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El problema de Solari en el Real Madrid o por qué el aficionado se siente timado
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El problema de Solari en el Real Madrid o por qué el aficionado se siente timado

El nivel de juego y actitud de los futbolistas ha bajado hasta límites que producen el bochorno de unos aficionados que están anestesiados

Foto: Solari, con los brazos cruzados, durante el partido contra el Eibar en Ipurua. (Efe)
Solari, con los brazos cruzados, durante el partido contra el Eibar en Ipurua. (Efe)

Solari era un remiendo a una defectuosa planificación deportiva. Saldrá bien, mal o regular y la nota habrá que ponérsela al final de la temporada. Si llega, porque en el Real Madrid nada es seguro pese a que Florentino Pérez esté en la obligación de no quemar a un segundo entrenador. Pero Solari era un apaño que se ganó el banquillo del primer equipo en cuatro partidos. Conviene recordarlo después de la dolorosa derrota en Eibar. El Real Madrid vuelve a poner los pies en suelo. Ni Lopetegui era tan malo ni Solari un entrenador tapado que llamaba la atención en el Castilla y al que se le veía que podría tirar la puerta del primer equipo. Solari era la solución más a mano para ocupar el banquillo en una situación de crisis y esperar a que la plantilla sintiera vergüenza y reaccionara.

El problema de Solari es que el aficionado se siente timado por un proyecto deportivo que, sin poder calificarse como malo, sigue confirmando que es peor que el de la temporada pasada y el de hace dos años. Por lo que pasó Solari en Ipurua ya le tocó sufrirlo a Lopetegui en su breve etapa en el banquillo. El nivel de juego y actitud de los futbolistas ha bajado hasta límites que producen el bochorno de unos aficionados que están anestesiados. Resulta difícil protestar o montar un escándalo en el Bernabéu cuando se viene de un ciclo triunfal en Europa con tres Champions consecutivas. La Liga es otra cosa. La última que se ganó –2016-17– el Madrid tenía un plantillón con Cristiano Ronaldo, Pepe, James, Morata… La renovación del proyecto no augura un buen presente.

Foto: Los jugadores del Eibar celebran el 3-0 mientras los del Real Madrid se lamentan. (EFE)


En las cabezas de los aficionados retumbaron aquellas palabras en las que Zidane decía que le hacía más ilusión ganar la Liga que la Champions. Una declaración cargada de intención para reivindicar la importancia de no seguir debilitando la plantilla si se querían hacer las cosas bien. Para tener garantías de éxito en la competición que es un maratón. Zidane dio el aviso –en más de una ocasión– y se marchó agotado. Detrás de él se fue Cristiano Ronaldo y Florentino entendió que no había que despilfarrar el dinero y sí sacarle rendimiento a lo que había. Pues esto es lo que hay. Una plantilla menos competitiva, todavía más irregular en su rendimiento, el paso de dos entrenadores que no hacen encaje de bolillos y una afición deprimida y con un sentimiento de estafa.

placeholder Sergio Ramos, en Ipurua. (Reuters)
Sergio Ramos, en Ipurua. (Reuters)

Florentino no ha posado con Solari

Pocas alegrías se le han dado a los seguidores en una temporada en la que el Real Madrid acumula en la Liga casi las mismas derrotas –cinco– que victorias –seis–. El resto son empates –dos–. De 39 puntos sólo han sumado 20. Con el preocupante dato de 20 goles a favor y 19 en contra. Con naufragios ante el Sevilla, Barcelona y Eibar. El aficionado ha visto cómo llega el Levante y gana (1-2) en el Bernabéu o cuesta sacar victorias ante Alavés (1-0), Viktoria Plzen (2-1) o la del gol de churro de Vinicius al Valladolid (2-0). Esta es la decepción de los aficionados del Real Madrid y la que debe contemplar Florentino para valorar cuáles son realmente las soluciones en un equipo al que no se le puede cargar siempre el muerto al entrenador. A Solari le ascendieron y no ha tenido una presentación oficial. Florentino ni otro ejecutivo ha posado con un entrenador al que le han hecho contrato hasta 2021.

A Solari le vino grande el partido contra el Eibar. Tan grande que se sintió dolido por las palabras de Varane nada más terminar el partido y sin pasar por la ducha. Son las más sinceras, pese a que el entrenador diga que no tienen validez porque el micrófono y las cámaras cogen al jugador en caliente. “No estábamos bien colocados. No estábamos cómodos y no hemos encontrado soluciones”. Esto es lo que le molestó a Solari de Varane. Si él se siente perjudicado, qué tendrá que pensar la afición cuando escuchó a Sergio Ramos –ya duchado– comparecer ante la prensa para decir que “nos convertimos en un equipo vulgar cuando no igualamos la intensidad y las ganas del rival”.

Solari era un remiendo a una defectuosa planificación deportiva. Saldrá bien, mal o regular y la nota habrá que ponérsela al final de la temporada. Si llega, porque en el Real Madrid nada es seguro pese a que Florentino Pérez esté en la obligación de no quemar a un segundo entrenador. Pero Solari era un apaño que se ganó el banquillo del primer equipo en cuatro partidos. Conviene recordarlo después de la dolorosa derrota en Eibar. El Real Madrid vuelve a poner los pies en suelo. Ni Lopetegui era tan malo ni Solari un entrenador tapado que llamaba la atención en el Castilla y al que se le veía que podría tirar la puerta del primer equipo. Solari era la solución más a mano para ocupar el banquillo en una situación de crisis y esperar a que la plantilla sintiera vergüenza y reaccionara.

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