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Camberas, ataques, parón: Turgis gana el día de los caminos, combate nulo para la general
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Tras nueve etapas

Camberas, ataques, parón: Turgis gana el día de los caminos, combate nulo para la general

El ciclista francés consiguió una victoria histórica en una de las etapas más duras del Tour de Francia 2024, la temida jornada con los 32 kilómetros por tramos de tierra

Foto: Otro día para la historia del esloveno. (Reuters/Stephane Mahe)
Otro día para la historia del esloveno. (Reuters/Stephane Mahe)

Termina la primera semana en el Tour, y... miren, yo no voy a engañarles, andan los temas como pensábamos, aproximadamente, ¿no creen? Quiero decir... Pogačar líder, Vingegaard sufriente y doliente, pero aun a tiempo de hincar el diente; Evenepoel pepinesco en llano, inferior en montaña; Primož Roglič achicando aguas y evitando caídas (lo que no es poco); Ayuso y Almeida ayuseando y almeidizando; Carlos Rodríguez sin ruido (pero con nueces); Enric Mas con ruido (y cero nueces). Nadie muy fuera de su lugar, nadie con rendimiento alocado en uno u otro sentido. ¿Es crítica? Ni mucho menos.

El Tour combina superproducciones de Hollywood (mediometrajes, ay) con pelis de media tarde, pelis tipo "divorciada muniquesa de mediana edad se muda a la Toscana, abre una librería cool y encuentra el amor en los brazos de un fornido católico con pinta de empotrador implacable". De todo eso hubo en los primeros siete días, aunque más pelis cutres, porque esas van al peso. La más importante vino protagonizada por Mark Cavendish, solo que los galanes de Firenze y alrededores tienen menos panza que el de Man. Ustedes ya saben que batió el récord de Merckx, ustedes ya saben lo que opino yo sobre ese asunto (porque lo dejé escrito un día antes, oh, qué sabio soy, qué sorpresa me llevé con ese guion de docu).

Cavendish llegó al finde con hora y tres cuartos perdidos sobre Tadej, que sumaba treinta y una. Cuando Pierre Matignon ganó etapa en el Puy-de-Dôme, año 1969, iba a tres y media de Eddy, que sumó ciento dieciséis en París. Echen sus cuentas, echen a llorar. No voy a hablar más de Cavendish, prometido. Así que eso, sprints y crono y lo de hoy. Bastante bostezo, para qué engañarles, pero yo defiendo la tradición en este deporte, y etapas de planicie, pues hay desde que Desgrange llevaba ruedines en la bici. Cronos también hubo, solo que eran más larguitas. Porque una crono de media hora pues... Mira, no sé, Miguel Indurain se cascaba cronos de una hora y tampoco era aquello horrible.

placeholder Mark Cavendish, durante este Toyr. (Reuters/Stephane Mahe)
Mark Cavendish, durante este Toyr. (Reuters/Stephane Mahe)

El grave problema de Evenepoel

Y este tema es importante, porque las distancias crecen de forma exponencial a partir de cierto punto. Vamos, que el Tour (el ciclismo de hoy) perjudica a paisanos como Evenepoel, incapaces de encontrar huecos contra el reloj que luego puedan defender cuesta arriba, porque no hay equilibrio. Que después Remco deje pasar oportunidades (como en Troyes, como en la segunda etapa de Girmay) no invalida lo dicho. Porque la crono fue un pepinazo de Evenepoel. Auténtico misil, perfecta postura, deficiente control de su velocípedo. Un cróner de campanillas. Tadej cerca, porque Tadej lleva fuego en las patas, y Vingegaard salvando con mucho otra jornada que podía enterrar sus opciones.

A ver, el año pasado en Combloux este tío firmó la mejor crono desde Anquetil, pero se cayó en Itzulia, así que olviden Combloux. Olviden Combloux. Y hoy tocaba tierra. Camberas, sterrato, gravel, sirgas. Como quieran ustedes decirle. Kilómetros y kilómetros (a cachos chicos, no vayan a creer, tramos limitados) fuera de macadán en condiciones, algunos por sitios que te los firman cabras y jatucos. De Troyes a Troyes, en el Gand-Est, zona de champanes y salchichas, tierra de Teobaldos. Caminos con piedras, algunos en estado vergonzante, a chupar polvo y rezos para que responda tu mecánica. Primero la opinión... a mí estas cosas me gustan. Igual que me gustan los adoquines, y las cronos durísimas, y la media montaña.

Me gustan porque no es innovador, sino volver al pasado; me gusta porque el Tour siempre fue desafío donde gana el más fuerte en todos los terrenos, y no quien mejor escala, como viene siendo de un tiempo a esta parte. Bernard Hinault sufrió perrísimamente sobre pavés, igual que Luis Ocaña, igual que Bahamontes. Todos ellos hubieron de sobreponerse, hubieron de maximizar virtudes para solventar defectos. Aire clásico y exigencia mayor... Cómo no gustarme. Pero, oye, ¿y la injusticia?, ¿qué me cuentas de la injusticia? Sobre caminos hay más pinchazos, hay más peligro de caerse, hay más incertidumbre, debes frenar más en las curvas. Y yo les respondo que sí, que guay, que bien, pero es que eso mismo aparece en etapas de cualquier pelaje, que tenemos caídas en llano, y cuesta arriba, que pinchas en cronos, que Rivière batió el récord de la hora con un neumático desinflao, y aquello era pista.

