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Las otras mentiras de Willy Valadés: el juerguista de las mil caras
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SÉ LO QUE HICISTEIS HACE 20 AÑOS

Las otras mentiras de Willy Valadés: el juerguista de las mil caras

Al escándalo del supuesto engaño a sus compañeros destapado por El Confidencial sigue faltándole la caja negra. ¿Por qué lo hizo? Un pasado de engaños ofrece pistas clave

Foto: Willy Valadés, en una imagen de sus redes sociales. (Twitter)
Willy Valadés, en una imagen de sus redes sociales. (Twitter)

Fingir o exagerar una enfermedad para obtener un beneficio es una práctica que los humanos han realizado desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, el caso de cómo Guillermo Valadés levantó 400.000 euros a sus compañeros del programa Tiempo de Juego merece un capítulo propio. En primer lugar, porque a diferencia de otros mediáticos casos, Willy no defraudó a desconocidos, sino a Paco González, Manolo Lama o Pepe Domingo Castaño, que como este periódico reveló el pasado lunes se sintieron estafados por un compañero y amigo que llevaba junto a ellos más de dos décadas.

En los últimos días ha aparecido mucha más información sobre el caso, pero el misterio sobre los motivos ulteriores de Valadés para detraer del presupuesto del programa unos pagos semanales de entre 10.000 y 16.000 euros aún no ha sido resuelto. Hay muchos detalles intrigantes sobre este longevo colaborador del programa más exitoso de la radiofórmula deportiva española. Algunos de los trabajadores con los que compartió estudio en estos últimos años se muestran tan intrigados como el lector más casual. ¿Pudo el simpático Willy, alma de la fiesta en mil y una correrías nocturnas, desplegar un cerebral y maquiavélico plan para desplumar a sus colegas? ¿Tuvo este comportamiento causas financieras dada su particular situación laboral o hay que buscar razones de otro tipo?

Foto: Guillermo Valadés, junto al jugador del PSG Sergio Ramos. (COPE)

El hombre más buscado durante la última semana no dice una sola palabra. Se encuentra atrincherado en el búnker familiar del barrio de Arganzuela —donde reside habitualmente junto a sus padres octogenarios, su hermano, su hermana, el marido de su hermana y donde, además, tiene sede su empresa— a la espera de que el enjambre de cámaras de televisión y periodistas que se han apostado allí esta semana vaya abandonando la esperanza.

Willy no ha salido de una casa donde vive con sus padres, sus hermanos y una mercantil

Su presente no arroja demasiadas pistas. Desde que se reuniera con la cúpula de Tiempo de Juego la semana pasada, Valadés no ha respondido a una pregunta más; sus antaño colegas, que estudian ahora las medidas a tomar para recuperar el dinero, tampoco dicen demasiado. Lo poco que sabemos es que se tomó las preguntas como acusaciones y respondió a la defensiva, lamentando que sus compañeros le hayan hecho la cama después de tantos años de amistad.

Sin embargo, las pistas comienzan a aflorar en el pasado de Willy. Como en un cuento de Dickens, los titulares sobre su presunto engaño han devuelto la vida a muchos fantasmas del pasado de Valadés. Han pasado algunos años, pero la memoria de sus víctimas está intacta.

Las noches rocieras Willy

Año 1999. Paco González llevaba siete años al frente de Carrusel Deportivo, al que ya había convertido en un auténtico fenómeno social. Contaba prácticamente con el mismo bloque humano que ahora construye Tiempo de Juego, solo que veinte años más jóvenes. Todos rondaban la treintena y la noche madrileña era el desahogo de largas jornadas frente al micrófono. Las discotecas de moda en aquel momento, como Art Decó en María de Molina, tenían un reservado para ellos y todo el mundo, hombres y mujeres, estaba deseando formar parte de su séquito.

Eran los reyes de la noche.

En este contexto encontramos a Willy, por entonces con 31 años y un clásico de la noche. Cuentan los que compartían copas con él que se movía preferentemente entre locales de la calle Huertas y el Burladero, un bar de ámbito taurino del centro de Madrid, para acabar bailando, por sistema, en la sala rociera Almonte.

