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El Bayern no da más que alegrías al Atlético
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carrasco marcó el gol del triunfo

El Bayern no da más que alegrías al Atlético

Los alemanes mostraron muchos menos recursos que con Guardiola y no fueron capaces de hacer daño a un Atlético que se sintió cómodo y pudo ganar por más goles

Foto: Carrasco celebra su gol ante el Bayern. (Reuters)
Carrasco celebra su gol ante el Bayern. (Reuters)

Al Atlético solo le atacan los valientes, los que no tienen miedo de encontrarse con un muro y sentir el dolor de golpearse con violencia una y otra vez contra él. Para ganarle al equipo de Simeone, la paciencia es la principal arma. Y ni siquiera el equipo que más paciencia tenía del mundo, el Bayern de Guardiola, encontró en el Calderón el camino hacia el gol.

Ancelotti prometía que su manera de jugar al fútbol trascendería la de Pep, es decir, jamás renunciaría a la base que se ha demostrado exitosa tras la implementación de Heynckes y la ortodoxia de Guardiola, pero permitiría a sus jugadores sentirse un poco más alemanes. Menos pensar, menos juego en espacios cortos y más golpeo y fijación en la portería contraria. La idea, 'a priori', parece ser la ideal para afrontar al Atlético, la aplicación de la misma no lo fue tanto.

Foto: Saúl celebra el gol que le marcó al Bayern (Juan Medina/Reuters).

Guardiola otorgó al Bayern un repertorio de posibilidades ofensivas que le hicieron ser uno de los ataques más temibles del planeta. Sus jugadores entendieron que la mejor forma de atacar era la permuta de posiciones, la ocupación de espacios en posiciones altas para abrir huecos entre las defensas cerradas de los rivales. Su sucesor en Múnich consume menos neuronas para buscar el gol, lo cual impide que su juego sea peligroso para el Atlético, que, en cambio, es el maestro de la defensa contra ese ataque. Y parece ser que ha recordado que no le hace falta jugar con cuatro mediocentros juntos para que su zaga sea impermeable. El Cholo escogió el 1-4-3-3 que le dio para empatar en el Camp Nou y con tres medios y tres delanteros le volvió a chafar la noche a Ancelotti en el sur de Madrid.

El esquema de Ancelotti con respecto al de Guardiola es similar: un pivote, dos interiores, un punta y dos extremos con tendencia a jugar hacia el centro. La diferencia radica en la movilidad de los jugadores, reducida a su área de acción, lo que permite a los contrarios fijar la marca con sencillez y reduce a la mínima expresión el factor sorpresa. Thiago siempre estaba por la derecha, Vidal siempre por la izquierda, mismo costado de Ribéry. Lewandowski era una isla en el centro. Pensándolo bien, es la misma fórmula de Guardiola en el Barça, pero peor desarrollada. Claro, no todos los equipos tienen a Messi abriendo defensas en canal con alevosía e impunidad. Esa figura debería ser Müller, pero su papel en este Bayern está por definir aún. Ni aparece entre líneas para tirar paredes, ni remata, ni aparece inesperadamente por banda. Su mejor participación fue cazar un excelente envío templado de Thiago que desvió Oblak.

Un remedio que tenía el Bayern para encontrar pasillos interiores era Xabi Alonso, cuya excelente visión del juego oculto debía servir como factor diferencial, pero claro, el Cholo sabe eso y mucho más. Jugó Fernando Torres como titular porque Simeone entendió que él mejor que nadie podía ser la sombra del exmadridista por el campo. No podía pedirle esa función a Gameiro, solo a Torres, que la iba a abrazar como si fuera el mejor trabajo del mundo. En posición defensiva, el delantero estaba a la altura del tolosarra para impedir que Neuer lo encontrara y que, por tanto, el balón tuviera que salir desde atrás de manera menos limpia a través de Vidal o Thiago, que sin un enganche por delante de ellos debían encontrar la vía de escape por las bandas. Ahí volvían a chocar otra vez contra el muro.

