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Tadej Pogacar viste de púrpura su rosa y sentencia a los reguleros en la etapa reina del Giro
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DECIMOQUINTA ETAPA

Tadej Pogacar viste de púrpura su rosa y sentencia a los reguleros en la etapa reina del Giro

El ciclista esloveno, el líder de la ronda italiana, dio una verdadera exhibición en los Alpes para acabar con todos sus rivales y lograr una victoria que confirma su gran superioridad

Foto: Pogacar dio una exhibición en el Giro. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Pogacar dio una exhibición en el Giro. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

Andaba pachucho el Giro por aquello de que la segunda semana ha llegado con el arrollador carisma de Dani Carvajal, aproximadamente. Andaba pachucho el Giro, sí, porque Tadej se preocupó de hacer un Giro muy Giro en las primeras etapas, pero después anda en modo funcionario, teniendo sueños franceses (y déjate que, conseguidos los sueños franceses, no tire hasta el sur de los Pirineos). Andaba pachucho el Giro y miren lo pachucho que estaría que hasta al líder la han afeado que si ataca demasiado, que si tiene hambre tipo Merckx. Repartamos entre todos, seamos hermanos. Estado del bienestar que se traslada a las bicis.

Vuelvo a lo mismo de otros días... imaginen el asunto sin Tadej. Imaginen (oh, sí, imaginen) un duelo al sol entre Thomas, Daniel Felipe Martínez y Tiberi. Menos ataques que un Risk sin tablero, los mismos ataques que en un interpeñas de dardos, solo que sin gordos ebrios alrededor que animan y eructan (bueno, si Geraint llama a sus amigos de Cardiff, igual clavamos comparativa). Sin Tadej esto sería lo del año anterior, porque Primoz Roglic es un tío muy majo, y muy cool, pero toma menos riesgos que Ned Flanders en Pigalle. Y los otros pues... de Thomas ya dijimos todo, luego llegaba Almeida. Almeida es alguien gris y sin carisma, alguien esforzado pero al que le faltan un par de puntos. Alguien a quien, entre los de su equipo, se está comiendo con patatas Ayuso a base de bocachancladas, declaraciones de asustaviejas y populismo del Cadena Cien. Sigo hablando de bicis, eh, no me manden aun la denuncia. Y ese es Almeida. Vamos, que 2023 fue dolorosísimo (es la única gran vuelta donde sufrieron más los espectadores que quienes terminaron en Roma) y este pintaba aun peor sin el esloveno. Reflexionen...

Foto: Filippo Ganna, ganador de la 14ª etapa del Giro. (EFE/EPA/Luca Zennaro)

Así que llegábamos hasta la etapa reina (o una de las etapas reinas de este Giro). Digo una porque nos faltan aquí etapones de esos masacrantes. Tú miras lo de este domingo, lo de Ortisei, lo de Brocon o Grappa y bien, y guay, pero no terminas enamorándote de ninguna. Les falta algo... algo. A Livigno, concretamente, le faltaba osadía en su diseño original y ese diseño original se ha visto rebajado. Ya ven, es lo que hay. El diseño original, por si quieren saber, iba por Aprica y Forcola de Livigno, que es un pepinazo inmenso, uno de los puertos más exigentes que se pueden echar al morrete, con casi treinta y cinco kilometrucos y un tramo final de dieciséis siempre rondando el ocho. Vamos, que épica tras Aprica. Sucede que Suiza no dio permiso para que entrasen allí los del Giro y hubo que cambiarse percorso. Apunte. Un abrazo a los culpables de aquel bochorno camino de Crans Montana. Suspenden los ciclistas (por su mano mayor) San Bernardo y Croix-Coeur, queda la etapa en plan distancia de juveniles y desarrollo veranoazulesco. Y la Helvecia enfadada, claro. Ellos, los perpetradores, no están aquí (algunos hay, pero muchos no). Ellos, los perpetradores, los de 'esto es inhumano', los de 'mejor dos horas que cinco' no están aquí, porque los ciclistas pasan (igual que comentaristas, paniaguados o yoyalodije), pero el Giro permanece. Y el Giro, que cedió al chantaje hace cuatro estaciones, paga ahora consecuencias de caprichos. Aviso a navegantes, aunque bien saben los navegantes de cualquier mogro o tempestad. Y ceden...