Este era el epicentro de las noches de Valadés y de gran parte de la clase acomodada de la capital: artistas, toreros, futbolistas o periodistas. Situada en la calle Juan Bravo, en pleno barrio de Salamanca, Willy se movía en el tablao como pez en el agua. Conseguía botellas, se arrancaba por sevillanas y metía en el bar a muchos clientes, en especial grupos de mujeres con posibles.

Foto: Guillermo Valadés junto a Pepe Domingo Castaño.

"Allí los que partían la pana eran Willy, Juan y Antonio, los reyes del deporte, los llamábamos", dice Sonia —nombre ficticio a petición de la interesada— que compartió con ellos muchas de esas noches. Antonio era Antoñito Ruiz, veterano comentarista de los partidos del Atlético en la Cope, y Juan es Juan Gato, colaborador en diversos programas deportivos. El trío son amigos desde hace décadas y, pese a la reciente polémica, siguen manteniendo su relación.

Una noche de aquel año conocieron a un grupo de chicas entre las que estaba ella. El Confidencial ha podido acceder a una fuente que conoce la historia de primera mano. Los detalles que aporta de aquellos años —nombres, relaciones e incluso la dirección de la casa de Valadés— son lo suficientemente precisos como para concederle credibilidad a su testimonio. Pero, al mismo tiempo, son lo suficientemente íntimos como para proteger la identidad de la antigua amiga de Willy, que subraya que no desea que su identidad se vea involucrada en este artículo, dado que todo ocurrió hace muchos años.

Tras entablar amistad, Willy y esta mujer salieron varias veces juntos. "Íbamos a la sala rociera y después nos cruzábamos a la discoteca Keeper, que cierra más tarde", relata. "Con nosotras solo coincidían los fines de semana, pero ellos también iban entre semana, eran muy amigos del dueño". La sala desde entonces ha cambiado de dueño después de que su fundador, Celso Berges, la vendiera a otro propietario tras la pandemia. Este periódico ha tratado, sin éxito, de ponerse en contacto con el fundador de la sala.

placeholder La sala rociera Almonte, refugio de políticos, toreros y periodistas en el pasado. (Almonte)
La sala rociera Almonte, refugio de políticos, toreros y periodistas en el pasado. (Almonte)

Con el paso de los días, Sonia fue perdiendo la confianza en Willy. "Al principio le pareció muy simpático y dicharachero, pero después le cansó un poco y se fue alejando", recuerda.

Pillado en una mentira

Según relata esta fuente, Willy no se tomó bien la separación e insistía en llamar a menudo a Sonia a casa, importunando a ella y a su familia, pese a que hacía tiempo que había puesto fin a la relación con él. Una noche de agosto, el periodista le llamó en plena madrugada: "Estaba llorando, destrozado. Dijo que sus padres habían muerto en un accidente de tráfico y que no tenía a dónde ir".

Sonia no pudo más que abrirle las puertas, tras lo cual Valadés se instaló en su casa y pasó tres días desconsolado. Su móvil no paraba de sonar con amigos dándole el pésame, pero Willy estaba tan hundido que no podía ni responder. "Una noche tuve que preguntar como loca a mis amigas por un trankimazín para él porque tenía un ataque de ansiedad salvaje", recuerda.

La situación llegó a ser muy incómoda. Sonia decía a Valadés que tenía que reponerse, comenzar a hacer el papeleo del fallecimiento, acudir al tanatorio… "Me agobiaba pensar que sus hermanos le podían estar buscando y no podían contactar con él, porque habría que ir al tanatorio y organizar el entierro", rememora.

"Me dijo que sus padres acababan de morir en un accidente y que no tenía dónde ir"

De modo que Sonia llamó a casa de sus padres. La conocía bien, ya que había acompañado allí a Willy unas cuantas noches después de salir de fiesta. Su intención era hablar con la hermana de Willy, Pilar, y así conseguir que volviera a su casa. Le respondió una voz femenina, que Sonia adjudicó a Pilar: "No, soy su madre", respondió la voz al otro lado del teléfono.