Foto: Carlo Ancelotti sufrió una derrota en el Vicente Calderón que marcó su carrera (Reuters)

Así se gestó el gol del Atlético, exactamente. Fernando estaba sobre Xabi como si hubieran ido juntos a dar un paseo por el parque y el Bayern se estiraba a través de Vidal. El chileno, que nunca ha alcanzado en Múnich el excelente nivel que demostró en la Juventus, se equivocó en un pase que cortó de cabeza Savic. El balón le llegó después a Griezmann, que con un recorte aprovechó la defensa resquebrajada del Bayern para habilitar a Carrasco. El belga había tenido una de las ocasiones del partido, pero esta vez mandó el esférico todo lo lejos que podía para que nunca llegase Neuer. La clavó en la base del palo y el Calderón explotó. Otra vez iban por delante del Bayern, y habían sonado más ‘uys’ en la portería bávara que en la madrileña. Hasta se escuchó el resonar del palo izquierdo del habilidoso cancerbero alemán.

Quedaba entonces la duda de lo que haría el Atlético a partir de ponerse por delante. Pareció aprender la lección del Camp Nou y no se agazapó ante el previsible dominio contrario, sino que ganó metros hacia delante y, sin agobiar en el área contraria, sí impidió que el juego fluyera. Pero verse 1-0 era peligroso, podía llevarles a pensar más en cerrar los caminos hacia Oblak que en buscar el contragolpe. El instinto les pudo desde el minuto uno después del gol. El inicio de la segunda parte ofreció la mejor versión del Bayern en el partido, un Bayern que encontraba con facilidad centros laterales, que no lugares por el centro. Ancelotti miró al banquillo y vio que tenía de todo ahí, pero nada mejor que Robben para desatascar partidos. Sin él, la victoria habría sido pan comido.

Simeone podía tirar de Thomas pronto y plantar el autobús, pero cambió el guion que todos conocíamos. Metió a un delantero. Juntó a Gameiro, Torres y Griezmann, y el mensaje transmitido al resto de jugadores se desarrolló rápidamente. Nada de esconderse, lo único que había que cerrar era el partido con otro gol. Los tres puntas volvieron a levantar las líneas hasta la frontal adversaria y no bajaron esa presión hasta que el árbitro sopló tres veces por su silbato. Se sucedieron más cambios, como el de Gaitán por Griezmann y, por supuesto, Thomas por Torres. Pero el Bayern ya había enterrado el hacha de guerra. Se había dado por derrotado.

En cambio, Ancelotti metió a Hummels y Kimmich, una elección extraña. Recordó a cuando en el Real Madrid hacía cambios de laterales, que no de función. Kimmich estaba en racha, quizás es comprensible desde ese punto de vista, pero la suerte se crea, no se encuentra por sorpresa. El Atleti fue mucho más peligroso en todo el segundo tiempo, esa parte en la que el Bayern debía ir a degüello. Filipe se inventó un penalti (en el sentido de que no había más opción que le hicieran falta, y lo logró), pero Torres había tenido ya un par de acciones de peligro, muchas más que las cero que creó Lewandowski. Griezmann, más centrado en trabajar que en disfrutar, recordó Milán tirando el penalti de igual manera al que falló, esto es, centrado y al larguero. Esta vez le dará igual, su equipo ganó.

Ficha técnica

1 - Atlético de Madrid: Oblak; Juanfran, Savic, Godín, Filipe; Saúl, Gabi, Koke, Carrasco (Gameiro, m. 71); Griezmann (Thomas, m. 91) y Fernando Torres (Gaitán, m. 79).

0 - Bayern Múnich: Neuer; Lahm, Boateng (Hummels, m. 62), Javi Martínez, Alaba; Arturo Vidal, Xabi Alonso, Thiago (Kimmich, m. 64); Müller (Robben, m. 59), Lewandowski y Ribery.

Gol: 1-0, m. 35: Carrasco.

Árbitro: Szymon Marciniak (Polonia). Amonestó al local Saúl (m. 15) y a los visitantes Lahm (m. 25), Thiago (m. 33) y Boateng (m. 39).

Incidencias: partido correspondiente a la segunda jornada del grupo D de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 54.000 espectadores, unos 3.000 aficionados del Bayern Múnich.

Al Atlético solo le atacan los valientes, los que no tienen miedo de encontrarse con un muro y sentir el dolor de golpearse con violencia una y otra vez contra él. Para ganarle al equipo de Simeone, la paciencia es la principal arma. Y ni siquiera el equipo que más paciencia tenía del mundo, el Bayern de Guardiola, encontró en el Calderón el camino hacia el gol.

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