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Ser o no ser Hamilton, he ahí el dilema
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EL ESTILO AGRESIVO DE HAMILTON, ¿UN OBSTÁCULO FRENTE A PILOTOS MÁS CEREBRALES?

Ser o no ser Hamilton, he ahí el dilema

"Creo que ser más arriesgado, de alguna manera, es lo que separa a los pilotos más rápidos de los menos rápidos". Lewis Hamilton,  por enésima vez,

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Ser o no ser Hamilton, he ahí el dilema

"Creo que ser más arriesgado, de alguna manera, es lo que separa a los pilotos más rápidos de los menos rápidos". Lewis Hamilton,  por enésima vez, reafirmaba esta semana  su filosofía ante la competición. Pero quizás la historia y la dinámica de la Fórmula 1 no den la razón a la defensa a ultranza de su agresivo estilo. Porque para pilotos de su genio y talento, el éxito se mide por la capacidad para lograr varios campeonatos. Pilotos rápidos han existido muchos. Grandes campeones con varios títulos en su haber, el objetivo declarado del británico, no tantos.

Las actuaciones de Hamilton están dibujando el patrón de esta etapa concreta en su carrera deportiva: capacidad sublime al volante, carácter agresivo y valiente, pero con cortocircuitos mentales que, en ocasiones, nublan sus virtudes y perjudican sus opciones deportivas. En las últimas fechas, numerosos pilotos e incluso campeones como Lauda y Stewart han opinado sobre él en la misma línea. Por algo será.

Ser el más rápido no es ser el mejor

¿Es que Alain Prost, por ejemplo, no era un piloto rápido? El francés destacaba por su 'prudencia', pero era diabólicamente veloz cuando hacía falta y capaz de lograr títulos también frente Ayrton Senna. El propio Niki Lauda reconoció que el francés era más rápido cuando compartieron equipo en McLaren, pero aún así fue capaz de ganarle. Ronnie Peterson era prodigioso al volante, pero el título con Lotus se lo llevó su compañero Mario Andretti. Nigel Mansell también era agresivo y valiente pero logró solo un título.

Gilles Villeneuve, sin embargo, fue uno de los pilotos más rápidos y espectaculares de la historia. No conocía el miedo y cumplía a la perfección la máxima de Hamilton. Pero también había cierto consenso en la opinión de  que su estilo personal no le hubiera permitido ser campeón del mundo. Nunca lo sabremos. Murió en la pista.

Lewis Hamilton es imprescindible en la Fórmula 1 actual. De hecho, este deporte se eleva con pilotos de su naturaleza. Es un regalo que todos los aficionados agradecen. Pero a la postre, su objetivo no debería ser satisfacerlos, sino lograr títulos.  Y si sigue pagando un alto precio por su agresividad, el británico tendrá que plantearse la fidelidad a su estilo de pilotaje –tan ligado a su personalidad-  o de modularlo y renunciar a esa filosofía que, según insiste,  forma parte esencial de su naturaleza. En este dilema se moverá su futuro.

La testosterona y la adrenalina, malas consejeras

Hamilton se enfrenta a una de las mejores constelaciones de pilotos en la historia de la Fórmula 1. Al talento impresionante de Alonso y Vettel, para empezar. A segundos espadas experimentados y maduros como Button –que tantas lecciones le está dando este año- o Webber. Sin olvidar a Schumacher -como se vio en Monza- o a Rosberg el día que cuente con un monoplaza competitivo. No es igual enfrentarse a una parrilla de F3 o GP2, que a la fantástica cosecha que se ha ido reuniendo en la F1 durante la última década. A este nivel, por la menor fisura de tu armadura  entra la espada del rival. ¿Porqué Alonso es elegido el mejor piloto del momento? Como el propio Vettel reconocía también recientemente, porque es "completo". En este sentido, el alemán sigue su línea ¿Alguien se atrevería a afirmar lo mismo de Hamilton en estos momentos?

En definitiva, Hamilton parece mantener una actitud  simplista y hasta inmadura en comparación a sus rivales, más guiada por una juvenil testosterona y la 'adrenalina' que tanto le aporta su inclinación hacia el riesgo. A no ser que cuente con un monoplaza netamente superior, tarde o temprano tendrá que plantearse la necesaria adecuación de los medios para conseguir el fin último, es decir, más títulos. Alonso cometió numerosos errores en la primera parte de 2010 ante la necesidad, también como Hamilton, de superar la menor competitividad de su monoplaza. Sin embargo, nadie le escuchaba discursos semejantes a los del británico, ni tampoco a Vettel en Turquía o Spa el pasado año.

"Hay accidentes constantemente y la gente se va a tocar de un momento a otro", declaraba Hamilton en la entrevista de esta semana. "Sé que, de diez accidentes que tenga, uno puede ser fatal". Sin pretender dramatizar, hay algunas similitudes entre las palabras de Hamilton y las de Gilles Villeneuve. El canadiense pagó un duro precio por aceptarlas. Por supuesto, no será el caso de Hamilton con las suyas, pero sí le podrían impedir lograr alguno de los títulos que su inmenso talento merece.

"Creo que ser más arriesgado, de alguna manera, es lo que separa a los pilotos más rápidos de los menos rápidos". Lewis Hamilton,  por enésima vez, reafirmaba esta semana  su filosofía ante la competición. Pero quizás la historia y la dinámica de la Fórmula 1 no den la razón a la defensa a ultranza de su agresivo estilo. Porque para pilotos de su genio y talento, el éxito se mide por la capacidad para lograr varios campeonatos. Pilotos rápidos han existido muchos. Grandes campeones con varios títulos en su haber, el objetivo declarado del británico, no tantos.