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España exige al rebelde Isco resetear su fútbol pausado
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le ha costado entrar en el nuevo sistema

España exige al rebelde Isco resetear su fútbol pausado

Sin Iniesta ni Silva, tiene que ser la estrella de la Selección. A Isco le ha costado entrar en el sistema más vertical de Luis Enrique. Se liberó con el sexto gol a Croacia

Foto: Isco conduce el balón ante la oposición de Modric durante el partido contra Croacia. (EFE)
Isco conduce el balón ante la oposición de Modric durante el partido contra Croacia. (EFE)

La salidas de Iniesta y David Silva han despejado el camino a Isco para asumir los galones de líder y cerebro de una Selección que está en una evolución radical para desprenderse del juego horizontal. Luis Enrique quiere alcanzar el Everest con futbolistas como Saúl, Marco Asensio y Rodrigo. Son la esencia de la verticalidad, la efectividad y la definición del nuevo estilo al que no se acoplan las cualidades de Isco. Es uno de los pocos puntos que tiene que perfeccionar la pizarra de Luis Enrique, porque el nuevo seleccionador ha puesto su confianza en el malagueño por su talento, pero tanto contra Inglaterra como en la goleada este martes frente a Croacia (6-0) le han faltado más imaginación, chispa y acciones para desequilibrar. Su balance es el de un gol en dos partidos y la obligación de adaptar sus cualidades a otra filosofía.

La inspiración de Isco tiene que ponerse al servicio de la verticalidad del nuevo estilo. Menos pausa y más velocidad es lo que necesita esta España para solucionar los problemas de gol que la penalizaron en el último Mundial. El juego tiene que fluir para delante y no para detrás. Isco está en ese punto de tener que volver a reciclar sus cualidades a las nuevas exigencias para interpretar un sistema que no tiene nada que ver con la época pasada.

Foto: Isco durante la conferencia de prensa en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas. (Efe) Opinión

La incidencia de Isco tiene que ser mayor en un equipo que se ha quedado con menos fantasía en la elaboración y donde, como se vio en la goleada contra Croacia, se priorizan otros mecanismos para tener más pegada: el pase al espacio, el disparo desde fuera del área, llegar al remate en segundas jugadas y la aceleración hacia la portería. A Isco titular en los dos partidos de la Liga de Nacionesle ha costado mezclar con el nuevo estilo cuando otros compañeros han leído mejor el juego de ataque posicional y las transiciones.

En el andamiaje de Luis Enrique no se ha encontrado cómodo y ha estado algo desubicado. Isco, en el 4-3-3, parte desde la banda derecha. Pierde mirada periférica, queda encerrado en menos espacio y tiene dificultades para hacer diagonales y perfilarse para el disparo, como han hecho desde la otra banda Iago Aspas, primero, y Marco Asensio, después. A Isco le gusta jugar por detrás de un delantero, más centrado o de falso ‘9’. Aquí está más cómodo porque se perfila para el disparo y mejora su intuición para leer los movimientos de ataque.

placeholder Marco Asensio celebra un gol. (EFE)
Marco Asensio celebra un gol. (EFE)

El vicio de la posesión

Le sucedió algo similar en los inicios de Zinédine Zidane en el Real Madrid. Tardó el entrenador francés en encontrarle un sitio en el once porque no encajaba en el 4-3-3 y el fútbol directo que proponía con transiciones rápidas. Se tuvo que resetear el malagueño para cumplir con las necesidades y las exigencias de un fútbol más vertical y eléctrico en el que la finalidad era encontrar el goleador Cristiano Ronaldo. No mezclaban del todo bien el portugués y el español. Puso mucho de su parte Isco y le beneficiaron las lesiones de Bale para aprovechar su oportunidad y Zidane cambiar a un 4-2-3-1. Isco empezó a ser fundamental en el Madrid de las últimas Champions. Hacía goles y jugadas a mayor velocidad, aunque no podía evitar caer en el vicio de abusar de la posesión.

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Lopetegui también le aleccionó para que soltara antes la pelota y fuera más rápido en la circulación. Le puso donde quería para sacarle más rendimiento. Metido entre líneas. Isco necesita mucha confianza y es de los que se rebelan. Lo demostró con su gol a Croacia, el sexto, cuando se fue al centro del área, recibió un pase y con un control se orientó para el remate. Esta es la pieza que tiene que encajar mejor Luis Enrique para sacar todo el potencial de Isco en un nuevo sistema.

Isco es una de las banderas de una Selección que tenía como noticia la alineación de seis jugadores del Real Madrid en el once contra Croacia. Luis Enrique puso más madridistas en el equipo titular que españoles juegan en el once de Lopetegui. No deja de ser una anécdota, pero cuatro de los seis goles fueron de los madridistas Marco Asensio, por partida doble, Sergio Ramos e Isco. Fue el día en que Luis Enrique le dio barniz madridista a la Selección española para gozo de Florentino Pérez, que puede presumir de ver cómo su apuesta por españolizar el Madrid tiene efecto en la Selección. Entraron en el once: Nacho, Sergio Ramos, Carvajal, Ceballos, Isco y Marco Asensio. "Me veo en los cromos y la televisión y me siento raro de blanco. Creo que el azulgrana me sienta bastante mejor", dijo en una ocasión Luis Enrique. Eran otros tiempos de rivalidades y animadversiones. Hoy Luis Enrique busca y encuentra lo mejor en el Real Madrid.

Foto: Luis Enrique en la Ciudad de Fútbol de las Rozas. (EFE)

La salidas de Iniesta y David Silva han despejado el camino a Isco para asumir los galones de líder y cerebro de una Selección que está en una evolución radical para desprenderse del juego horizontal. Luis Enrique quiere alcanzar el Everest con futbolistas como Saúl, Marco Asensio y Rodrigo. Son la esencia de la verticalidad, la efectividad y la definición del nuevo estilo al que no se acoplan las cualidades de Isco. Es uno de los pocos puntos que tiene que perfeccionar la pizarra de Luis Enrique, porque el nuevo seleccionador ha puesto su confianza en el malagueño por su talento, pero tanto contra Inglaterra como en la goleada este martes frente a Croacia (6-0) le han faltado más imaginación, chispa y acciones para desequilibrar. Su balance es el de un gol en dos partidos y la obligación de adaptar sus cualidades a otra filosofía.

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