La "mala suerte" de Raikkonen: en seis disparos, ningún acierto

Kimi Raikkonen sufre diferentes síntomas que describen la insatisfacción de un piloto. A sus problemas de inadaptación al monoplaza por su "estilo de conducción, la pista y las temperaturas" del inicio de temporada, hay que unir los fallos mecánicos que ha tenido este año y los golpes de "mala suerte" que recibió en Malasia y Mónaco. Estos tres factores resultan claves para que esté ocupando en la clasificación el puesto duodécimo y sumar prácticamente una tercera parte de los puntos que su compañero, Fernando Alonso, en las seis carreras disputadas. Un séptimo lugar es su mejor logro en este 2014, en el que la palabra "decepción" persigue a quien ha sido doblado dos veces este año.

"En todo puede mucho la Fortuna y más en la guerra". Julio Cesar creía en Fortuna, la diosa romana considerada como la más caprichosa del Olimpo. La misma que representa una aleatoriedad para repartir la buena o mala suerte. Esta causante de sucesos tanto prósperos como desdichados se ha montado en un par de carreras con Kimi, moviendo el timón de su navío F14T para llevarlo a contracorriente. Ferrari así lo piensa.

"Kimi Raikkonen tuvo muy mala suerte; se tocó con el McLaren de Kevin Magnussen en las primeras vueltas y por ello tuvo un pinchazo", se podía leer en la crónica de de la Scuderia sobre el GP de Malasia. "Fernando a las puertas del podio, mala suerte para Kimi", tituló Ferrari este fin de semana tras la carrera monegasca. Pat Fry lo vio igual: "Creo que Kimi, tercero en la primera curva, podría haber terminado en el podio. Desafortunadamente su F14 T fue golpeado". Y el propio piloto finés también destacó su mala pata: "Ha sido un día muy desafortunado para mí, una verdadera lástima".

La suerte tiene a equilibrarse… ¿no?

Los creyentes de este azar, de Fortuna, saben que contra la mala suerte no se puede luchar, simplemente esperar a que se vaya. Mientras, trabajar y mantener la convicción de que la ‘ruleta’ terminará compensando. Distinta solución tienen los otros síntomas que sufre Raikkonen, precisamente los que están en manos humanas, y no en la de los dioses romanos.

Durante la temporada, su talento, ese que le ha permitido ganar un Mundial y correr dos años el WRC, ha sido incapaz de acomodarse al Ferrari de este 2014. En su condición de fichaje estrella por su caché, sorprendió cuando el propio equipo señaló tras la primera carrera que debían "ayudar a Kimi a encontrar el mejor equilibrio en su coche, hacer todo para que se adapte a su estilo de conducción". El finés aseguró el mes pasado que ese proceso continúa y "no va a solucionarse en un instante. Llevará su tiempo", algo que repitió en Mónaco, donde volvió a demostrar este síntoma tras la clasificación, en la que terminó a 7 décimas de su compañero: "No puedo estar satisfecho con esta clasificación. Mis sensaciones con el coche no han mejorado mucho". Al término de la carrera insistió en que no estaba "contento con el coche", aunque dio la impresión de que era más por cuestiones del monoplaza que de él mismo…

La fiabilidad también le ha torpedeado

Además de la "mala suerte" y la inadaptación del coche a su "estilo" está el hecho de que la fiabilidad también ha torpedeado su trabajo. En Australia sufrió un fallo eléctrico que, según el propio finlandés, tuvo que ver "con el sistema de frenada por cable". El viernes de Bahrein, "a causa de un problema con los frenos, no he podido completar el programa". En China, Raikkonen también se perdió gran parte del viernes debido a unos "problemas" durante la vuelta de instalación. Además, en clasificación tuvo también un fallo en su sistema de cambios para bajar de marchas. Incluso en el primer día de test en Barcelona también estuvo 'ausente' por un fallo en el motor… Quizás este apartado también hay quien lo meta en el síntoma de mala suerte.

En definitiva, un cocktail que resulta difícil de digerir, incluso para un campeón del mundo. Canadá será la séptima oportunidad para tratar de cambiar la sensación que está dejando en este inicio de campeonato, en el que ha cruzado la línea de meta siempre por detrás de su compañero.