Así que tiramos con lo puesto. Y lo puesto es el Mortirolo. Detector automático de ignorantes, este Mortirolo. Han quitado Aprica para meter Mortirolo, pepino de etapón queda. Y, miren... meh. Porque es el Mortirolo pero no es el Mortirolo, es el Mortirolo subiendo por donde suelen bajar y bajando por donde normalmente suben. Es el Mortirolo de marca blanca. Subirte este Mortirolo y decir que has subido el Mortirolo es como tener un tórrido finde con uno de los hermanos Rivera y que sea Paquirrín. Pues guay, pero mejor sin explicaciones. Que muchos no se hayan enterado de por dónde va la etapa y tengan el Mortirolo todo el tiempo en la boca habla fatal de algunas profesiones, como la de periodista y locutor de tele.

placeholder Geraint Thomas, muy lejos de lo esperado. (Reuters/Jennifer Lorenzini)
Geraint Thomas, muy lejos de lo esperado. (Reuters/Jennifer Lorenzini)

En realidad, este Mortirolo de Hacendado es el primer Mortirolo. En 1990 fue, estreno a lo grande. Siempre creí que aquello era preparación de cara a la vertiente dura, algo como 'mirad, que no os pille de sorpresa'. Y eso, que entonces, en su debut (en el debut por donde subían este domingo) ganó Leonardo Sierra, un venezolano delgadito y nervioso (que le pregunten a Ramontxu) al que dirigía Gianni Savio, metidísimo en su papel de Hiram Bingham para bicis. Entre sus descubrimientos hay ganadores del Tour como Egan Bernal y apariciones tróspidas como el cóndor Rujano (cómo te queremos, cóndor Rujano, cómo te queremos). Pero hablábamos de Sierra. Que corona en solitario el Mortirolo, que empieza a bajar y flipa. Qué pendientes, qué curvas, qué todo. Se cayó setenta u ochenta veces, consiguió levantarse, triunfó en Aprica, fue décimo en la general. Buen botín para un ciclista con mal gancho. Pues por ahí subían este domingo. Puerto muy duro, con números de grande, pero... ni la sombra de su otra vertiente. La de tener pesadillas.

Pero quedaba buena etapa, no vayan a pensarse. Lodrino y Zeno de salida para hacer fuga, Mortirolo desgastante, 1.600 metros de desnivel hasta arriba de Foscagno, bajada, enlace y el muro final, que ya me dirás tú para qué sirve ese muro final, qué manía de poner muros finales. Queda buena etapa, digo, pero me falta... flow. Antes al Giro le sobraba flow. Ahora, depende exclusivamente de Tadej para tener flow. Malo... Al lío.

Que miedo en la salida, que escapada de culogordos (pero culogordos, culogordos, escapada nivel novelista cuarentón), luego escapada más grande (unos setenta, que yo no sé si es escapada o grupetta), después la escapada se reduce y ya hay unos veinte tíos delante por el Mortirolo. Banderas de Palestina, por cierto, en el Mortirolo. Y, allí, pues, a ver, gente de calidad. Viejos conocidos de esta carrera, como Narváez, o Conci, o Geschke, o Pelayo, o Storer, o Alaphilippe. También Juanpe, que le da ese meneo sabrosón que todas las fugas desean, porque Juanpe se mueve más una mandíbula en la NYX. También anda Pelizzari o Attila Valter (que nadie le gana, en este Giro, a Attila Valter en molonidad del nombre), y Ghebreigzhabier, e incluso Nairo Quintana, que ratea relevos como te ratean el Cacique en un bar de moda, ratea relevos como si tuviera que pagarlos. Nairo Quintana que vuelve del ostracismo y trae el codo bien afilado. Ese Nairo Quintana. ¿Gran candidato? No hay nadie mejor en ese grupo, pero... Y, oiga, Marcos Pereda, donoso cronista... los favoritos ¿qué?

