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La tensión de Gareth Bale por presionarle a salir del Real Madrid
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EL GALÉS NO PONDRÁ FÁCIL SU SALIDA

La tensión de Gareth Bale por presionarle a salir del Real Madrid

Bale no acepta presiones de la grada con los pitos ni que le enseñen la puerta de salida cuando presume de ser uno de los futbolistas que han hecho historia en el Real Madrid

Foto: Gareth Bale, con gesto serio durante el calentamiento en el Bernabéu antes de jugar contra el Huesca. (EFE)
Gareth Bale, con gesto serio durante el calentamiento en el Bernabéu antes de jugar contra el Huesca. (EFE)

Los pitos a Gareth Bale en el partido contra el Huesca hacen más daño en el palco del Bernabéu que al propio futbolista. El galés no se da por aludido ni se siente el máximo responsable o el principal culpable de la mala temporada que tiene al equipo eliminado de la Champions, fuera de la final de la Copa del Rey y a 12 puntos del Barcelona en la Liga. Bale está en tensión con los que le reprochan su rendimiento o quieren hacerle ver que ha fracasado en una temporada en la que estaba llamado a ser el líder del Real Madrid con la salida de Cristiano Ronaldo. Lo ha hecho saber a algunos compañeros más cercanos en el vestuario. También en el club, a través de su agente. No va a dar facilidades para marcharse porque haya llegado Zidane y el entrenador manifieste que va a ver cambios.

Bale está dispuesto a poner difícil su salida del Real Madrid con el único objetivo de hacer ver en el club que él ha cumplido y ha tenido un comportamiento profesional. Y si ha cometido algún error o acto de indisciplina, se ha debido a las decisiones de los entrenadores, que no le han aprovechado ni sacado su mejor rendimiento. El reproche de Bale al club es que lo ha dado todo por el Madrid y no hay motivos, ni deportivos ni de conducta, por los que tenga que ser transferido. Es la postura de un jugador en pie de guerra, que desconfía y se niega a pagar los platos rotos de una temporada convulsa con los cambios de entrenador.

Foto: Benzema celebra el gol del triunfo contra el HUesca en el Bernabéu. (Efe)

La estrategia del Madrid está enfocada en poner en el mercado a un jugador por el que, en condiciones normales, un club interesado debería superar la barrera de los 100 millones de euros. Una cantidad necesaria para destinar a otros fichajes y una salida que cuenta con el visto bueno de Zidane. El entrenador ha dejado claro que cuenta con Benzema para la próxima temporada, pero no pone freno a la salida del galés. El escenario en el Madrid se complica con un futbolista que, cuanto más pita la afición, más se devalúa y mayor resistencia transmite para agarrarse a su contrato —finaliza en 2022—. Aparece la tensión entre Bale y el Madrid desde el momento en que el galés, a través de su agente —Jonathan Barnett—, no colabora para buscar lo que en el club consideran la mejor solución para todas las partes.

El malestar del galés

Bale guarda silencio, pero no acepta presiones de la grada con los pitos ni que le enseñen la puerta de salida cuando presume de ser uno de los futbolistas que han hecho historia en el Real Madrid. El tema de las lesiones es un asunto al margen y considera que ha estado a la altura que le exigía el club en los momentos decisivos. En las finales, con goles en la Champions y saliendo desde el banquillo, como en el encuentro contra el Liverpool. Los pitos los considera injustos y plantearle que tiene que irse se lo toma como una afrenta. Las dificultades crecen para deshacerse de un jugador que está molesto con el trato de diferentes entrenadores —en especial, Zidane y después Solari— y con el que Florentino va a tener que actuar con tacto para resolver la situación. El presidente, defensor del galés hasta el regreso de Zidane, tampoco se puede permitir malvender lo que considera uno de sus principales activos.

El Real Madrid necesita recomponer la imagen de Bale en una temporada en la que es difícil presentar argumentos que no le perjudiquen. Poner en valor, de nuevo, que es uno de los mejores jugadores del mundo cuando alcanza su plenitud. Convencerle de que lo mejor para las dos partes es separar sus caminos. Bale no ha conseguido ganarse el clamor del Bernabéu ni lo ha pretendido. En su fría personalidad está gran parte del desgaste de la afición y los entrenadores que han acabado señalándolo y desconfiando por su apatía o desconexión del juego. Lo que trasmite Bale es que no pretende que le quieran, ni tener un club de fans, pero sí que le acepten como es y haya un juicio más ecuánime con su rendimiento.

Los pitos a Gareth Bale en el partido contra el Huesca hacen más daño en el palco del Bernabéu que al propio futbolista. El galés no se da por aludido ni se siente el máximo responsable o el principal culpable de la mala temporada que tiene al equipo eliminado de la Champions, fuera de la final de la Copa del Rey y a 12 puntos del Barcelona en la Liga. Bale está en tensión con los que le reprochan su rendimiento o quieren hacerle ver que ha fracasado en una temporada en la que estaba llamado a ser el líder del Real Madrid con la salida de Cristiano Ronaldo. Lo ha hecho saber a algunos compañeros más cercanos en el vestuario. También en el club, a través de su agente. No va a dar facilidades para marcharse porque haya llegado Zidane y el entrenador manifieste que va a ver cambios.

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