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Anfetas, champán y peleas en el hotel: por qué Van der Poel no es el primer ciclista 'rockstar'
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La bici es un imán para los vicios

Anfetas, champán y peleas en el hotel: por qué Van der Poel no es el primer ciclista 'rockstar'

El holandés se perdió el Mundial después de un incidente físico con unas adolescentes que le molestaron en el hotel. No es el primer ciclista en protagonizar historias para no dormir

Foto: Van der Poel, en el pasado Tour de Flanders. (EFE/EPA/Julien Warnand)
Van der Poel, en el pasado Tour de Flanders. (EFE/EPA/Julien Warnand)

A ver, cómo empezar esto...

En fin, Australia es un país agresivo. Eso lo sabe cualquiera que viese 'Mad Max' (las dos primeras, la tercera, con Tina Turner, daba penilla), 'Cocodrilo Dundee' (“esto es un cuchillo”, frase legendaria cuando entras en unos servicios públicos) o el capítulo aquel de 'Los Simpson' donde Bart destroza flora y fauna oceánica con media ranuca y mucha mala hostia.

Ah, también hay tiburones blancos, canguros llenos de chulería y Robbie McEwen, ojo.

Pero lo de este Mundial ya ha sido de chiste, porque tuvo como directores a Álex de la Iglesia y Carlos Areces. A ver, que yo recapitule... a Remco Evenepoel (parabienes todos) lo ataca una malvada urraca, como en el álbum de Tintín. Luego Bauke Mollema también sufre depredación 'arruquil', y en crono se le jode la máquina, y luego se estampa contra una gaviota (que igual, amigo Bauke, había que ir mirando esa fijación con la ornitofauna local, tío, que no es ni medio normal lo tuyo). Luego Van Vleuten también se cae, y dicen que si se rompe el codo, que ya me dirás tú, si puedes competir con un codo a la virulé, pero luego no importa, porque gana el arcoíris, y menudo año, Van Vleuten, menudo año, le ha 'faltao' el Oscar a mejor actriz, el concurso de maja en las fiestas de Reinosa y el Premio Planeta por su biografía novelada 'Fichadme pa'l masculino, que ataco más que vuestro líder'. Más o menos es mi análisis sesudo y ponderado del Mundial.

Foto: Peter Sagan celebra una victoria en el pasado Giro. (EFE/EPA/Luca Zennaro)

Ay. Bueno, y lo de Van der Poel. Las risas, lo de Van der Poel.

Un poco de contexto. Mathieu van der Poel llega al Mundial después de un año... rarete. Ha sido exitoso, porque cualquier año con De Ronde y la actuación esa del Giro es exitoso, pero... También ha sido pelín fracaso, porque cualquier año con lo de Roubaix y la actuación esa del Tour es pelín fracaso. Así que uno no sabe si viene a salvar o redondear, si llega 'favoriteando' o en plan 'underdog' como Daniel Bryan contra Triple H (más o menos).

Sucede que a Van der Poel le pasan cosas. Cosas. Como a ese amigo que sales con él porque siempre deja historietas para contar, pero, joder, la última vez casi pierdes tu mano derecha, tres dientes y la ciudadanía española. Pues igual con Mathieu. Vísperas de la carrera y el tío tiene un incidente en el hotel. A ver, no incidente en el hotel rollo Keith Moon, pero un incidente. Que hay dos adolescentillas tocando a su puerta un montón de veces. Ya ven, las 'fanses'. Pero de madrugada, cuando falta un 'na' para el gran objetivo, pues... Y el tío que responde mal.

Se ha filtrado hace poco un vídeo (ahora hay vídeos filtrándose de prácticamente cualquier cosa, menos mal que nos llegó tarde el asunto) donde el Van der Poel espera agazapado tras su puerta, las dos majérrimas ignorantes y maleducadas prueban a tocarle los timbres una vez más, y el tío se abalanza como Andoni Goiketxea ante tibia tierna, en calzoncillos (eso luce mucho) y entre gritos que harían quebrarse un vaso de sidra, porque no veas qué gritos las mozas, qué agudos, Bruce Dickinson en 'Run to the Hills'. En fin, que, cuentan, la cosa acabó con el ciclista empujando a una de las menores hasta tirarla al suelo (eso no sale en el vídeo, aclaro), una detención, un paseo por comisaria, una retirada en el Mundial, una multa y salir perdiendo el culo de Australia, no vuelvo ni de vacaciones. Bueno, vuelvo para el juicio, y ya. En fin, dislate, charanga, zarzuelilla de tres al cuarto, chorradas. (Salvo para los implicados, supongo).

Esto de acosar deportistas en los hoteles no es cosa actual, no vayan a pensarse ustedes. Cuentan que si para ver a Julen Guerrero (buena zancada, mejor melena) llegaron unas muchachas a esconderse en el carrito de la ropa sucia. Fue antes del Mundial de 1994, concentración en Puente Viesgo. También les digo... yo estuve en ese mismo hotel para una boda y es sen-ci-llí-si-mo acabar en un carrito de ropa sucia. O sitios peores. Vamos, que bien.

