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Pelis de terror hispano y osos alpinos en el Giro de Italia: Bouwman gana, el resto no
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Pelis de terror hispano y osos alpinos en el Giro de Italia: Bouwman gana, el resto no

Bouwman fue el gran ganador de la etapa, mientras que los favoritos optaron por no malgastar fuerzas y dejar todo en el aire de cara al fin de semana definitivo

Foto: Koen Bouwman triunfa en la etapa. (EFE/EPA/Maurizio Brambatti)
Koen Bouwman triunfa en la etapa. (EFE/EPA/Maurizio Brambatti)

Hace casi un siglo Franc Abulnar era el dato extravagante.

Franc Abulnar tenía nariz de pimiento, pelo escaso, una única ceja y aspecto general de ogro bueno en los cuentos de hadas. También pinta de cualquier cosa que no fuese ciclista, para qué engañarnos. Solo que Abulnar le daba la bici, y no era malo. Debutó, incluso, en el Tour de Francia. Año 1936, abandono, novena etapa. En aquel entonces Franc se convirtió en el primer esloveno que corría la Grande Boucle.

Hoy los eslovenos dominan esto de los velocípedos como si no costase trabajo, y lo mismo te ganan la Vuelta, que el Tour, la Lieja, Lombardía, San Remo o el Gran Premio de Monza dando pedales. Seguro que tienen nombres en su mente, porque son ustedes aficionados al asunto, pero háganme un favor y no olviden al bueno de Franc. Parecía majo...

Foto: Ciccone celebra su victoria del dominfgo. (EFE/EPA/Maurizio Brambatti)

Otra historia. Ottavio Bottecchia. Que era el octavo hijo de Francesco y Elena. Le pusieron Ottavio, supongo, porque tampoco es plan de andar memorizando nombres para tanta concurrela, ¿no? Pumba, tú, el octavo, pues eso. Pena del hermano chico, porque Nono es poco serio. En fin. Bueno, eso, que Ottavio nace en San Martino di Colle Umberto a fines del siglo XIX y vive toda su vida en el Friul. Tipo con poca suerte, por decirlo de forma suave. Lo reclutan para la Gran Guerra y allí, a ver, tomen aire... pilla la malaria, aspira gas venenoso, es hecho prisionero por los austríacos (escapa), luego le dan incluso una medalla al valor. Combatió con los bersaglieri sobre la bici, porque a veces esto de las biografías arroja resultados bizarrísimos. Luego se puso a competir. Con los mejores del mundo. Debuta en el Tour y solo le gana Henri Pélissier, su jefe de filas. Después sendas victorias. Dos años más tarde lo encuentran tirado en una cuneta, con la cabeza manando sangre y sesos. Nunca saldrá de aquello. Aun hoy no está claro si fue asesinato político (no andaban los fascistas con muchos miramientos en aquel entonces, y nuestro Ottavio era bastante rojo), marido cornudo o algún agricultor malhostiado...

En fin, relatos.

Digamos que con estos antecedentes está bastante justificado el recorrido de hoy en el Giro, ¿no? Visitar la casa de los dioses que domeñan el ciclismo hoy, homenajear en su tierra al primer transalpino que puso pica por París (bueno, el primero de verdad fue el primero de todos, que Garin nació en Aosta, donde Cogne y el espectáculo fascinante del domingo, pero no vamos a andarnos con detallucos). En Italia llevan muy a gala honrar el pasado, y nuestro Giro no podía ser menos...