Sonia descubrió así la mentira de Wiily. "De modo que lo eché a la calle de inmediato", explica. "No podía creer que me hubiera engañado de esa manera".

Esta fuente recuerda vívidamente otro intrigante detalle. A los pocos días de aquel suceso, descubrió que en su casa faltaba una cantidad de dinero, que guardaba en un cajón y estimaba en torno a 250.000 pesetas de 1999, el equivalente a dos nóminas de un trabajador medio.

Preguntó a Valadés y este dijo no saber de qué demonios hablaba. Por muchas sospechas que tuviera, nunca pudo establecer un nexo.

La historia se complica

"Todo lo que me cuentas me suena: íbamos mucho al Almonte y al Keeper, conocíamos a los dueños, íbamos cada noche con nuevas chicas...", apunta el periodista Juan Gato, miembro del trío. "Pero no recuerdo que nadie me dijese que Willy le robó. Han pasado muchos años".

Aunque no son pocos los compañeros y excompañeros que profesan su simpatía hacia Valadés y muestran su estupefacción por los acontecimientos recientes, no son anecdóticos los testimonios de quienes guardan un recuerdo turbio del periodista deportivo que hoy está en el ojo del huracán.

Cuentan excompañeros de Willy que era dos personas diferentes en la Cope. "El Willy dicharachero con sus compadres de Deportes, y el Willy borde con el resto de redacción. El Willy de las risas (con los suyos) y el Willy de las riñas (con el resto) se fusionaban a veces. "Podía meterte una bronca porque no hacías lo que él quería y, al día siguiente, venía jocoso como si no hubiera pasado nada. Sé que se abusa del diagnóstico bipolar, pero, en su caso, creo que no iría desencaminado", recuerda una persona que trabajó con él varios años.

Una de las novias de Willy falleció de cáncer mientras vivían juntos

Desde la publicación en primicia de su situación hasta las dudas sobre su situación laboral y fiscal, varias personas se han puesto en contacto con El Confidencial para relatar experiencias de su pasado con Valadés, a menudo negativas.

Las más dolidas pertenecen al grupo de amigos de su exnovia Carmen, una mujer con la que Willy mantuvo una relación de cerca de una década y con la que llegó a compartir casa. "Carmen era una persona maravillosa: inteligente, guapa, sensible y tolerante. Consiguió que Willy dejase de salir todas las noches, le centró e hizo que fuera una persona mucho más calmada", dicen desde su entorno. La pareja rompió y "Carmen murió en 2017 por un cáncer", lamentan.

La cuestión es que aún no se sabe el grado de ficción de toda esta historia; si estamos ante un falso tratamiento para una enfermedad verdadera, para una enfermedad real pero no tan "agresiva" como Valadés vendió a sus compañeros en diversos mensajes hace casi un año, o si también esa parte es incierta. Al respecto, muchos se muestran sorprendidos de que Willy haya seguido saliendo de fiesta, con buen aspecto, en mitad de un proceso médico de tanta gravedad. Sí sabemos, sin embargo, que existen antecedentes de falta de sinceridad hacia personas sorprendentemente cercanas a él.

Este periódico trató de contactar con Valadés en varias ocasiones para ofrecerle la posibilidad de valorar estos hechos o aportar su versión. Su teléfono móvil lleva días apagado y su familia respondió que no desean hablar con la prensa.

Fingir o exagerar una enfermedad para obtener un beneficio es una práctica que los humanos han realizado desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, el caso de cómo Guillermo Valadés levantó 400.000 euros a sus compañeros del programa Tiempo de Juego merece un capítulo propio. En primer lugar, porque a diferencia de otros mediáticos casos, Willy no defraudó a desconocidos, sino a Paco González, Manolo Lama o Pepe Domingo Castaño, que como este periódico reveló el pasado lunes se sintieron estafados por un compañero y amigo que llevaba junto a ellos más de dos décadas.

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