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El accidente entre Norris y Verstappen puso el Mundial al rojo vivo... ¿Pero quién lo provocó?
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UN VEREDICTO NO UNÁNIME

El accidente entre Norris y Verstappen puso el Mundial al rojo vivo... ¿Pero quién lo provocó?

Aunque los comisarios deportivos del Gran Premio de Austria dictaminaron que el actual campeón del mundo era quien merecía sanción, hay muchos matices que analizar en un choque que ha levantado ampollas entre ambos pilotos

Foto: Los dos pilotos mantuvieron un duelo muy duro. (DPPI/APF7)
Los dos pilotos mantuvieron un duelo muy duro. (DPPI/APF7)

Se veía venir que el duelo entre Max Verstappen y Lando Norris iba a acabar mal. Cuando ambos pilotos chocaron a pocas vueltas del final y entregaron la victoria en bandeja a George Russell, la verdad es que el lance sorprendió a pocos. SuperMax siempre juega al límite del reglamento y más allá. Pocos daban por hecho que Norris fuera a salirse con la suya. Al neerlandés le pasa como a esos defensas rocosos del futbol que solamente admiten "que pase el futbolista o la pelota, pero nunca los dos juntos". Y así ocurrió. ‘"Yo no ganaré la carrera, pero tú tampoco lo vas a hacer", debió decirse el neerlandés.

Lo de Verstappen en Austria es indefendible, por mucho que se empeñen muchos de sus enfervorizados fans. En la frenada de la curva 2 donde se produjo el incidente, el piloto de Red Bull dejó a Lando Norris sin espacio en la frenada y la colisión se hizo inevitable. Da igual que Max dijera que no vio al piloto de McLaren o que él hizo su trazada natural. Un piloto compite junto a otros 19 pilotos más y tiene obligación de mirar por los retrovisores o cumplir unas reglas claras. La norma de dejar espacio cuando un piloto se pone a tu altura es una de ellas.

Es difícil creerse que el arrinconamiento de Verstappen a Norris no fuera deliberado. Pero aun concediéndole el beneficio de la duda, la sanción es correcta. El problema es que Lando Norris tuvo una opción clara de batir al de Red Bull el sábado y varias opciones el domingo y las desaprovechó todas. No puedes dejar tu suerte en manos de los comisarios deportivos y menos aún, cuando su criterio, por desgracia, a menudo es tan inconsistente. Norris sufrió las malas artes de Max, pero él tiene bastante culpa de ello.

En primer lugar, cuando te enfrentas a un piloto como Max Verstappen, ya sabes que para ganarle tienes que hacerlo todo bien. Tienes que actuar como ese tenista que se enfrenta a Federer o Nadal que les fuerza a que cometan uno de sus inhabituales fallos. Michael Schumacher era tan duro y antideportivo como lo puede ser Max. La mayoría de los pilotos sucumbían ante el alemán, sobre todo por el temor que infundía y no saber forzarle a cometer un error. Como le pasó a Norris con Max.

Hacerse respetar

Pero de repente, un día surgió un piloto de nombre Juan Pablo Montoya, que demostró que con él esos juegos no funcionaban. El colombiano demostró al kaiser a poco de llegar a la Fórmula 1 que con él había pinchado en hueso. Y eso es lo que cinco años después de su debut Lando Norris aún parece no haber aprendido. Montoya sabía que para adelantar a Schumi solo había dos formas, o bien le sorprendía o jugaba igual de duro que él. Si pillabas a Schumacher desprevenido tenías una opción y de no ser el caso, había que buscar el sitio del circuito donde lo pusieras contra las cuerdas. Es decir: ser tú el que empujas en la trayectoria y nunca estar en la zona donde puedes ser empujado.

Cuando te colocas en el exterior en una maniobra de adelantamiento contra Max Verstappen, llevas siempre las de perder. Norris se metió él solo en una cueva donde nunca debió entrar. Pero hay algo tanto o más importante, que es el hacerse respetar. Recordarán aquel famoso comentario del Mono Germán Burgos a Jose Mourinho, donde le decía: "Ojo que yo no soy Tito (el entonces entrenador del Barça), yo te arranco la cabeza". Y a partir de aquel comentario, con mirada asesina, se acabaron las bromas.