Pero, oye, ya que nos subimos hasta acá podíamos hacer algo coqueto, ¿no? Manos a la obra, les ha quedado una etapa de lo más apañada. Vamos a ser provocadores... en algunos aspectos la mejor de esta Corsa. Con puertarraco bien gordo situado a distancia ideal para hacer saltar todo por los aires, con una subida final que tiene chicha pero no asusta. Oye, de diseño no podemos quejarnos hoy. Otra cosa son los resultados, pero de diseño... Dos puertecillos, entrada en Eslovenia y lo gordo del día. Kolovrat. Que mola a montones, eso de Kolovrat. Sales de Kobarid, pasas Idrsko y empiezas lo duro. Dan ganas de pillarse la flaca, oigan. Al menos hasta que ves los números. Diez kilómetros al nueve por ciento. Un descansillo grandote a mitad de subida. Echen cuentas. Coloso con todas las letras (salvo las de la palabra “altitud”, porque mil cien metros no dan miedo), que puede romper organismos. Se corona a cuarenta y tres... veinte de bajada, trece de llano, subida final. Vamos, que trampa perfecta, cepo para osos escondidito bajo el panal. Subir al Santuario de Castelmonte también tiene lo suyo, pero a estas alturas no creo que nadie vaya a asustarse. Así que eso... terreno buenísimo.

Faltaba la intención, porque en la vida sin intención no llegas a ningún lado...

placeholder Carapaz sigue vistiendo de rosa. (EFE/EPA/Maurizio Brammbatti)
Carapaz sigue vistiendo de rosa. (EFE/EPA/Maurizio Brammbatti)

Bueno, llegas a pedalear despacito y en gran grupo por una etapa tirada de forma inmejorable. Fuga gruesa, distancias aumentando, sensación de que, mira, igual teníamos que haber bajado a la playa, tú, que nos hemos perdido una tarde de sol y aquí no abundan. Ay. Pero luego habla el diablillo que tenemos sobre el hombro los aficionados a esto de la bici. Que no, que no, ya verás, en el puertaco gordo se va a montar la de Val Louron, que te lo digo yo, que nunca te he mentido.

Puto diablo (no Chiappucci... el mío).

Entonces... escapada. Ya saben. Fuga que no fuma, el pelotón que sí. Están allí Attila Valter (menudo meh de Giro el suyo), Andrea Vendrame o Koen Bouwman, maglia azzurra, entre otros. Por cierto, la maglia azzurra era mucho más bonita de verde, pero es que hoy estoy enfadado, y lo veo todo mal, déjenme desahogarme.

Y eso, hacen distancia. Hay subidas, bajadas, mira un pueblo, qué arroyo tan bonito. Dan ganas de pedalear un ratuco por la zona, oigan. Y, además, se acerca el gran juez del Giro, el puerto que podría cambiar sendas y episodios por escribir.

Kolovrat.

Kolovrat es un puerto, aunque tú ese nombre lo cuadras para cualquier cosa que sea acojonante. “El Conde Kolovrat contra las diecisiete vírgenes ninja”, por ejemplo, película de terror española, año 1976, protagonizada por Paul Naschy, Nadiuska y la chica aquella con el novio tan importante, Sandra Mozarowsky. No la busquen en el nelflix, que me lo he inventao, era solo un ejemplo. Literales, que son unos literales.

Foto: Santiago Buitrago celebra su victoria. (REUTERS)

Pues eso, que un pepino de impactar, uno de esos puertos “10 al 10” (como Joux Plane, como San Marco) que definen ellos solos carreras profesionales. Entonces... pues mira, expectación. Porque además estamos en Eslovenia, patria querida, y hay un montón de gente viendo lo del Giro. Que tú te imaginas a un esloveno llamando a sus colegas, sí, oye, mira, quedamos para ir a eso de la Corsa el viernes, ¿no?, sí, sí, ciclismo, sí, lo que hacen Pogačar y Roglič, macho, mola de narices, todo el rato así, ataque va, ataque viene, duelos en lo más agónico. Y esta tarde todos mirando raro al promotor, mientras casi 200 tíos suben por allí a ritmo “tren de la bruja” sin escobero de malas trazas. Vamos, que les debió parecer otro deporte comparado con, no sé, Le Grand Bornard o Lagos de Covadonga, por citar ejemplillos fáciles.

Pobres.

