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Una noche de las de antes: el regreso del Dépor al fútbol profesional que emocionó a La Coruña
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CUATRO AÑOS EN PRIMERA RFEF

Una noche de las de antes: el regreso del Dépor al fútbol profesional que emocionó a La Coruña

Los coruñeses consiguieron ante el Barcelona B el regreso al balompié de élite, a Segunda. Fue una historia protagonizada por Lucas Pérez y que por fin tuvo el final feliz esperado

Foto: Los jugadores celebran el ascenso a Segunda. (EFE/Cabalar)
Los jugadores celebran el ascenso a Segunda. (EFE/Cabalar)

El cielo estaba azul en exceso, y no tenía nada que ver con la meteorología. Eran las bengalas, empeñadas en otorgarle la trascendencia debida a un partido de fútbol. Porque no sólo se jugaba el Deportivo el ascenso y la vuelta al fútbol profesional, lugar del que nunca debió salir, era La Coruña la que quería recuperar su espacio en el tablero futbolístico. Era el instante perfecto para que los más pequeños vivieran en carnes propias todas esas historias, o leyendas, que sus mayores les habían contado, aunque no tengan la dimensión de antaño.

La Coruña tiene más cuentos que contar que García Márquez. El mural de la previa, con Bebeto y Arsenio Iglesias, fue fiel ejemplo de una época que pasó y que difícilmente regresará. Pero a ella se agarran con conocimiento de causa, porque es importante saber de dónde vienen para entender dónde están. El Brujo de Arteixo lo decía claro: "Ojo con las fiestas, que te las quitan de los fuciños". Esta vez la locura se apoderó de la ciudad, tan cercana a la vez a la comedia y a la tragedia.

Riazor siempre tiene presente las meigas en este tipo de acontecimientos. El varapalo fue total hace dos años, cuando el ascenso estaba en sus manos, en un partido ante el Albacete con un ambiente similar al del domingo. Hubo que recurrir a la brujería -o a la cábala, según se mire- para certificar el regreso a Segunda. Esta vez ardió el techo del autobús del Deportivo, igual que se incendió la cubierta del estadio en 1991. No se trataba de una cuestión banal, hay asuntos que son inmunes a la espera. Ya lo explicó Valdano: "Los tiempos del fútbol y los de la prensa no son los mismos".

La mirada retrospectiva está más presente que nunca, no sólo por el tifo de la previa o por el estreno del Informe Plus sobre Djalminha, jugador de fantasía que encontró en Riazor su sambódromo particular. El líder de este equipo es Lucas Pérez, otrora niño de La Coruña en la época en la que la ciudad se erigió como la principal de España, y casi de Europa. El Deportivo era gigante. Y no porque los rivales se hubiera transformado en don Quijote.

placeholder Lucas Pérez es manteado por sus compañeros. (EFE/Carrascal)
Lucas Pérez es manteado por sus compañeros. (EFE/Carrascal)

El protagonismo de Lucas Pérez

Lucas merece un capítulo aparte al protagonizar una historia cargada de romanticismo en este fútbol tan mercantilizado. Renunciar al Cádiz (y al dinero) para volver a casa, y devolver a su equipo a la grandeza que le corresponde, lo unge al Olimpo del deportivismo. Ese en el que también se ubican Mauro Silva, Bebeto, Scaloni y tantos otros de tiempos inmejorables. Pensarán que un ascenso a Segunda no es comparable con ganar una Liga. Y puede ser. Pero no es menos cierto que bajar al barro para reconstruir Roma merece un crédito que sólo el tiempo determinará.

El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, es verdad. También lo es que el Deportivo tiene que haber aprendido la lección de esta etapa; pisar el fango trae lecciones. El comportamiento de la afición ha sido inmaculado, especialmente de los más jóvenes, que podrían haber abandonado al club por no haber vivido lo que sus mayores. Lejos de ello, se han empeñado en escribir su propia historia, aunque a veces les quitaran el lápiz. La identidad deportivista no se ha visto quebrantada en esta travesía por tierras inhóspitas.

placeholder Scaloni es uno de los ídolos del Deportivo. (EFE/Mariscal)
Scaloni es uno de los ídolos del Deportivo. (EFE/Mariscal)

La mirada de Arsenio

"Cuánto sufrimos, Martín". La célebre frase de Arsenio a Martín Lasarte, excentral del Deportivo, ha acompañado al equipo en todos estos años hasta el punto de ser el origen de un pódcast. El sufrimiento es consustancial al club, aunque esta vez no estuviera el brujo presente. Pero ese viejo zorro les estaba ayudando desde arriba; era el hechizo de Dios. Esta vez, las meigas eran para los rivales. Para que el maleficio por fin se rompiera.

El cielo estaba azul en exceso, y no tenía nada que ver con la meteorología. Eran las bengalas, empeñadas en otorgarle la trascendencia debida a un partido de fútbol. Porque no sólo se jugaba el Deportivo el ascenso y la vuelta al fútbol profesional, lugar del que nunca debió salir, era La Coruña la que quería recuperar su espacio en el tablero futbolístico. Era el instante perfecto para que los más pequeños vivieran en carnes propias todas esas historias, o leyendas, que sus mayores les habían contado, aunque no tengan la dimensión de antaño.

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