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Vingegaard se exhibe en el recuerdo de Hinault y tritura a Pogačar en el Tour de Francia
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Etapa 16

Vingegaard se exhibe en el recuerdo de Hinault y tritura a Pogačar en el Tour de Francia

El danés fue imparable en la crono entre Passy y Combloux para abrir brecha con Pogacar en 1:38. Carlos Rodríguez perdió el podio por solo 5 segundos de diferencia sobre Adam Yates

Foto: El danés pulverizó el crono. (Reuters/Benoit Tessier)
El danés pulverizó el crono. (Reuters/Benoit Tessier)

No fue ciclismo. No. Algo más arcaico, más feroz. Inhumano.Bernard Hinault era un ciclista particular. Agresivo, psicopático, siempre buscando camorra. Bernard Hinault quería ganarte, sí, pero su anhelo máximo era disfrutar con tu dolor. Huesos quebrados bajo mandíbulas de "Tejón" (no caimán, se lo ruego, no caimán), jadeos y rostro con miedo. Allí ganaba. No por sus cuádriceps, ni por esos riñones portentosos (nunca hubo nadie con esa capacidad en riñones, decía Cyrille). No, detallucos. Las ganas de matarte. De ello se alimentaba. Las ganas de matarte (y matarse).

(Por eso nunca encontró rival alguno Bernard. Por eso solamente Merckx pudo derrotarlo, camino de Superbagnères, cuando los dos más grandes enfrentaron leyendas sin medirse).La Côte de Domancy es, sobre todo, Hinault. Y el Mundial de 1980, el circuito de Sallanches, lo más duro de siempre (al menos en desarrollo). Cuando la Gitane azul de Bernard (qué bonita era la Gitane azul de Bernard) se disfrazó de ariete, de vinea, de onagro. Carrera sin victoria... solo supervivencia. Barbarismos... Aquello sucedió en la Côte de Domancy. En los alrededores de la Côte de Domancy. Dos kilómetros y medio, comienzo suave, rampas del diecisiete, mil quinientos metrucos por encima del once. Una pared. A pasar muchas veces. Ritmo, ritmo y ritmo. Destrozar organismos ajenos. Si llevamos lo de las bicis hasta el momento agónico... suele ganar el mejor. Y el mejor era Le Blaireau.

Tadej Pogačar mira a los ojos de Bernard Hinault. Distinta estética... amenazador y agresivo el de Yffiniac, aire de pícara despreocupación, el muchachín esloveno. Pero aguanta comparaciones a sus años. En victorias, en actitud (no sé si en aptitud, porque cómo saber si en aptitud). Que no les engañe su caruca de niño bueno. Y ahora llega, él también, a Domancy. Es como un guion escrito a mala leche (o con buena pluma). Otro duelo en la distancia (cronológica). Otro que el joven pierde, que no alcanza a su antecesor histórico.

Un duelo titánico

Merckx sigue reinando, porque Merckx es el hombre que batió al hombre que ha batido al hombre. La Côte estaba en mitad (bueno, casi al final) de una contrarreloj. De la única contrarreloj. La única contrarreloj del Tour, que llega a principios de tercera semana, que tiene veintidós kilómetros, que incluye un puerto de segunda, que acumula buen desnivel. Fue un espectáculo, y está saliendo chula la Grande Boucle, pero que los árboles no impidan ver el bosque... sigue faltando crono. Las cronos obligan a zafarranchos, las cronos alejan estrategias de equipo (que están muy chulas, eh), las cronos premian características diferentes al Tourmalet, por poner un ejemplo que todos amamos. Se pide variedad (bueno, yo también pido fondo, y etapas con tres Fuera de Categoría, y distancias serias, y volver a lo que este deporte siempre ha sido... pero ahora hablamos de variedad), se pide que quien gane el Tour deba ser óptimo en todos los terrenos y no solo en uno. Se pide ciclismo, porque el ciclismo es (el ciclismo fue) esto.

Así que... duelo entre Pogačar y Vingegaard. Entre Hinault y un chavaluco rubito que busca comérselo. No, no les voy a hablar de Lemond, porque Vingegaard ataca, y Lemond... ay, Lemond. Ahora está muy de moda decir que si Lemond dejó de atacar por el accidente, pero es que antes... mucha presencia, cero ofensivo. Si el osado aquel 1986 era Zimmermann, colega... Etapa decisiva, decíamos, por aquello de que no puedes esconderte contra el crono, no puedes refugiar en compañeros, no hay ruedas, no hay añagazas, no hay faroles. Etapa decisiva, decíamos, porque anda el Tour tan apretado que medio minutuco (madre mía, con lo que fuimos; madre mía, con cómo acaba) parece poco menos que un Tombstone del Enterrador. Y mira que queda, ¿eh?... Loze, el sitio ese impronunciable de los Vosgos. Pero, visto lo visto... etapa decisiva, no sé si antes se lo comenté.

placeholder Vingegaard, Pgaçar y Carlos Rodriguez en este Tour de Francia. (EFE/Etienne Garnier)
Vingegaard, Pgaçar y Carlos Rodriguez en este Tour de Francia. (EFE/Etienne Garnier)

(También para el pódium, que les gusta a ustedes Carlos Rodríguez, que lo sé yo. También para el pódium. Se regula mucho, el mozu, no debería pegar petadas de aquí al final, pero si alguien tiene permiso para desfondes es un tío de veintidós años. Recuerden sus madrugadas con veintidós años, sí, recuerden sus madrugadas con veintidós años).

