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Eusébio, 'Patrimonio de Estado' en Portugal y miembro del Olimpo del fútbol
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MURIÓ A LOS 71 AÑOS ESTE DOMINGO

Eusébio, 'Patrimonio de Estado' en Portugal y miembro del Olimpo del fútbol

El nombre de Eusébio da Silva Ferreira, Eusébio para el mundo entero, hay que escribirlo en pasado desde el domingo, cuando nos dejó a los 71 años de edad

Foto: Eusebio murió a los 71 años de un paro cardíaco en Lisboa.
Eusebio murió a los 71 años de un paro cardíaco en Lisboa.

Hace unas pocas décadas, cuando las cosas sucedían sin tanto atropello y todo se saboreaba con más detalle, en el mundo del fútbol en cambio ya se debatía sobre quiénes eran los mejores jugadores que jamás se calzaron unas botas. Dentro de ese ranking tan subjetivo existe un puñado de nombres que han llegado hasta la actualidad como irrefutables. Uno de ellos, el de Eusébio da Silva Ferreira, Eusébio para el mundo entero, hay que escribirlo en pasado desde este domingo, cuando nos dejó a los 71 años de edad tras meses arrastrando problemas de salud.

En la vecina Portugal el debate no existe. Él es sin duda el mejor futbolista de la historia. Nacido en Mozambique, entonces provincia africana del país luso, arribó a la metrópoli en 1960 para jugar en el Benfica, aunque no sin antes producirse una gran polémica al reclamar los derechos del fichaje el Sporting de Portugal, entonces dominador del fútbol nacional y archirrival del Benfica. Tras meses de deliberación, en los que el Benfica escondió a la joven promesa en un hostal en el Algarve, la Federación le permitió jugar con los del Estadio da Luz, y su impresionante aportación en las 15 temporadas siguientes convirtió al equipo rojo en referencia mundial.

placeholder Eusebio dejó el Benfica en 1975

La explosión que supuso en el fútbol europeo la aparición de Eusébio fue incomparable. El Benfica consiguió ganar dos Copas de Europa, primer equipo campeón tras el Real Madrid, y los grandes clubes intentaron contratar a la ‘Pantera Negra’. La Juventus le hizo una oferta irrechazable en 1964, pero la intervención del dictador portugués Antonio de Oliveira Salazar frenó la salida. “Usted no puede marcharse de Portugal porque es Patrimonio del Estado”, recogen los libros de Historia que le dijo el político al jugador en una reunión privada, y el caso es que el delantero no se marchó al Calcio ni esta vez, ni unos años después cuando con todo cerrado con el Inter de Milán la Federación Italiana prohibió los jugadores extranjeros en su liga.

Cuentan quienes disfrutaron de él en directo que era un futbolista que causaba asombro con solo verlo moverse, y en los vídeos de la época visionados hoy se contempla a un jugador diferente, adelantado a su tiempo. De gran aceleración, potentísimo y preciso disparo y gran habilidad para interpretar el juego, Eusébio es el único que hizo sombra de manera coetánea a los primeros dos nombres propios que entraron en el Olimpo del fútbol, Di Stéfano y Pelé.

placeholder Pelé y Eusébio.

Al primero se enfrentó en la final de la Copa de Europa de 1962, que se llevó el Benfica. Al brasileño le sufrió en la final de la Copa Intercontinental de ese mismo año, cuando el Santos arrasó en la ida y en la vuelta, con un Pelé descomunal que despejaba así las dudas que había hacia él en el Viejo Continente, donde apenas se le había visto jugar.

La gloria del Mundial del 66

La consagración de Eusébio vino en 1966, cuando llevó a su país hasta el tercer puesto de la Copa del Mundo disputada en Inglaterra. Hizo nueve tantos, incluidos cuatro logrados en los cuartos de final ante la sorprendente Corea del Norte. Y en el grupo, su Portugal había goleado a la bicampeona Brasil, que acabó eliminada. El Balón de Oro de 1965 y las Botas de Oro de 1968 (tras anotar 43 goles) y de 1973 (40), son los galardones que adornan la vitola de gran jugador de todos los tiempos que le ha acompañado hasta la tumba.

Quizá por no salir nunca del fútbol portugués, lo hizo al final de su carrera pero a la exótica liga norteamericana, se ha quedado siempre Eusébio un escalón por debajo dentro del Olimpo del balompié. Un dios menor, pero dios al fin y al cabo, que se convirtió en sinónimo de Benfica y de Portugal por los servicios prestados en el campo. Quien fuera uno de los mejores delanteros nunca vistos (con 537 goles en 592 partidos oficiales) se quedó vinculado a su club y su país tras su retirada hasta sus últimos días, para seguir siendo embajador de las dos camisetas que más veces defendió.

No es extraño que en 1963, cuando el fútbol cumplió cien años desde su invención por un puñado de estudiantes ingleses, uno de los protagonistas del combinado de Resto del Mundo que se enfrentó a Inglaterra en Wembley fuera Eusébio, junto a Di Stéfano, quien capitaneó el equipo. Esa reunión de estrellas del momento era coyuntural, evidentemente. Pero si hubiera que hacer una selección con los principales nombres propios de la historia de este deporte, Eusébio también iría convocado.

placeholder Se va una referencia de Portugal y símbolo del fútbol mundial.

Hace unas pocas décadas, cuando las cosas sucedían sin tanto atropello y todo se saboreaba con más detalle, en el mundo del fútbol en cambio ya se debatía sobre quiénes eran los mejores jugadores que jamás se calzaron unas botas. Dentro de ese ranking tan subjetivo existe un puñado de nombres que han llegado hasta la actualidad como irrefutables. Uno de ellos, el de Eusébio da Silva Ferreira, Eusébio para el mundo entero, hay que escribirlo en pasado desde este domingo, cuando nos dejó a los 71 años de edad tras meses arrastrando problemas de salud.

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