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Baréin o cómo el emirato pobre marcó el camino de la Fórmula 1 a los jeques ricos
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LA VENTAJA DE SER PIONERO

Baréin o cómo el emirato pobre marcó el camino de la Fórmula 1 a los jeques ricos

Se cumplen 20 años de la carrera inaugural en el circuito de Sakhir del pequeño emirato árabe. Un modelo que generó recelos, pero anticipaba el lugar por el que iba el futuro

Foto: Fernando Alonso, en los entrenamientos libres del jueves. (EFE/Ali Haider)
Fernando Alonso, en los entrenamientos libres del jueves. (EFE/Ali Haider)

Parece mentira que hayan pasado dos décadas desde el primer gran premio celebrado en el pequeño reino árabe. En una Fórmula 1 fundamentalmente europea, algo más allá de los dos pequeños periplos asiáticos y americanos era todo un shock. Suponía tener una carrera en un lugar del mundo absolutamente desconocido, sin tradición alguna en el deporte del motor y con una pista construida literalmente en medio de un desierto.

La familia real Bareiní tenía muy claro el porqué de su apuesta por la Fórmula 1 para que ubicaran a su pequeño país en el mapa. Siempre a la sombra de su poderoso vecino, Arabia Saudí, y sin el poderío económico de Qatar y Emiratos Árabes Unidos, tenían que trazar un plan que permitiera tener un protagonismo en una zona que ya se anticipaba estratégica en el concierto económico global.

Dar primero te da derecho a ciertos privilegios. De entrada, el hosting fee que paga Baréin es casi la mitad de lo que pagan recién llegados como Arabia Saudí. El último en llegar paga más. Esta es una norma que se respetó a fuego en la era de Bernie Ecclestone y que, en mayor o menor medida, respeta en la actualidad Liberty Media.

Otro de los privilegios, que premian la veteranía en la competición, es albergar los entrenamientos de pretemporada o ser la primera carrera del campeonato. Obvio que no es gratis. Si les dieras a elegir a los equipos de Fórmula 1, optarían por Barcelona y no por el circuito de Sakhir dada la cercanía a sus bases operativas; si Qatar, Abu Dabi o Yeda quisieran ese privilegio, tendrían que ponerse a la cola y esperar a que Baréin ejerza su derecho de tanteo.

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Sainz, durante el Gran Premio de Baréin. (EFE/Ali Haider)

Un camino lleno de baches

Gracias al indudable éxito que ha supuesto para Baréin la presencia de la Fórmula 1 desde 2004, se ha anunciado la renovación del acuerdo hasta 2036. Se trata de todo un símbolo de reconocimiento por parte del actual promotor del campeonato. También de compromiso de la familia real bareiní de no levantar el pie del acelerador de una inversión de máxima importancia para su país.

El camino para llegar hasta aquí no ha sido ni mucho menos sencillo. Tanto en sus comienzos como en sus años de singladura no son pocos los obstáculos que han tenido que sortear. De entrada, la organización llegó por los pelos a la carrera inaugural. Tanto como para pedir a Bernie Ecclestone que se retrasara el primer gran premio un año, pero encontrándose con la negativa del magnate británico. La realidad es que todo lo importante estaba listo, pero había problemas de diversa índole fruto de la inexperiencia de construir un circuito en una zona de clima extremo y terreno desértico.

Cuando se hicieron las primeras pruebas, la pista era sumamente deslizante por la presencia constante de arena. El tipo de desierto de la zona, al tener un componente rocoso, hacía sumamente difícil controlar las corrientes de aire que depositaban continuamente sedimentos muy finos sobre la pista. Hubo que invertir una fortuna para rociar de adhesivo todos los alrededores del circuito para paliar el problema. El poco uso anual de la pista hace también que aunque se trate de limpiar lo más posible, conducir fuera de la trazada ideal siempre resulta crítico.

