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Cómo la mística indestructible del Real Madrid ha creado un equipo adicto a la adrenalina
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Ángel del Riego

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Cómo la mística indestructible del Real Madrid ha creado un equipo adicto a la adrenalina

El Real Madrid se ha acostumbrado a dejar noches para la historia de la Champions League a golpe de remontadas épicas y únicas. El Bayern de Múnich volvió a sufrir al club más devastador y letal en el Santiago Bernabéu

Foto: Bellingham y Joselu se abrazan tras el doblete del ariete español. (EFE/Juanjo Martín)
Bellingham y Joselu se abrazan tras el doblete del ariete español. (EFE/Juanjo Martín)

En la antigüedad más antigua, esa de la que hablan los canales de historia con hombres barbudos y mujeres de ocho brazos, los monumentos eran impenetrables. Cosas gigantescas hechas sobre el sufrimiento de generaciones y que estaban ahí, sin más. Como una señal de peligro o de amor, imperturbables al pase del tiempo; cuanto más grandes, más secretas, cuanto más bellas, más letales.

Así se aparece el Nuevo Bernabéu a los rivales cuando lo circunvalan, cuando hacen fotos en el medio de la hierba admirados, cuando exploran el hipogeo, que no guarda el césped, sino los deseos subterráneos del madridismo. Esos mismos deseos que se harán carne a partir de las 21:00 de la noche, como una lluvia de ranas, como una zarza que arde, como una carrera de Luka Modrić contra la muerte y las energías renovables.

Thomas Tuchel es un alemán grande y sincero. No hay teatro en él. Meticuloso y táctico. Tiene una vena crispada, casi paranoica, que no lo hace terrible. Convive en Tuchel el espíritu germano de siempre con una humanidad aprendida desde el error. No es simpático ni lo pretende. Tiene pinta de seguir con pasión los horarios de los trenes y alguien así se enfrentaba al Bernabéu, donde lo irracional hay que aceptarlo como una dimensión más del mundo.

placeholder Vinícius Júnior y Carlo Ancelotti celebran el pase a la final. (AFP7)
Vinícius Júnior y Carlo Ancelotti celebran el pase a la final. (AFP7)

La épica del Santiago Bernabéu

Advertía antes del partido de la mística del estadio, de la forma en que el Madrid atraviesa el azar como otros atraviesan la calle. Aquello de que el Real saca goles de la nada, en la era de los expected goals es un agravio contra la máquina. Y a Thomas le gustan los expected goals. En buen estadio fue a caer. Tuchel no tiene la mirada del depredador. Es un alemán "bueno", socialdemócrata, como lo son todos ahora. Pero se adivina un rechinar de dientes en su quijada, y su cráneo desnudo nos remite a algo lúgubre. Parece pintado por El Bosco.

placeholder El técnico alemán, durante un encuentro. (EFE/Anna Szilagyi)
El técnico alemán, durante un encuentro. (EFE/Anna Szilagyi)

Tras marcar su gol, echó al equipo atrás como si fuera Osasuna. Quitó a Kane, que estaba siendo el mediocentro del equipo, a Sané, la amenaza y el Bayern empezó a jugar con el tiempo. Jugar con el tiempo, significa señalarle el camino a un público que ya estaba enajenado. Echarse atrás en el Bernabéu es muerte segura.

Es como si vas por la campiña con tu mujer y ves un cartel que pone: a la mansión de Drácula y dices, "oh mira, vamos a ver qué tal". Y entras en una mansión tétrica y ves unas escaleras hacia el horror y dices, "oh mira un sótano, por qué no bajamos y curioseamos un poco". Entonces llegas a un sótano lleno de arañas y miembros amputados y ves un ataúd gigantesco en el centro y dices; "anda, un ataúd, qué bonito, ¿por qué no lo abrimos para ver qué hay dentro?" Y Tuchel dentro, en la era de los expected goals, se encontró a Joselu.

