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El día que Carlos Sainz repartió a diestro y siniestro, pero se llevó la última bofetada
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Acarició el podio con su remontada

El día que Carlos Sainz repartió a diestro y siniestro, pero se llevó la última bofetada

Ferrari nunca tuvo opción contra Red Bull, pero Sainz gozó de dos oportunidades para subir al podio tras un ascenso que no pudo culminar por el coche de seguridad y otras dos razones

Foto: Sainz se quedó a las puertas del podio en el GP de Italia. (Ferrari)
Sainz se quedó a las puertas del podio en el GP de Italia. (Ferrari)
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La emboscada de Red Bull a Ferrari en su propio territorio se cobró la pieza. En Ferrari lo sabían – y temían- desde el viernes, pero había que mantener el tipo hasta la hora de la verdad. El equipo italiano salvó la dignidad, pero no la victoria que hubiera justificado la temporada. Un coche de seguridad estuvo a punto de regalar una oportunidad final a los dos pilotos de Ferrari. Sin embargo, la pésima gestión de la dirección de carrera la truncó... y fue a Carlos Sainz a quien más perjudicó.

"Es cierto que cuando hay una recuperación, normalmente lo hago bien. Pero hoy, en particular, iba muy fuerte". Velocidad en los clasificatorios -comparativamente también con Leclerc- ritmo fulgurante en carrera, acierto estratégico para intentar alcanzar a George Russell... Sainz cuajó otro completo fin de semana, aunque sin recompensa.

Todo empezó con la decisión de Ferrari de penalizar a uno de sus pilotos en la carrera más importante del año para el equipo italiano. Ferrari perdía así en Monza una de las pinzas de la tenaza para evitar que Máx Verstappen ganara ante los 'tifosi'. Carlos Sainz, por su parte, mereció el podio porque cumplió a la perfección con todo aquello que estuvo bajo su control en el Gran Premio de Italia. ¿Y si no hubiera penalizado cuando precisamente jugaba en casa?

Lo qué pudo ser y no fue

Obviamente, las razones debieron ser muy sólidas. Quizás algunos elementos de la unidad de potencia estaban ya 'escacharrados'. Quizás, en Ferrari consideraron que resultaba estratégicamente más idóneo penalizar en Monza que en Singapur, donde el F1-75 puede contar con serias opciones de triunfo. Al final de la prueba, Sainz la dejaba caer. "Hemos estado mucho más cerca, si no hubiera penalizado hubiésemos tenido los dos coches para una estrategia mixta, Charles hubiese hecho lo que he hecho hoy, y yo la contraria, y hubiésemos puesto a Max mucha más presión, y hubiese sido una mejor oportunidad para los dos, pero yo no he podido estar ahí, y Max ha podido ganar la carrera".

En todo caso, y a partir de del lastre inicial, Sainz cumplió sábado y domingo con el guion que se le había escrito. "Sobre todo porque he remontado más rápido de lo que esperaba", explicaba al final de la carrera, "podíamos adelantar a un coche por vuelta, y eso me permitía perder poco tiempo y colocarme rápido detrás de Russell, que era mi objetivo". Soltando fuego por su boca, repartiendo a diestro y siniestro, Sainz era ya cuarto en la vuelta 16. Llegó luego ese mensaje por radio que delataba cómo su mente generalmente bien amueblada vio el podio a tiro. "Quiero el neumático blando. Seguimos". Tenía incluso dos juegos nuevos, en previsión de algún incidente inesperado a final de carrera, como luego así ocurrió. Y lo que en Leclerc con Verstappen se antojaba imposible, en el caso de Sainz resultaba verosímil con Russell.

Sainz comenzó la labor de zapa. De casi veinte segundos, a falta de nueve vueltas, redujo esa diferencia a nueve. Tenía cuatro vueltas menos con neumáticos blandos, frente a los duros más viejos de Russell. Sus mecánicos estuvieron impecables en las paradas. "Íbamos ganando de un segundo tres o cuatro décimas por vuelta. La simulación nos daba que llegábamos a su cola. Creo que me hubiese pegado en la última vuelta, si me hubiera tirado a por él hubiera sido una incógnita...". Porque el coche de seguridad neutralizó la carrera ante el McLaren parado en mal sitio de Ricciardo. No podía recibir mejor ayuda. Con ese último juego de neumáticos blandos nuevos frente a los también blandos usados de Russell, un par de vueltas finales bajo bandera verde le hubieran dado a Sainz el tercer puesto.

"Es para enfadarse"

La Fórmula 1 no acaba de resolver una cuestión capital. Nunca un gran premio debería terminar tras un coche de seguridad. Con directrices precisas y sencillas, este objetivo fundamental no acaba de resolverse. Hasta Christian Horner y Helmut Marko se quejaban. No digamos Mattia Binotto. "Más que una pena, es decepcionante, y un poco para enfadarse. No han sido tan rápidos como Abu Dabi, no entendemos como el coche de seguridad no les ha dejado desdoblarse antes porque había problemas de seguridad. Pero hay que ser más rápidos, porque el deporte se merece un mejor espectáculo, y la FIA tiene que hacer un mejor trabajo", señaló el responsable de Ferrari.

placeholder El español, tras finalizar la carrera. (Reuters/Ciro De Luca)
El español, tras finalizar la carrera. (Reuters/Ciro De Luca)

"Remontando desde el final, Carlos es el que más ha progresado desde atrás. Si hubiéramos empezado con el coche de seguridad (en las últimas vueltas), Carlos podría haber terminado en el podio". Quizás con una sola vuelta hubiera bastado. Ferrari no tenía ritmo este fin de semana contra un Red Bull que despliega sus armas estratégicas con la puesta a punto de su monoplaza (como en Monza), las estrategias desde boxes, y el talento de su piloto. Tiene cañones por todas las bandas. Pero Carlos Sainz merecía haber subido a ese maravilloso podio bañado por un mar rojo de aficionados escoltando ese gigantesco escudo con el Cavallino Rampante. Con razones de peso, quizás, pero con palos en las ruedas desde el primer día.

La emboscada de Red Bull a Ferrari en su propio territorio se cobró la pieza. En Ferrari lo sabían – y temían- desde el viernes, pero había que mantener el tipo hasta la hora de la verdad. El equipo italiano salvó la dignidad, pero no la victoria que hubiera justificado la temporada. Un coche de seguridad estuvo a punto de regalar una oportunidad final a los dos pilotos de Ferrari. Sin embargo, la pésima gestión de la dirección de carrera la truncó... y fue a Carlos Sainz a quien más perjudicó.

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