Foto: Alberto Bettiol celebra una pasada victoria en la De Ronde van Vlaanderen. (Efe)

Pero con los ciclistas, igual uno pensaba que... Bueno, joder, que se hacen 200 kilómetros por jornada (o se hacían), con siete horas sobre la bici (ay, siete horas), tres puertos de categoría especial (ay, tres puertos de categoría especial) y cronos de 60 kilómetros (ay, ay, ay). Y eso, que igual la cosa está más centrada, por lo del descanso y tener piernas tranquilinas. Oigan, que no. Que no es nuevo, el rollo 'rockstar with groupies and jail'. Vean, vean.

A ver, tú piensas en estos aspectos y te sale el nombre de Sagan. Por cercanía, seguramente. Yo tengo mucho fervor para que Sagan se pelee con Daniel Oss y este escriba un libro contando todos los asuntos en década y media. Imaginen. Esperaremos.

Entre tanto... pues Freddy Maertens. Freddy Maertens, nada menos. Con sus pintas rubiales, con su altura, con ese marcar paquetorro en 'coulotte' (tampoco hace falta mucho, ¿eh?). Mentón de galán hollywoodiense, narizota tipo “ya sabes lo que dicen de las narizotas, ¿no?”. Bueno, pues eso, qué suspiros, qué fiestas, que vaya farra, colega. Polémico y exitoso. De las cinco mejores temporadas históricas (en número de victorias), dos son suyas. Las otras tres llevan el nombre de Édouard, claro, porque aquí todo lleva el nombre de Édouard.

Y que montaba el tío unos saraos gordísimos. 'Desequilibradetes', ojo. No ayudó lo de Monserè, también es verdad, pero... 'desequilibradetes'. Anfetas. Champán Lanson, que lo patrocinaba y el tipo hacía buen uso de... Cosas más raras aún. Que si le echaron mal de ojo, que si era una secta satánica, que si el diablo se le apareció en plena Milán-San Remo. Como los grandes del rock, sí. Luego salió de todo ese rollo, y hoy está bastante bien, enseñando el Museo de De Ronde (otra vez de Ronde, qué tendrá de Ronde).

Laurent Fignon también contaba asuntillos de estos en su biografía. Después de su segundo Tour, noche larga. O aquella vez que una Miss Francia estaba encamada con su compañero de habitación. Guimard entró por allá y el otro con las mantitas hasta el mentón, no fuera a ser que... En fin, éramos jóvenes e inconscientes...

No es de ahora, insistimos. Qué va. Piensen en Choppy Warburton, que hizo diabluras sobre las pistas en la segunda mitad del XIX. Tenía cara de mala hostia, arrancaba suspiros, destrozaba corsés, era tipo contrario a la moral biempensante. ¿Es usted un poco victoriano? Pues venga, que le voy a hacer rima. Jaja. Ese tonillo. Edmond Jaquelin, un poco posterior, también juega en esa liga, porque en aquel entonces los velódromos eran como el de Buffalo, y allí estaba Tristan Bernard, y las muchachas del Folies Bergère, y Hemingway, y, en general, todo tenía mucho más de glamuroso, de golfainas y de mira, mamá, a mí me llevaron, yo no quería...

O, en plena Edad de Oro, el mítico Charles Pélissier, que era el hermano simpaticote (Henri fue un...), y un truhán, y un señor, todo bohemio y soñador. Vamos, que los hombres le llamaban Charlot, porque los hombres nunca fuimos muy allá en lo de poner apodos, pero para las mujeres era Valentino, y ya saben ustedes lo que es ser 'Valentino', y también le decían 'Le Beau Pelissier', y tenía sus escarceos, que para eso era La Belle Époque. Fue compañero, por cierto, de André Leducq, orejas de soplillo, ojos como huevos, quien tuvo en las acometidas de cierta burguesilla uno de sus rivales más jodidos durante el Tour de 1932. Éxito final, añadamos, tanto con la Bovary en cuestión como para las bicis, que acabó ganando seis etapas, el 'jaune' y una anécdota buenísima para contar cuando viejo.

Foto: Imagen de archivo de Julio Jiménez. (EFE)

También andaba por allí André Pousse, con su voz cavernosa, con sus pintas de mafioso cruel, pero disfrutón. Anduvo por Nueva York con Marcel Cerdan, con Édith Piaf, hizo pinitos en el cine. O Hugo Koblet, aire de James Dean, aspecto arreglado, pulcro, 'charmé', pero peligroso. El destino en las pupilas, en su mirar. O el mismo Jacques Anquetil, y todo aquel lío con la mujer de su médico, y luego con la hija de la mujer de su médico, y luego que tuvo una hija/nieta, y más tarde abandonó a todas para irse con la esposa de su hijastro, y todo eso con champán, y con el cordero en Andorra, y con Géminiani bien cerquita, y todos hablaban maravillas de él, porque derrochaba simpatía y glamour. O incluso Julio Jiménez (cuota castellana obliga), a quien un compañero le ofreció encamarse con su mujer en pleno de Giro de Italia. Que encamarse tampoco se encamó mucho, porque sucedió el tema en pleno campo, rollo intercambio de fluidos en pinares, pero ustedes saben, tampoco vamos a extendernos mucho, que aquí somos castos, puros y sin mácula.

Porque entrenamos poco, seguramente. Si es que la bici es un imán para los vicios...

A ver, cómo empezar esto...

Remco Evenepoel
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