Pues con los favoritos va la cosa como temíamos o pensábamos. Vamos, que Mortirolo trantraneando, la gente mirando a Pogacar, Pogacar que da mus, y así hasta la cima, que llega pronto, la cima, dicen, no nos vayamos a cansar antes de la cima, dicen. Empiezan a subir Foscagno ocho mil setecientos tíos, aproximadamente, si contamos a tres cicloturistas que aguantan, sudando, en el pelotón. Bueno, sudando un poco, pero sin que les pite el pulsómetro. Ah, también siguen allí Benny van Brabant, Paolo Rosola y Urs Freuler, que salió y ha dormido regular (y acompañado). Ritmo demoledor, dicen en redes, y en la tele, y en los Live. Ritmo demoledor, pero demoledor para quienes lo vemos. Vaya, con el ritmo demoledor...

placeholder Nairo Quintana plantó batalla hasta el final. (EFE/EPA/Luca Zennaro)
Nairo Quintana plantó batalla hasta el final. (EFE/EPA/Luca Zennaro)

Ah, otro detalle... las imágenes del Giro-E (el Giro de Italia con bici eléctrica, también llamado El Giro de Italia para gordos y notas) no hacen ningún favor a la industria de las bicis-E. Porque, oigan... no creo que nadie quiera tener esa pinta sobre un velocípedo. Y no hablo de lorzas, eh, no hablo de lorzas. Es la actitud, la sobreactuación, las emociones que se fingen. El Giro-E es a la bici lo que Operación Triunfo a Ludwig van Beethoven. Yo, de hecho, pondría a las imágenes del Giro-E musiquilla Carmina Burana style. Apocalíptico, vaya. Cortinilla de estrellas y... Foscagno.

Porque nadie ataca. Todos miran a Tadej, por qué no ataca Tadej, qué le pasa a Tadej. ¿Saben la curiosidad? Todos miran a Tadej, el único que, objetivamente, no necesitaba atacar, porque va primero y con buena ventaja. Pero todos miran a Tadej, porque tras Tadej es un erial, tras Tadej es el soserío, tras Tadej se nos convierte el asunto en un Negro sobre Blanco sin Fernando Arrabal. Todos miran a Tadej, cuando deberían mirar al resto. Culpa del resto. Qué pensar del resto.

Porque siempre Tadej. Tadej a quince de meta, Tadej que ataca, Tadej que pide esfuerzo a Majka, Majka que responde, Tadej que arranca. Sale, valiente, Daniel Felipe Martínez. Pero es valiente a varios metros. Varios metros por detrás de Pogacar, varios metros por delante de los perseguidores... Thomas a rueda, Tiberi a rueda, todos a rueda, qué bien a rueda. Andan los primeros a tres minutos. Los primeros son Steinhauser y Nairo Quintana, ahorrador como Rodrigo Rato, intentando reverdecer laureles, Nairo Quintana que despega y va solo. Andan los primeros a tres minutos, pero es que luego son dos minutos, y en nada llega Tadej donde los perseguidores, y vuelves a mirar y son minuto y medio. Detrás camina el Batallón Regulero, ya reinsertado allí nuestro recluta Daniel Felipe, que cometió la osadía de seguir al Rosa, que quiso dar la cara el nuestro lema del Batallón Regulero es 'No dar la cara nunca' y nuestro uniforme es color gris. Tira de ellos Paret-Peintre, por si quieren explicaciones. El gregario de O'Connor persiguiendo a Pogacar mientras lleva detrás a los que tendrían que perseguir a Pogacar. A los líderes les responden los líderes, salvo que éstos líderes no sean muy líderes. Por contextualizar.