El asunto era complicado para las tácticas. Como ya no hay cronos de sesenta kilómetros planitos, como ahora todas son cortucas, y con subidas de pendientes gordas, como la originalidad manda... pues se ponen de moda los cambios de bici. Pasó en el Giro (todavía está abrochándose el casco Geraint), pesó en un Mundial, pasó aquí. Parar o no parar, pensaban los buenos, con un Yorick en la mano (un Yorick, Jai Hindley, Tom Doumolin... lo que tengas cerca). Vale, apuntes. Giulio Ciccone que sale y dice "cómo están ustedes"... En serio, coulotte negro, macho, dejemos la imagen ridícula para los escritores ciclistas...

Segundo apunte... Wout van Aert, que hace mejor tiempo. Bueno, a ver, como siempre... Wout me instaló la fibra en casa, Wout planta maíz en Sicilia, Wout escribió un A Humument con recortes de las etapas en que es protagonista. Ese Wout van Aert. El de Hautacam, los Elíseos, las cronos. Wout van Aert, que tiene más polivalencia que una lavadora comprada en El Corte Inglés.Tercer apunte... Pogačar sale a toda hostia y lleva entre las piernas una cosa feísima... La bici, qué bici más fea, qué horror de bici. A ver, es cabra, y las cabras ya se sabe, pero... Ahí gana Vingegaard.

​Vingegaard no tuvo piedad

Que, cuarto apunte, también sale disparao. Tadej y Jonas mastican habaneros mientras hacen rodillo, Tadej y Jonas escuchan Dimmu Borgir justo antes de arrancar. A Jonas le dicen por radio que "hoy mostrará al mundo quién es el más fuerte". Ojo, profundísimo, importante de cojones, Paulo Coelho director ciclista. Entre eso y los "VAMOS, VAMOS, HOSTIA" de Javier Mínguez, pues no con qué quedarme. Bueno, sí lo sé. Primer parcial, siete kilómetros y Pogačar mete veinticinco segundos a los mortales... pero es que Vingegaard mete dieciséis segundos a Pogačar. Es absolutamente acojonante. Menudos berridos metería Mínguez...

Detallitos: Vingegaard traza maravillosamente bien, sin soltar el manillar de triatlón (casi) nunca. Es llamativo, porque tú lo ves y pareciera que no, que arriesga demasiado, que corrige, que no va seguro... pero cuando siempre sale, cuando recorta en cada curva, cuando escucha sasar y arrás antes de las enlazadas, pues... todo lo que tú piensas descontrolado igual está bajo control. Detallitos: Pogačar cambia de bici. Pierde unos quince segundos adicionales. Estrategia arriesgada. Arriesgadísima. A posteriori es fácil, a posteriori todos sabemos. Llevaba medio minutín perdido antes, pareció suicidio. Llevaba medio minutín, más los quince. Complicado. Todo previsto, pero el hombre de la inspiración, de la clase, del improvisar... siguió los planes. No sé. Ah, Vingegaard sigue con su bici de crono. Arriba de Domancy iba un minuto mejor, luego podía acoplarse (y Vingegaard se acopla bien, se acopla maravillosamente, tiene una postura fantástica), la cosa pintaba a casi KO.

Foto: Hinault y Lemond, en su célebre subida a Alpe d'Huez en el Tour de 1986. (Foto: RTVE)

Detallitos: crono acojonante de Peio Bilbao, crono acojonante de Simon Yates, crono pelín decepción de Carlos Rodríguez (fue a más, pero es que yo pensaba en cosas muy lóquers y acabó perdiendo pódium virtual), crono normalilla de Adam Yates. Crono horrible de Hindley, que tiene una curva de rendimiento en el Tour como la mía en San Cipriano. Detallitos: Dos kilómetros más y lo coge, dos kilómetros más y Vingegaard dobla a Pogačar. Un Indurain vs Chiapucci, un Armstrong vs Ullrich (no busquen dobles lecturas). Un jaque mate, un "me rindo", el quinto gol de Iván Iglesias, el quinto gol de Jeffren Suárez.

Increíble. El rendimiento de Jonas Vingegaard ha sido excepcional. Epatante. Admirable, asombroso, extraordinario. Denme más sinónimos, cabrones, denme más sinónimos. Minuto y cuarenta a Pogačar, casi tres a van Aert. O sea... le ha metido lo mismo a Pogačar que Pogačar a van Aert (redondeando). Después de Wout... todos igualaos. Más arriba... Asgard. Jonas trincó su Jörmungander y la troceó a cachitos pequeños, luego puso perejil, un poco de ajo y, hala... a zampar.

¿Quieren el piropo definitivo? Hoy Vingegaard fue Le Blaireu. En la general queda a un minuto y cuarenta y ocho segundos Pogačar de Vingegaard. Mañana toca Loze, luego los Vosgos. Perfecto, sí... aunque ya no valen atacucos de cerca, ya no valen vallas, no a las bonificaciones. Golpe maestro, demolición. Si Vingegaard gana este Tour recordaremos la crono como un número difícil de igualar. Si lo hace Pogačar... será por las bravas.

Uno de ellos pierde, todos nosotros vencemos.

No fue ciclismo. No. Algo más arcaico, más feroz. Inhumano.Bernard Hinault era un ciclista particular. Agresivo, psicopático, siempre buscando camorra. Bernard Hinault quería ganarte, sí, pero su anhelo máximo era disfrutar con tu dolor. Huesos quebrados bajo mandíbulas de "Tejón" (no caimán, se lo ruego, no caimán), jadeos y rostro con miedo. Allí ganaba. No por sus cuádriceps, ni por esos riñones portentosos (nunca hubo nadie con esa capacidad en riñones, decía Cyrille). No, detallucos. Las ganas de matarte. De ello se alimentaba. Las ganas de matarte (y matarse).

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