Que dudas, imponderables y sorpresas son inherentes a este bendito rollo, y no pasa nada por tener todo eso. Si quieren medido y muy medido hay por ahí multitud de juegos para la videoconsola, esto es deporte, y en el deporte cada minuto cambia al anterior. Como la vida. Sumemos dos factores de interés. El primero es la belleza misma de esta jornada, que era difícilmente comparable en lo meramente estético. Vamos, que muy bonico todo, y eso suma, o debe de sumar, con eso ya nos vale. Y lo segundo es el interés puramente deportivo, porque era tarde para ver cosas, una de esas tardes (no son tantas, piensen, calculen) donde mezclan los buenos de la general y los buenos en alguna disciplina concreta.

Pogacar, grande entre los grandes

Líderes y clasicómanos, vaya, París y Roubaix (no París-Roubaix). Es intenso, el asunto, porque este cruce de caminos trae siempre incertidumbre, alianzas y vete tú a saber qué otros temas. (Salvo con Tadej, porque Tadej ha ganado De Ronde y el Tour, que desde Eddy alguien no ganaba De Ronde y el Tour, que solo Bobet y Eddy y Tadej han ganado De Ronde y el Tour). Así que empezamos, y a ritmo desde el principio, y mil fugas, y el recorrido es aun más guay de lo que pensábamos, y pasan rampones, y praos, y carrejos como los que llevan de mi huerta a la casa del güelo.

Evenepoel ataca, y luego se queda, y después busca recuperar. Tadej ataca, y luego le siguen, y siempre tienes que aplaudir a quienes atacan. Primož Roglič anda en plan "virgencita, virgencita", porque Primož Roglič besa el suelo como si fuera Juan Pablo II. Y luego Jonas Vingegaard, que está atento, que no entra al trapo, que no da relevos ni aunque le invites a doritos. Jonas Vingegaard que va disfrazao de Ric Flair, que se esconde en las cuerdas mientras hay hostiones entre Undertaker y Shawn Michaels, entre John Cena y Randy Orton, y después aparece, hop, sin que nadie se acordase, y se lleva el cinturón, el royalrambel y un batín con plumas.

placeholder Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, en pleno duelo. (EFE/Kim Ludbrook)
Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard, en pleno duelo. (EFE/Kim Ludbrook)

Ese es Vingegaard en este Tour, solo que en lugar de plumas tiene idea, creo, de cara a Isola 2000. Woooooo. (Citable en dos semanas, esto). Y eso, que fuegos artificiales, espectáculo, fotos bien guays, pero para la general... pareciera que todo acaba a treinta de meta, o así, porque dejan irse (aún más) a la fuga (dos Movistar, eliminada ya la hipótesis Mas, por fortuna), porque dejan irse (bien fácil) a un grupo con van der Poel, con Girmay, porque entran fuerte en los tramos, pero tampoco pareciera que... Hasta que aparece Tadej.

Veintiún kilómetros a meta y ataca Tadej. Tierra, polvo, y ataca Tadej. Evenepoel al principio a rueda, Vingegaard sufre, Jorgenson demuestra que no solo hay lupanares en el equipo del líder. Majísimo Jorgenson... has ganado una París-Niza, qué es eso de esperar al doble vencedor en la Grande Boucle. Porque Pogačar tira, Laporte se rinde, Vingegaard prueba casi en solitario, Jorgenson quiere hacer de puente, recorta metrito a metrito, hace grupo de tres. Pogačar insiste, Vingegaard parece ir con el gancho, Vingegaard sufre como yo en Mijarojos, como yo viendo Telecinco. Que no relevo, hostias, que ni con las patas de Roglič relevo... Prefiero que nos cojan. (Almeida y Ayuso perfectos en su labor de acercar a Evenepoel, oigan. Estarán contentos Politt y Wellens).

Ah, Pogačar pega arreones en cada curva, en cada grija, en cada látigo. No se rinde, Pogačar, no deja de intentar cosas. No se rinde, Pogačar, no deja de dar espectáculo. Eso también vale, eso también te acerca a ser una leyenda absoluta de este deporte. Gana mucho, claro, pero eso también... Y por la etapa parece tenerlo Stuyven, que es ciclista bueno, que aparece cuando menos lo esperas. Hay movimientos de Aramburu, de Lutsenko (Lutsenko es un tío durísimo), de Ben Healy (Ben Healy gasta rollo de profe en Bellas Artes... no sé si me explico), pillan a Stuyven en el último kilómetro, porque el ciclismo es un deporte cruel.

Sprint a pura fuerza, sprint de agonía, de esos que no gana quien acelera más, sino quien tarda más en derrumbarse sobre el sillín. Mezcla de fondo y haber gastado lo justo... Así que gana Anthony Turgis por delante de Pidcock (buena actitud, pocas patas) y Derek Gee. Que no hayan visto ustedes estos nombres escritos antes tiene relación que lo que dije sobre guardar, guardar y guardar... Una semana, quedan dos. Todo abierto, todo por decidir. Ha estado bonito, han sido fuegos artificiales pero ha estado bonito. Sigamos.

Termina la primera semana en el Tour, y... miren, yo no voy a engañarles, andan los temas como pensábamos, aproximadamente, ¿no creen? Quiero decir... Pogačar líder, Vingegaard sufriente y doliente, pero aun a tiempo de hincar el diente; Evenepoel pepinesco en llano, inferior en montaña; Primož Roglič achicando aguas y evitando caídas (lo que no es poco); Ayuso y Almeida ayuseando y almeidizando; Carlos Rodríguez sin ruido (pero con nueces); Enric Mas con ruido (y cero nueces). Nadie muy fuera de su lugar, nadie con rendimiento alocado en uno u otro sentido. ¿Es crítica? Ni mucho menos.

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