Hacerse respetar es lo que justamente hace tres años hizo Lewis Hamilton a Max Verstappen en Silverstone. Cuando en una maniobra al límite, Hamilton no cedió y mandó a su rival a la grava, había también un mensaje muy claro. "Cuidado Max que conmigo estos juegos no funcionan. Si te pasas de listo, igual acabas en el hospital". Un aviso para navegantes en definitiva. Después de cinco años en Fórmula 1, Norris ya debería haber aprendido esto y es que, si no te haces respetar por Max, el nunca te va a respetar. Hay gente que solamente conoce ese lenguaje.

Hay otra lección que Norris debería aprender de todo lo sucedido en Austria y es entender lo que está en juego. En un lance de carrera en el Gran Premio de Brasil de hace seis temporadas, Max Verstappen y Esteban Ocon, colisionaron a pesar de que el neerlandés iba líder y el francés iba a ser doblado. En un comentario lleno de lucidez, Lewis Hamilton le recordó a Verstappen en la antesala del podio que la culpa del incidente era suya. "Tú tenías más que perder", le recordó el campeón británico, que dejó al impetuoso Max sin palabras. ¿De qué sirve tener razón en un incidente, si pierdes una posible victoria?

Los peligros de perdonar

Y la cosa tiene para el británico más delito, porque el sábado perdonó la vida de forma incomprensible a Max en la curva tres después de haberle superado. La forma en la que el inglés dejó abierto un resquicio al neerlandés, recordó a aquel famoso encontronazo entre Valentino Rossi y Sete Gibernau en la curva final del circuito de Jerez en MotoGP. Si sabes que Valentino juega sucio o como poco al límite del reglamento, nunca le puedes dejar espacio. Ni un centímetro. Esa es la lección. Si le das un centímetro a un killer, te va a pasar por encima, sí o sí. De momento se va a llevar la victoria y luego ya veremos si los comisarios se la quitan.

Foto: Carlos Sainz, en el Gran Premio de Austria. (Reuters/Leonhard Foeger)

Y aquí regresamos una vez más a la incomprensible doble vara de medir de los comisarios. Mucha de la culpa de haber alimentado un monstruo como el de Max Verstappen es suya. Diez segundos y dos puntos en el carnet, como toda penalización, es una broma de mal gusto. No contento con haber golpeado a Norris, a pesar de saber que iba con el coche tocado, cerró de forma inmediata a su rival de forma muy peligrosa. Y todo esto sin contar con movimientos de brusco cambio de trayectoria en el momento de la frenada. El mensaje de mano blanda de los comisarios es pésimo.

La letra, con sanción entra, habría que recordarles a los comisarios. Verstappen se ha tomado tan en serio su papel de chico duro, que claramente necesita que le bajen a la tierra desde la nube en la que está instalado. Pero que no piense tampoco Norris, que un correctivo severo de los comisarios hacia Max le va a proteger en futuros enfrentamientos. La habilidad para dar una estocada definitiva se tiene o no se tiene, pero si se carece de ese don innato, Norris no puede ser tan ingenuo y previsible como lo fue en Austria. Si Norris quiere ser un grande, ya sabe cuál es su asignatura pendiente.

Se veía venir que el duelo entre Max Verstappen y Lando Norris iba a acabar mal. Cuando ambos pilotos chocaron a pocas vueltas del final y entregaron la victoria en bandeja a George Russell, la verdad es que el lance sorprendió a pocos. SuperMax siempre juega al límite del reglamento y más allá. Pocos daban por hecho que Norris fuera a salirse con la suya. Al neerlandés le pasa como a esos defensas rocosos del futbol que solamente admiten "que pase el futbolista o la pelota, pero nunca los dos juntos". Y así ocurrió. ‘"Yo no ganaré la carrera, pero tú tampoco lo vas a hacer", debió decirse el neerlandés.

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