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Sebastian Vettel o cuando el activismo de doble vara de medir se vuelve en tu contra
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la polémica actitud del alemán en Canadá

Sebastian Vettel o cuando el activismo de doble vara de medir se vuelve en tu contra

Vettel ya venía amenazando que no iba a callarse ni frenar sus protestas, pero en Canadá fue más lejos que nunca, y puede que deliberadamente por distintas razones.

Foto: Sebastian Vettel en la rueda de prensa del Gran Premio de Canadá  (REUTERS/Chris Helgren)
Sebastian Vettel en la rueda de prensa del Gran Premio de Canadá (REUTERS/Chris Helgren)

No sorprendía que Sebastian Vettel se presentara en Canadá con símbolos de algún tipo de protesta, como los derechos de los homosexuales o el cambio climático, sus temas de denuncia preferidos. En Montreal, el alemán lució un casco y una camiseta para condenar la minería de arenas petrolíferas que se realiza en Canadá. Es cierto que hablamos de una práctica muy dañina con el medio ambiente, pero cabe preguntarse si la persona más indicada para denunciarlo es un piloto de los mejor pagados de Fórmula 1 gracias al patrocinio de Aramco, la principal petrolera del mundo.

Vettel ya nos tiene acostumbrados a sus múltiples contradicciones y protestas selectivas, pero en Canadá quizá cruzó una línea roja que invalida su discurso no tanto por el fondo de su protesta, sino por sus formas. Es incongruente mostrarse muy indignado con Hungría respecto a los derechos del colectivo LGTBI y no decir nada de Arabia Saudí, país organizador de un Gran Premio de Fórmula 1 (y que crucialmente patrocina a su equipo Aston Martin). O afear la conducta de países con la guerra de Ucrania, mientras el tuyo (Alemania) no ha dejado de comprar gas a Rusia. Lo dicho: puede afearse su hipocresía o doble moral, pero el tema no va más allá. El problema viene cuando generas un conflicto que daña a la empresa que te paga el sueldo. Y a la reputación de distintos países.

placeholder El 'casco protesta' de Sebastian Vettel, que no llegó a utilizar. (Jens Munzer)
El 'casco protesta' de Sebastian Vettel, que no llegó a utilizar. (Jens Munzer)

Acusaciones de 'crimen'

Vettel se presentó el pasado viernes con un casco en el que se leía la frase: "El crimen climático de Canadá". En Aston Martin comprendieron que había llegado el momento de decir basta a su piloto. Una crítica es algo diferente a calificar a un país como criminal. Fallaron las formas. El piloto alemán anunciaba un casco protesta para correr en Canadá, pero no lo utilizó en el gran premio porque algo serio se lo impidió. Preguntado por ello, el tema se zanjó con un lacónico "no comment".

Porque el asunto sobrepasó lo deportivo y se elevó a la política con una dura protesta por parte de Sonya Savage, la ministra de energía del Estado de Alberta, quien puso en evidencia todas las incongruencias del piloto alemán. La ministra afeó esa actitud ante lo que entendió como un ataque gratuito a su país. Puesto frente a las críticas de Savage, Vettel reconoció que su comportamiento efectivamente era hipócrita, pero añadió que tales ataques personales corren el riesgo de perder el "panorama general" de la crisis climática. "Estoy un poco decepcionado de que los políticos salten a nivel personal porque no se trata de mí. No se trata en absoluto de mí; se trata del panorama general" contestó el alemán. Pero el alemán estaba cuestionando además el país de origen del propietario de su equipo, Lawrence Stroll, a quien debió colocar en una situación embarazosa con los políticos canadienses.

Vettel erró porque si su interés está en alertar sobre un "panorama general", señaló a un país concreto como Canadá para referirse a las arenas petrolíferas o de los crímenes climáticos en general. Y si señalaba a países concretos, el suyo ha reanudado recientemente el consumo de carbón. Vettel afronta el problema de ir por libre sin medir las consecuencias que su protesta puede acarrear a su empresa y a su deporte.