Joselu contra la máquina

Después de que Joselu marcara el 2-1, Tuchel se señalaba la sien totalmente ido. Sus gestos eran los de una persona sobrepasada, enajenada, el del hombre al que la desgracia que tanto temía, le había alcanzado de pleno. En rueda de prensa se agarró al gol supuestamente anulado para consolar su espíritu. Estaba iracundo y su discurso era ininteligible.

placeholder Joselu reventó el partido. (AFP7)
Joselu reventó el partido. (AFP7)

Pero salió de allí, y en un pasillo del estadio se encontró con Florentino, que le tendió los brazos como un padre. Y dentro de Tuchel se hizo grande su niño desconsolado. Se abrazó a Floren y se derrumbó. Es Thomas Tuchel. Un gran entrenador, meticuloso y algo paranoico. Un alemán grande y sincero. No hay teatro en él. Mejor para su salud mental que no le dé muchas vueltas a lo que ha pasado. A veces solo hay que mirar el cielo y decir: así está bien, así es la vida, todo sigue su curso, mañana los vencejos volverán a sus nidos.

El juego

Cuando jugamos bien al ataque no marcamos, llevamos así desde enero. No sé qué es jugar bien. Así que me lo voy a explicar. Chicos de blanco que se pasan el balón como si fuera un tesoro y la ocasión que va apareciendo sola. Dominar desde la pelota para luego matar desde el espacio, como en la Guerra de las Galaxias. Eso dicen los sabios que es jugar bien y eso hizo el Madrid en la primera parte. Pero el Bayern estaba extrañamente cómodo. Y salía con peligro a la contra, lo cual es muy irritante, es como si en una película de Halloween se colara otro psicópata a hacerle la competencia al bueno de Jason.

La realidad es que desde enero los partidos que se ganan, incluidos contra el Barça o el Girona, es manteniendo un bloque medio-bajo y saliendo felices al contrataque. Parece que Guardiola nos hubiera echado una maldición. Quizás la diferencia con principio del año es que Bellingham no logra imponerse y el equipo se ha acostumbrado. Y si el equipo juega bien y lo sabe, se encanta, se emociona y las ocasiones no se meten porque todos saben que habrá una más.

placeholder Bellingham y Camavinga, tras el triunfo. (Reuters/Juan Medina)
Bellingham y Camavinga, tras el triunfo. (Reuters/Juan Medina)

Falta en esos momentos felices destino trágico, y esa es la otra parte de la ecuación para entender a este Madrid. Desde el 2022, cuando las remontadas cataclismáticas, el Real necesita de gasolina sentimental para ganar. Se ha hecho adicto al abismo y la emoción desatada. Es un yonqui de la adrenalina y del trance que viene después. Y cuando el Madrid entra en trance, da igual lo que suceda.

Así que, por un lado, tenemos un equipo encantado de sufrir y tirar contras y al mismo equipo que solamente se reconoce a sí mismo en la remontada. Es como si viviera en una Yidah perpetua. Se sufre para alcanzar la perfección. Por diferentes caminos, desde la defensa paleolítica del día del City hasta las remontadas contra el Bayern. Todo el mundo espera la remontada del Madrid, pero siempre llega por caminos imprevistos. Incluso es algo que se podría comercializar: salga usted 5 minutos al Bernabéu y marque el gol de la remontada.

El fútbol es un juego, lo que más se parece a la vida. Ancelotti sabe que el Madrid no tiene estructura para ganar con diferencia importante antes del minuto 60. Por eso reserva a un jugador como Camavinga, que junto a Brahim, Modric y Joselu, dinamitan cualquier partido. Camavinga es el oleaje que sube hasta el campo contrario. Modric el tempo y el compás, el que construye el dominio real. Brahim el demonio de lo íntimo del área y Joselu el profesional que empuja los balones que otros no pudieron. Una unidad A de desgaste con Kroos, Tchouaméni y Valverde. Y una unidad B de derribo.

Neuer

Parece un niño enorme tocando un tambor diminuto. No envejece, como Modric. Le hizo una parada a mano cambiada a Vinícius que levantó una oleada de placer en el público. Iba a ser su día, ese día donde un portero sella la puerta y sabes que nada entrará por ella. Y Vinícius, otra vez, le disparó a puerta muy cerca del minuto 90, que es la hora donde las ánimas se aparecen en el Bernabéu.

placeholder Manuel Neuer of Bayern Munich warms up during the UEFA Champions League, Semi Final Second Leg, football match played between Real Madrid and FC Bayern Munich at Santiago Bernabeu stadium on May 08, 2024 in Madrid, Spain.AFP7 08/05/2024 ONLY FOR USE IN SPAIN
Manuel Neuer of Bayern Munich warms up during the UEFA Champions League, Semi Final Second Leg, football match played between Real Madrid and FC Bayern Munich at Santiago Bernabeu stadium on May 08, 2024 in Madrid, Spain.AFP7 08/05/2024 ONLY FOR USE IN SPAIN