Igual en otros sitios les cuentan gaitas sobre desgastes, velocidades supersónicas, fatigas acumuladas y apariciones de Nessie, el Sasquatch y Enrique de Vicente poniéndose otra más. Pero aquí les vendemos historietas, no historias. Porque, seamos claros... se escala Kolovrat a marchilla suave, suave, suave. Que todo lo anterior (lo del cansancio y tal) puede ser cierto, pero cuando van tantos tíos juntos es porque nadie quiso exigir (y quien pretenda convencerles de lo contrario, disculpen, pero quiere reírse de ustedes). Controla el equipo de Jay Hindley, porque el equipo de Jay Hindley se cree que el líder es Jay Hindley. En realidad el líder es Carapaz, pero entre que perdió hoy a Richie Porte y que siempre mola que le trabajen a uno, pues... Jay Hindley es, para entendernos, ese extraño personaje que hizo segundo en un Giro y va camino de (al menos) igualar puesto en otro y, oigan... uno no sabe si tiene pelo largo tatuajes a lo Axl Rose o cara de malo tipo Christopher Walken. Vamos, que es anónimo, macho, anónimo, y anónimo es lo peor que puedes ser en la vida (y más si te dedicas a un deporte que vende únicamente publicidad). Al menos eso creo...

Llama la atención, por último, la enorme confianza que el equipo de Jay Hindley tiene en Jay Hindley de cara a un versus con Carapaz contra el crono. Han coincidido en ocho pruebas así (desde 2018 solo han coincidido en ocho pruebas así... es que da para reflexión) y el parcial lo gana por bastante nuestro imitado preferido. Siete a uno, pum, paliza. Solo perdió en la Vuelta de 2018, una crono que terminaba en Torrelavega. Pero por Torrelavega pasan cosas mogollón de raras, se lo digo yo, así que... En fin, supongo que lo tienen medido al milímetro (los equipos llevan tecnología que haría llorar de emoción a Yuri Gagarin), porque de lo contrario es todo pelín incomprensible...

El tercer elemento del pódium, Mikel Landa, se pilló moscoso hoy. Veinticuatro horas antes abandonó, positivo por COVID, João Almeida, y eso pareció definir las plazas del cajón. Uno pensaba que, asegurada grande, habría envites gordos a pares, aunque fuese farol. Pero nanai...

placeholder Mikel Landa continúa en el podio. (EFE/EPA/Maurizio Brambatti)
Mikel Landa continúa en el podio. (EFE/EPA/Maurizio Brambatti)

Subiendo al Santuario di Castelmonte... joder, subiendo al Santuario di Castelmonte. En fin... es que ni en la fuga, macho, ni en la fuga. Quizá porque los seres humanos nos contagiamos rápidamente de la mediocridad (a la excelencia cuesta más sumarnos), pero menuda ascensión. En fin. Todos a ritmo, jugando al Pang en el ciclocomputador (es la única explicación que encuentro pa que estén todo el rato trasteando con el cacharro) y resolución al sprint. Por lo menos hubo su buena ración de mamarrachismo (cuando no tenemos calidad el mamarrachismo salva muchas tardes), con una llegada impropia, una curva imposible, Bouwman a punto de sumar puntos en el ranking de Rompetechos neerlandeses (clasificacion muy competida, advierto) y finalmente adornando con un parcial su Rey de la Montaña. Gran Giro el suyo, la verdad.

Por detrás... pesetazos. El ciclista candidato al Giro con maillot rojo lo intenta sin muchas ganas, y es rápidamente neutralizado por el ciclista candidato al Giro con maillot verde y por el ciclista candidato al Giro con maillot rosa. Así, de la manuca (por los Alpes Julianos hay osos, y no puede uno fiarse nada) entrarán en meta. Empate técnico.

Mañana empieza el Giro de verdad. El problema es que pasado mañana acaba el Giro de verdad (y el de palo), y para esto ya teníamos el Criterium Internacional. Con un poco de suerte amanece cruzado el ábrego y alguno dibuja locuras desde Pordoi (o desde San Pellegrino... total, escribir es gratis), pero difícil será que no nos llevemos un sabor de boca rarete...

Dicho todo esto... llega el Passo Fedaia, y eso es algo que nadie puede perderse.

Hace casi un siglo Franc Abulnar era el dato extravagante.

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