Y así, entre la nieve, con carretera mejor asfaltada que un velódromo y paisajes tipo vacaciones-pijeras, se convierte el asunto en un Quintana vs, Pogacar. Quintana vs. Pogacar, quién lo diría. O, bueno, más bien es un Pogacar vs. Pogacar, porque va Pogacar con el plato gordo, con el plato que usted utiliza para subir repechines de cien metros, Pogacar pasando a Steinhauser como Verstappen a un Cinquecento, Pogacar con más cadencia que las caderas de Tom Jones. Espectacular Pogacar (y las caderas de Tom Jones, esas también... mira, un galés sin miedo).

placeholder Pogacar es un ciclista de otro mundo. (EFE/EPA/Luca Zennaro)
Pogacar es un ciclista de otro mundo. (EFE/EPA/Luca Zennaro)

Dos a meta y lo caza. Dos a meta, antes del muro final, y lo caza. Tres minutos mete Pogacar al grupo de Thomas, donde atacó Einer Rubio, y está bien, cualquier ventajita es buena. Pero caza Pogacar a Nairo, pilla tres curvas como si fuera Spa-Francorchamps (qué necesidad hay, en serio), lo deja tirado, y va Nairo bien, mantiene Nairo con el Batallón Regulero. Pero es que Pogacar es inaccesible, y hay rampones, y gravilla, y un pelín de sterrato, y todo muy cuco, y hay un calvo sin camiseta, y eso ya más feo, porque molesta a Tadej, y porque para qué te quitas la camiseta a dos mil doscientos metros de altitud, señor calvo. Detrás acelera Arensman, y a su rueda Thomas, y a su rueda Daniel Felipe (ya curado de su enajenación mental transitoria), y a su rueda O'Connor, y todo es agónico, y épico, y también histórico, y no veas qué de grandilocuencias se nos ocurren para los asuntos de poca grandilocuencia.

Porque en este Giro, de esos, solo está Tadej Pogacar. Que no viste rosa, sino púrpura. Que humilla a quienes no son como él y humilla, sobre todo, a quienes no entienden el ciclismo como él, porque no ser Tadej Pogacar tiene disculpa, pero deshonrar al ciclismo chupando ruedas ya es otro asunto. Y sí, somos duros, pero es que...

Gloria a Tadej Pogacar, amigos, que entró sufriendo, que ganó tras más de seis horas, que trincó su cuarta etapa, que cascó tres minutos a la vanguardia del Batallón Regulero, que lleva casi siete en la general a falta de una semana, que calza números de leyenda. Maravilloso Tadej Pogacar, meritorio Quintana, cumplidor Bardet. Gran duelo (duelo legendario, duelo impresionante, duelo para que te pinte un cuadro Delacroix) entre Thomas y Daniel Felipe, que intercambian ataques demoledores bajo el cartel de ciento cincuenta metros. Y ese es el resumen, seguramente. Los otros dos cajones del podio a rueda hasta el esprint, diecisiete segundos dando la cara. Por delante, Tadej sigue entrando en la leyenda. Loado sea, sí, Tadej Pogacar.

Andaba pachucho el Giro por aquello de que la segunda semana ha llegado con el arrollador carisma de Dani Carvajal, aproximadamente. Andaba pachucho el Giro, sí, porque Tadej se preocupó de hacer un Giro muy Giro en las primeras etapas, pero después anda en modo funcionario, teniendo sueños franceses (y déjate que, conseguidos los sueños franceses, no tire hasta el sur de los Pirineos). Andaba pachucho el Giro y miren lo pachucho que estaría que hasta al líder la han afeado que si ataca demasiado, que si tiene hambre tipo Merckx. Repartamos entre todos, seamos hermanos. Estado del bienestar que se traslada a las bicis.

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