Vinícius que arrastraba toda una constelación cuando cogía una pelota. Llegó mil veces al borde del campo, pero sus balones se olvidaban entre las piernas de los defensores alemanes. Vinícius disparó a puerta, seco y a media altura, el balón botó antes del portero y eso siempre es una trampa. Un guardameta normal, hubiera despejado hacia un lado porque el balón se había envenenado, como pasa con algunas relaciones, pero Neuer es un mito y así anda por la vida.

Él bloca los balones con suficiencia, lo que da una impresión funesta al delantero que se ve impotente ante la efigie. El bote del balón fue raro, y Neuer dijo después que había una topera. Es posible, son las trampas del Nuevo Bernabéu que sabe muy bien que el fútbol es como la vida y hay que adecuarse a ella. Ese balón botó raro y llevaba dentro una maldición, así que se le escapó (por soberbio) y apareció por ahí un tipo humilde y gallego que nunca sale en la estadística.

Joselu

Un delantero centro puro. Una especie en extinción. El artesano de un oficio que se acaba. Joselu es como Lucas Vázquez o Nacho, el leñador de los cuentos. Canteranos nivel medio con una función simple y clara. Valientes y humildes, se dejan envolver por el Madrid sin pedir nada a cambio. Aman el Madrid y un día inesperado, el Real les devuelve ese amor en forma de gloria.

Foto: Florentino Pérez y Joselu Mato. (EFE/RealMadrid.com)

Morata pudo ser eso y se convirtió en un fetiche de la mala suerte, como Higuaín. Les faltó pureza de corazón para aguantar las embestidas del Madrid. Y ese es su fatum, creerse por encima de una entidad que es parte del firmamento, como los cometas o las enanas blancas. Morata (o Higuaín) en los caminos que se bifurcan siempre escogen al monstruo, la mansión encantada, al inspector de Hacienda. La princesa se hace vieja esperándoles. Nacho acabará su andadura en el Madrid vistiéndose de corto en una final de Champions. Lucas es leyenda y Joselu, con dos aldabonazos ha entrado en ella.

Luka Modric

Hay una jugada cuando todavía el Madrid no había remontado, donde tras un córner sacado por Luka, el Bayern en pleno coge desprevenido a la zaga blanca. Solamente Mendy se opone a cuatro jugadores alemanes. En el último suspiro, cuando ya un futbolista germano va a crucificar a Lunin, aparece Modric por detrás y le birla con picardía la pelota.

placeholder MADRID, 08 05 2024.- El centrocampista croata del Real Madrid, Luka Modric, ante los jugadores del Bayern de Munich durante el encuentro correspondiente a la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones que disputan hoy miércoles Real Madrid y Bayern de Munich en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE   Juanjo Martín.
MADRID, 08 05 2024.- El centrocampista croata del Real Madrid, Luka Modric, ante los jugadores del Bayern de Munich durante el encuentro correspondiente a la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones que disputan hoy miércoles Real Madrid y Bayern de Munich en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid. EFE Juanjo Martín.

Modric tiene el plus de los más grandes. No se va de las jugadas por mucho que sufra. Hay que gozar sufriendo, esa es una lección del Madrid y una lección en la vida que en un occidente sin huella religiosa se ha olvidado. Es quizás la gran enseñanza de este Madrid y la razón de que medio mundo vaya de blanco y sienta en los partidos cumbre del Real, todo lo que en su vida diaria está aletargado.

El Madrid es ya el equipo del mundo. El único percibido como real. En la era de los monopolios, los blancos tienen el de la autenticidad y la victoria. En cada partido suyo hay eras geológicas diferentes: desconsuelo, frío glacial, tensión, drama, miedo, alegría y éxtasis. ¿Quién se puede oponer a eso?

En la antigüedad más antigua, esa de la que hablan los canales de historia con hombres barbudos y mujeres de ocho brazos, los monumentos eran impenetrables. Cosas gigantescas hechas sobre el sufrimiento de generaciones y que estaban ahí, sin más. Como una señal de peligro o de amor, imperturbables al pase del tiempo; cuanto más grandes, más secretas, cuanto más bellas, más letales.

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