El Galibier emerge para medir a Vingegaard y Pogačar en un atípico (y severo) inicio del Tour

El duelo entre Pogačar y Vingegaard marcará el devenir de la carrera más importante del año, el Tour de Francia. Parten como grandes favoritos y ya quedó en evidencia el domingo en la segunda subida a la cota de San Luca donde ambos ciclistas se desmarcaron del resto de los favoritos. Llegan bien y prometen dar guerra, tienen piernas de sobra.

Aunque no hay que dejar de lado a los demás favoritos. Richard Carapaz (nuevo líder), Primož Roglič y Remco Evenepoel también quieren estar en la pugna por la disputa del maillot amarillo. Y pueden comenzar a mostrar sus cartas este mismo martes porque llega la alta montaña: la subida al temido Galibier. La primera toma de contacto con los puertos.

El inicio de este Tour de Francia no es nada a lo que estamos acostumbrados. Un comienzo de lo más atípico por su lugar de partida y, sobre todo, por su dureza inicial. Florencia (Italia) fue testigo de las primeras pedaladas de un pelotón que parecía continuar disputando el Giro por las calles italianas. Pero lo que más sorprende de este recorrido es la inusual crueldad para ruedas y piernas en el primer fin de semana de carrera, un aspecto más cercano a un comienzo de La Vuelta que de un todopoderoso Tour. El sábado, en la etapa inaugural, se llegaron a salvar más de 3500 kilómetros de desnivel positivo. Para que, al día siguiente, los dos pasos por el alto de San Luca marcaran el final de etapa. Una ocasión que Pogačar no quiso desaprovechar para comenzar a testear cómo llegan sus rivales.

La tercera jornada no dejó de lado la línea de la sorpresa. Tres metas del Tour de Francia ha albergado la ciudad de Turín a lo largo de su historia, y en todas ellas la fuga ganó el pulso al pelotón. Pero en esta edición, se rompió la racha. Girmay, de Intermarché-Wanty, se convirtió en el primer ciclista negro en alzar los brazos en una línea de meta de la carrera gala imponiéndose en el primer sprint puro de este año tras una jornada de lo más tranquila.

Una primera etapa en línea que el pelotón aprovechó para retomar fuerzas tras dos competidas etapas de inicio. Se vio desde el principio que en la jornada iba a reinar la pasividad. Algo que se dejó latente con el temprano ataque pero irrisorio de dos corredores del equipo Uno-X, Jonas Abrehamsen y Johannes Kulset. Para diez kilómetros después echar pie a tierra y esperar al pelotón. Una imagen bastante insólita en la carrera gala, y más en la tercera etapa.

Una etapa más típica de una tercera semana de competición, antes de la traca final, donde se decidiera todo. Y es que en parte es así. La cuarta etapa se desarrolla íntegramente en los Alpes. Por ello, era más que lógico que este lunes el pelotón se tomara “de descanso” los más de 230 kilómetros.

La primera gran prueba de fuego de esta edición aguarda al pelotón con una etapa de alta montaña nada más entrar en Francia. La subida al col du Galibier se convertirá en los primeros kilómetros en suelo francés. Los Alpes serán testigo de los duelos iniciales que comenzarán a vislumbrar quiénes han venido a luchar por el prestigioso maillot amarillo. Tadej Pogačar y Jonas Vingegaard parten como claros favoritos, pero Richard Carapaz, Primož Roglič y Remco Evenepoel también quieren estar en la disputa. Como bazas españolas hay que tener en cuenta a Juan Ayuso, Carlos Rodríguez y Enric Mas. Aunque sea más por fe.