Florentino pide normalidad a sus directivos para calmar la situación en la comida con Rosell

Ni los enfrentamientos entre jugadores en el terreno de juego ni el cruce de denuncias presentadas ante la UEFA impedirán que el Real Madrid y el Barcelona inicien una aproximación gracias a sus presidentes. Será el próximo martes cuando Florentino Pérez y Sandro Rosell vuelvan a encontrarse, y será en la tradicional comida de directivas previa al partido de vuelta de las semifinales de la Champions. El encuentro se producirá después de vivir días de máxima tensión entre ambos clubes, por eso, y con la intención de suavizar el ambiente de crispación que se respira, el mandatario del conjunto blanco ha pedido normalidad a sus directivos, que actúen con la máxima cordialidad posible para pasar página y olvidar el reciente e incómodo episodio.

 

Después de que saltaran chispas en el Santiago Bernabéu la pasada semana y de que la rivalidad entre ambos equipos fuera un paso más allá, se llegó a rumorear que la comida que suelen compartir sus dirigentes no tendría lugar. No ha habido contacto entre Madrid y Barcelona, sin embargo, Rosell aseguró el sábado que no hay razón para no celebrar la comida oficial. "Una cosa es la institución y otra las personas. Hay que llamar al civismo, al respeto entre las aficiones y que nunca pasa algo que no sea jugar dentro del campo. Sobre todo dejarnos de provocar", dijo el presidente azulgrana tras la derrota de su equipo en Anoeta.

Así, su homólogo del Real Madrid acudirá con su séquito de diez directivos a Barcelona con la intención de enterrar el hacha de guerra. Ambas directivas están pendientes de lo que dictamine la UEFA, pero de momento, los máximos mandatarios prefieren mantener la cordialidad en la medida de lo posible. Otra cosa es cómo se desarrollen los acontecimientos en el terreno de juego en el cuarto y último clásico.

Mourinho no podrá tener contacto con la plantilla

Por su parte, José Mourinho, uno de los principales desencadenantes de la mediática guerra que Real Madrid y Barcelona libran en los despachos, no estará en el banquillo del Camp Nou. Su expulsión en el partido de ida por criticar la actuación arbitral le impedirá dirigir a sus jugadores desde el campo y el portugués ocupará un palco privado cerrado tal y como él mismo solicitó. Su reubicación en el estadio culé también ha sido motivo de discordia. El propio Mourinho es consciente de que es el blanco de todas las iras, y de tener que aguantar 90 minutos en territorio hostil, el luso prefiere hacerlo en un lugar más seguro que la grada.

El técnico luso no podrá tener ningún tipo de contacto con sus jugadores desde el momento en que el autobús de la plantilla del Real Madrid cruce las puertas del Camp Nou. No tendrá comunicación con sus hombres ni por vía telefónica ni mediante sus famosas notas de papel, por lo que tendrá que dejar bien clara su estrategia a seguir en las sesiones preparatorias. El conjunto blanco trabajará esta vez sin las constantes instrucciones de su técnico desde la banda.

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