El calor extremo también provocaba muchos inconvenientes para máquinas y público asistente y como consecuencia de ello se decidió realizar las carreras de noche para disfrutar de temperaturas más soportables y de paso ofrecer un horario más conveniente para el público europeo, que sigue siendo el mayoritario dentro de los algo más de 1500 millones de seguidores de la Fórmula 1 por todo el planeta. Baréin también ha sido el único circuito que ha tenido dos carreras durante la misma temporada, pero en configuraciones de trazado diferente, como los Grandes Premios celebrados en 2020 a causa de la pandemia.

placeholder Verstappen es el favorito para este Mundial. (Reuters/Hamad I Mohammed)
Verstappen es el favorito para este Mundial. (Reuters/Hamad I Mohammed)

Jeque rico, jeque pobre

Cuando se habla de dinero, todo siempre es relativo, porque aunque Baréin sea un reino pobre de solemnidad, si se compara con el coloso que tiene por vecino como es Arabia Saudí, dinero nunca ha faltado en Baréin para hacer las cosas a lo grande. Más aún teniendo en cuenta, que las inversiones de Mumtakalat (el fondo soberano de Baréin) no se limita a la inversión en el circuito y su Gran Premio, si no se extiende a un accionariado mayoritario en el Grupo McLaren. Y a otras iniciativas menores relacionadas con la Fórmula 1 de forma colateral como es su presencia en el ciclismo.

Cuando se nota que eres pequeño y poco poderoso a nivel global es el diferente rasero que te aplican. En ninguna cuestión esta doble vara de medir no exenta de mucha hipocresía, se ha podido ver como en el diferente trato recibido por medios de comunicación y organismos internacionales hacia Baréin a la hora de juzgar los mismos problemas. El más grave ha sido siempre la cuestión relativa a los derechos humanos y la represión ejercida por la monarquía reinante. Tanto como para que la edición de 2012 se cancelara ante las revueltas internas y la presión en forma de boicot de organismos e influyentes lobbies de presión.

Por supuesto, que Baréin no es un país ejemplar en muchos aspectos si lo comparamos con el estándar europeo. Pero si era cuestionable celebrar un Gran Premio allí por la forma de sofocar las protestas populares, no se sostiene celebrar por ejemplo un Gran Premio en China. Si hablamos de vulneración de derechos a la comunidad LGTBI como los que hubo hace unos años cuando se prohibieron las camisetas arcoíris en el paddock, qué decir si la misma vara de medir se aplicara en Qatar. Resumiendo: Repasando el calendario de la Fórmula 1, muchos circuitos no están libres de pecado como para tirar piedra alguna. Pero meterse con el débil es mas fácil que hacerlo con el poderoso.

La realidad es que con sus indiscutibles puntos oscuros, Baréin ha sido de todos los estados de la región el más abierto y tolerante con las costumbres occidentales. De igual forma, la presencia de la Fórmula 1 ha sido un acelerante indiscutible para acometer reformas sociales y palanca de cambio de apertura de este tipo de regímenes autocráticos. Ese lento cambio de percepción de lugares hostiles a más amables en la opinión pública internacional, es sin duda un el factor que impulsó a Mohamed bin Salmán de Arabia Saudí para que echara la casa por la ventana con su gran premio. Es inevitable negarse a aceptar ciertas situaciones de estos países, pero la realidad es que las mujeres saudíes tuvieron autorización para conducir con la llegada de la Fórmula 1. ¿Cuánto hubiera tardado en conquistarse ese derecho, de no mediar un hecho tan relevante?

El peso de la península arábiga en el calendario y la economía de la Fórmula 1 es descomunal. Nada menos que cuatro grandes premios en la zona y montañas de dinero invertidos en la competición. Pero todo esto no habría llegado si hace 20 años los jeques pobres no hubieran señalado el camino a sus hermanos ricos.

Parece mentira que hayan pasado dos décadas desde el primer gran premio celebrado en el pequeño reino árabe. En una Fórmula 1 fundamentalmente europea, algo más allá de los dos pequeños periplos asiáticos y americanos era todo un shock. Suponía tener una carrera en un lugar del mundo absolutamente desconocido, sin tradición alguna en el deporte del motor y con una pista construida literalmente en medio de un desierto.

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