejor escalador me parece feísimo, pero, oigan... tiene su público. Y luego Mollema arranca desde Parla, abre hueco, aguanta subiendo Saint-Louis, alza los brazos en meta. Digamos que Bauke Mollema no es un estilista. ¿Recuerdan lo de los cátaros? La buena prensa, el toque 'cool', esas cosas... Pues Mollema... en fin, Mollema tampoco es un cátaro. Mollema ataca y se mueve, baja cuadrado, separa las rodillas de su bicicleta. Es como si Fernando Escartín hubiese tenido una noche loca allá por los Países Bajos y Bauke fuese fruto de ello. Eso en el caso de que Escartín tuviese noches locas, ¿eh?, que yo no lo sé...

Pero... efectivo. En la fuga iban otros con más galones y bastante más estética. Omar Fraile, por ejemplo, o Chaves, o Higuita. Hasta Woods, que siempre va muy bonito sobre la bici (salvo cuando se trata de bajar un puerto). Y sin embargo... aquí gana el que menos tiempo hace, y no el más guapo, porque entonces Bugno tendría siete Tours de Francia, y miren ustedes cómo quedó... Comparar a Mollema con Cattnaeo, por ejemplo, es como comparar los cubitos de hielo con las piedras de hielo (y si piensan que es lo mismo consulten a su bolinga habitual, porque no)... Pero, de una forma u otra, lo importante es enfriarte el cubata.

Y Mollema lo sirvió helado, oigan.

(Ah, los favoritos hoy de fiesta. Supongo que es porque tienen pensados zafarranchos gordos para los Pirineos grandes, porque de lo contrario... Bonito sitio este para jugar con el conjunto, o plantear variantes tácticas, pero nada. Salvo para Guillaume Martin. Y para Pogačar, claro, que resta otra jornada. Ojalá no se arrepientan en el futuro por las oportunidades perdidas... o sí, que bien merecido lo tendrán).

A veces las etapas salen con un 'tufillo' particular. Propio. Pillan argumento y, hala, hasta la meta. Son jornadas temáticas, como las fiestas de los Guns N´ Roses en la gira del Use Your Illusion, solo que con menos descontrol (tampoco tiene mucho mérito, porque aquello, en fin...). Una forma peculiar de caracterizarse. Camino de Quillan fue etapa monárquica. No reina, no. Ni siquiera la “Etapa Victoria Federica”, porque esa fue la del Ventoux. No. Monárquica. Con toda su pompa, su boato, con todas sus pelucas, sus “mejor, así comerán pasteles”, su “no me gustan estos mozos, quémenlos”, su “oiga, no andará pelín afilada es cuchilla que pende sobre mi cuello”. Más o menos. Qué esperar de una jornada que salía (casi) de Montréal y coronaba como último puerto el Col de Saint-Louis.

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