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La fortuna ayuda a los audaces: así termina Fernando Alonso otro ciclo de su vida
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PLENO EN EL WEC Y LAS 24 HORAS DE LE MANS

La fortuna ayuda a los audaces: así termina Fernando Alonso otro ciclo de su vida

El español culmina en Le Mans —y con fortuna— otra etapa de su carrera deportiva con el doblete y otro título mundial, tras asumir el desafío del WEC en paralelo a la Fórmula 1

Foto: Fernando Alonso, tras su victoria en las 24 Horas de Le Mans. (Reuters)
Fernando Alonso, tras su victoria en las 24 Horas de Le Mans. (Reuters)

“Fueron los mejores durante 24 Horas, tuvieron el coche más rápido". Desde lo alto del podio de las 24 Horas de Le Mans, Fernando Alonso pedía en inglés y francés un aplauso para sus compañeros del Toyota número 7 (Kobayashi, Conway y López). "No teníamos el ritmo en las 24 Horas. No hemos sido tan rápidos como el coche 7 y en la pista no nos merecíamos ganar, pero hoy la suerte nos ha elegido", diría momentos antes en los micrófonos de 'Eurosport'. Pero ¿fue suerte o fortuna? Puede que ambas.

'Audentes fortuna iuvat', como diría Virgilio. La fortuna ayuda a los audaces. “Donde esté el año que viene, voy a ganar”, apuntaba ante la incredulidad general durante los tiempos de impotencia en McLaren. “Quiero hacer algo que nadie haya hecho antes”, repetía Alonso el pasado año, tras embarcarse en un maratoniano programa deportivo y vital durante este último año y medio. Y si la suerte abandonó al Toyota número 7, la fortuna premiaba en Le Mans la audacia de quien decidió en su día “salir de la zona de confort”, afrontando el lidiar con la Fórmula 1 y el Mundial de Resistencia en paralelo.

"De ser Fernando, no lo haría"

“Es un error, son dos cosas totalmente diferentes, te absorben una energía mental altítima. Si haces la Fórmula 1, no puedes permitirte ciertas distracciones. Y esto lo digo después de haber afrontado la temporada (WEC) y haber corrido en Le Mans. De estar en el lugar de Fernando, no lo haría”. Amigo personal de Alonso, así hablaba Mark Webber antes de que el español anunciara la “supertemporada” del WEC en 2018. Nadie como el australiano para opinar tras su experiencia con Porsche en el Mundial de Resistencia después de la Fórmula 1. “O elige hacer Le Mans como se debe y se concentra trabajando las tres semanas anteriores con una atención obsesiva y sin olvidar el resto del año, o se arriesga a hacerlo mal. La Fórmula 1 de hoy es tan específica, que no deja espacio”. Es evidente que Alonso no hizo mucho caso a su amigo.

“Aventurarme a un nuevo reto, siempre es una moneda al aire, no sabes lo que va a pasar o cómo te vas a adaptar”, explicaba Alonso estos días en Le Mans aludiendo indirectamente al desafío que planteaba Webber, “una vez a toro pasado parece que ha sido fácil, que has llegado al equipo más potente, que has ganado muchas carreras, y has ganado las 24 Horas de Le Mans. Pero cuando firmas un papel para correr con Toyota, hay una posibilidad de que no te adaptes, de que el estilo de conducción no sea el tuyo, y hay más dificultad desde lo que fuera ha parecido”.

Una vorágine de viajes

Las pasadas 500 Millas de Indianápolis mostraron descarnadamente el impacto del fracaso cuando están en juego figuras con el estatus de Alonso. Al firmar aquel papel de Toyota, Alonso se oblgaba a una extraordinaria carga de trabajo y viajes. Simulador en la sede de Toyota en Colonia, varias sesiones de entrenamientos privados de treinta horas con el equipo nipón, horas interminables de visualización de vídeos en los aviones, estudio de sistemas, reuniones para asimilar procedimientos de carrera, el pilotaje y comportamiento de un prototipo híbrido más complejo que un Fórmula 1... Todo para igualar en cero coma el rendimiento en la pista de compañeros con varios años de experiencia en el TS50.

Así, desde febrero de 2018 Alonso encadenó una vorágine interminable de viajes para alternar esta carga de trabajo con los grandes premios de Fórmula 1 y las carreras del WEC. Desde mayo prácticamente no paró hasta finales de año, incluyendo la carrera de Silverstone de agosto mientras descansaban sus colegas de Fórmula 1. Como el propio Alonso reconoció, de septiembre a noviembre prácticamente usó la misma maleta en el periplo desde Rusia a Japón, México, Estados Unidos y Brasil, pasando por China y de nuevo Japón para alternar Fórmula 1 y WEC. Era el precio de buscar la Triple Corona y un nuevo título mundial para sublimar la frustración de la Fórmula 1 en los últimos años, y "ser el piloto más completo del mundo". De tacón, caía la victoria en Daytona en enero.

Esta carrera es quien elige

“Lloré todo el camino de vuelta hasta los boxes”. Impactaba la dolorosa decepción de un Pechito López impotente para dar forma en palabras a sus emociones. El argentino ya saboreaba una merecida victoria antes de pinchar —con error del sensor que los detecta incluido— en la última hora de la carrera. Porque en la grandeza de las 24 Horas también se embosca su falta de piedad. Esta vez le tocó al Toyota 7, como en 2016 Sebastian Buemi y Kazuki Nakajima (los compañeros de Alonso) perdieron el triunfo en la penúltima vuelta y a solo cinco minutos de caer las 24 horas. Totalmente hundido, el japonés tuvo que ser sacado de su coche. Ayer, disfrutaba con Alonso de su segunda victoria.

"He perdido varios mundiales de Fórmula 1 por mala suerte, y hoy la he tenido muy buena…”, recordaba Fernando Alonso tras pasar bajo la bandera a cuadros de Le Mans". La crueldad de las 24 Horas de Le Mans con unos es siempre la fortuna de quienes dispuestos a recibirla sin importar cómo llegue. En este sentido, dos adagios definen su singular naturaleza: “Antes que a tus rivales, hay que vencer a la propia carrera”, y “Le Mans elige a sus ganadores”. Por muy duro que resultara para López, Kobayashi y Conway, fueron sus compañeros y no ellos quienes al final vencieron a esta prueba. Y con particular dureza, las 24 Horas de Le Mans eligieron en esta ocasión al español y sus compañeros aunque no fueran los más rápidos. Sin embargo, para alcanzar ese momento alguien había decidido un año y medio antes meterse en ese prototipo rojo y blanco con el número 8. Como diría el poeta, “la fortuna ayuda a los audaces".

“Fueron los mejores durante 24 Horas, tuvieron el coche más rápido". Desde lo alto del podio de las 24 Horas de Le Mans, Fernando Alonso pedía en inglés y francés un aplauso para sus compañeros del Toyota número 7 (Kobayashi, Conway y López). "No teníamos el ritmo en las 24 Horas. No hemos sido tan rápidos como el coche 7 y en la pista no nos merecíamos ganar, pero hoy la suerte nos ha elegido", diría momentos antes en los micrófonos de 'Eurosport'. Pero ¿fue suerte o fortuna? Puede que ambas.

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