Las obligaciones de ser parte de un equipo

Un piloto de Fórmula 1 es imagen de un equipo y, por tanto, debe cuidar todo lo que dice y hace, porque es el principal embajador de su marca y de todos los patrocinadores que la apoyan. Y si quiere ejercitar su libertad de opinión, tiene dos formas de hacerlo: a nivel personal fuera del circuito, vestido de civil, o hacerlo dentro del equipo y consensuando la comunicación del mensaje con este.

Un ejemplo muy claro de confusión de roles lo vivió Alpine en 2014. Entonces el equipo corría bajo el nombre de Lotus, y despidió a su director de comunicación, Stephane Samson, por un tuit donde sacó a dos atletas masculinos besándose con motivo de los Juegos Olímpicos de Sochi. El problema no fue la foto de los atletas en sí, sino el ataque a Rusia como país por lo que Samson entendió como una discriminación al colectivo LGTBI. La carta de despido era muy clara: el problema no es que fuera improcedente el apoyo del equipo al colectivo LGTBI, sino utilizar un canal de comunicación corporativo para expresar una opinión puramente personal.

Samson se defendió diciendo que otras empresas como Coca-Cola o Google también lo hicieron. Pero entonces comparaba su posicionamiento político exclusivamente personal con unas campañas publicitarias aprobadas por los comités de dirección de las compañías. Estos días, el mismo equipo de Samson, ahora con los colores de Alpine, ha mostrado su apoyo al colectivo LGTBI con la bandera arco iris en las carrocerías de los coches y la indumentaria de los pilotos demostrando que el problema no es el mensaje sino las formas.

placeholder Un colega de profesión reconvino a Stephane Samson por no expresar sus opiniones personales fuera del canal del equipo. 'El departamento de comunicación' que alude Samson era unipersonal, fue decisión suya sin consenso alguno. (Captura twitter)
Un colega de profesión reconvino a Stephane Samson por no expresar sus opiniones personales fuera del canal del equipo. 'El departamento de comunicación' que alude Samson era unipersonal, fue decisión suya sin consenso alguno. (Captura twitter)

¿Ganas de echar un pulso?

En la rueda de prensa del Gran Premio de Canadá, Sebastian Vettel no matizó sus palabras, a pesar de ser consciente del malestar político y popular que estaban generando sus denuncias. Persistió en sus acusaciones, dañando a Aston Martin y a tu patrocinador Aramco, envueltos en una tremenda polémica y con sus nombres presentes en los medios de comunicación por cuestiones extradeportivas. Cuando Vettel salió a la pista sin el casco debió ser porque en el equipo se lo prohibieron. No rebajando el tono ni consensuando su mensaje con el equipo era evidente que el alemán estaba echando un pulso. Posiblemente, para empezar, a su propio jefe Lawrence Stroll, en su país de origen. ¿No había pensado Vettel antes en ello?

Surgen varias hipótesis al respecto: la más obvia es que, al ir por libre, quizás pretenda ponerse la venda antes de la herida a través de la victimización: "si no me renuevan el año que viene por el dinero que pido, es que mis protestas le resultaban incómodas para Aston Martin", convirtiéndose así especie de mártir de la causa ante una posible no renovación por cuestiones estrictamente deportivas. Aunque Vettel ha dado muestras de su talento ocasionalmente, su rendimiento general ha estado por debajo de lo que se espera de un piloto con su palmarés. Y en Fórmula 1 ningún mensaje, ninguna acción es casual.

No sorprendía que Sebastian Vettel se presentara en Canadá con símbolos de algún tipo de protesta, como los derechos de los homosexuales o el cambio climático, sus temas de denuncia preferidos. En Montreal, el alemán lució un casco y una camiseta para condenar la minería de arenas petrolíferas que se realiza en Canadá. Es cierto que hablamos de una práctica muy dañina con el medio ambiente, pero cabe preguntarse si la persona más indicada para denunciarlo es un piloto de los mejor pagados de Fórmula 1 gracias al patrocinio de Aramco, la principal petrolera del mundo.

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