La rebeldía del Real Madrid: un campeón de Europa espectacular por amor propio

El Real Madrid de la 'Decimocuarta' será recordado por ser un equipo rebelde. No le busquen una explicación futbolística que se pueda identificar con un estilo que va a marcar una época. No es tampoco un Real Madrid de autor. Es el éxito basado en la gestión tranquila de Carlo Ancelotti y el amor propio que ha tenido un grupo de futbolistas que se sintieron menospreciados. De esta manera, nada sencilla, se ha ido construyendo un equipo espectacular en lo anímico y en lo físico por encima de un patrón de juego. Con acciones individuales antológicas de los futbolistas con más calidad y tres nombres a destacar (Courtois, Modric y Benzema). Sin el trabajo de Antonio Pintus, el fichaje estratégico para Florentino Pérez, este equipo no habría podido resistir, sobreponerse y superar las adversidades de rivales más potentes que le tuvieron en la lona en las diferentes eliminatorias.

Es el triunfo de la esencia del Real Madrid. El sacrificio, el no rendirse, competir hasta el final y no dar nada por perdido. No son tópicos ni se estudia en los cursos de entrenadores. Pep Guardiola lo achaca a la historia de magia y noches épicas en el Bernabéu. Jürgen Klopp, frustrado y resignado como todos los entrenadores que han sufrido el instinto de supervivencia del equipo de Ancelotti, habla de la suerte y pone el foco en que Courtois fue el mejor futbolista de la final. Es difícil de aceptar para los entrenadores que un equipo que no domina los partidos, y que es inferior en muchas fases, sea capaz de rebelarse en la adversidad. Xavi, que presume de la goleada liguera en el Bernabéu, recomendaba rematar al Real Madrid. No descubre nada nuevo el entrenador del Barcelona.

El Real Madrid, si le dejas vivo, se levanta y acaba ganando. Esto tiene que ver con el fuerte carácter de un grupo de jugadores formado por una mezcla de veteranos y jóvenes. Todos han dado un paso adelante en el compromiso que pedía Ancelotti para ser un equipo consistente, sufridor y eficaz. No se han creído los mejores. Pero tampoco los peores. El punto de inflexión del cambio está en la derrota contra el Sheriff en la fase de grupos de la Champions en el Bernabéu. Sintieron vergüenza. Con el orgullo tocado, la confianza que daba verse líder en el campeonato español y un plan físico muy mejorado con respecto al de la temporada pasada, fueron creciendo la autoestima y el gen competitivo.

La pasión y el compromiso

No es casualidad que encadene tres remontadas contra el PSG de Mbappé, Messi y Neymar, el campeón y el subcampeón de Europa. La suerte se la ha trabajado. Hay momentos puntuales y decisivos que explican el éxito de la Champions. El penalti que detiene Courtois a Messi en el Parque de los Príncipes es uno de ellos. El pase con el exterior de Modric contra el Chelsea en el partido de vuelta es otro. Los dos goles en dos minutos de Rodrygo contra el Manchester City son la confirmación de que esos jóvenes, como sucede con Camavinga y Fede Valverde (titular en la final), se han contagiado del espíritu ganador y el compromiso necesario para no bajar los brazos. No todo es suerte si se hace un repaso a la manera de competir de este equipo. Cuentan, además de la gestión tranquila de Ancelotti, el amor propio, la experiencia de los veteranos y el compromiso de los jóvenes, la calidad y el talento.

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Cuando decimos que no es un Real Madrid de época es porque no es un equipo que haya logrado imponer su superioridad. Pero gana. Está marcado por los ejercicios de supervivencia. Ha habido que sufrir mucho para pasar cada eliminatoria y ganar la final. Otro equipo se habría desarmado y entregado. Este es el valor del nuevo campeón de Europa. Un equipo que no ha notado las bajas de Sergio Ramos y Varane, dos centrales que hicieron historia. David Alaba ha encajado perfectamente desde el primer día. Con jerarquía y experiencia ha hecho mejor a Militao.

Se ha sobrepuesto también a la marcha de Zidane y los jugadores se han empapado de la sabiduría de Ancelotti. Un entrenador que estaba en el olvido, que en los últimos años pasó por el banquillo del Nápoles y Everton, que estaba de retirada y cuando llegó la oportunidad de reengancharse a la élite le ha puesto pasión e ilusión. De esto se han contagiado jugadores veteranos, como Modric, Kroos y Benzema, y los más jóvenes.

Ancelotti, tras la final, daba la clave: "Me quedo con el buen ambiente que tenemos. Es espectacular. Yo tengo muchos años de carrera. A veces hay mucho ego en los vestuarios y hay jugadores que no soportan no jugar. Me quedo con la facilidad de entrenar a este grupo". El veterano técnico dio las gracias a Florentino por apostar por él. "Gracias por traerme, presi", le pillaron las cámaras diciendo a Florentino después de eliminar al Manchester City. A los 62 años, Ancelotti ha vivido esta temporada con la sensación de que en cada partido estaba debutando. Este sentimiento de superación lo ha trasladado a la plantilla.

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Era imposible imaginar en el mes de agosto que el Real Madrid acabaría ganando tres títulos y uno de ellos sería, ni más ni menos, que la Champions. En la Liga lo ha logrado por la regularidad. El equipo inició la escapada en el mes de noviembre, Ancelotti era criticado por no hacer rotaciones, exprimir a los más veteranos y el pronóstico apuntaba a un equipo que se iba a desfondar. No ha sucedido. Mérito de Pintus y unos jugadores que se agarraron a la Champions, superando todo tipo de dificultades. Hasta el plantón de Mbappé en la semana de la final pasó a ser un reto para un equipo liderado por Benzema.

El liderazgo de Benzema

El '9' del Real Madrid, con 15 goles en la Champions, es el factor diferencial del ataque. El Real Madrid no tiene un estilo vistoso, ha tirado de amor propio y ha dominado las áreas. Ha hecho buen uso de sus mejores armas. Courtois atrás y Benzema delante. El rendimiento del delantero francés es admirable, con dos 'hat-trick' seguidos contra el PSG y la exhibición contra el Chelsea en Stamford Bridge, lanzando bajo presión un penalti a lo 'Panenka' como si estuviera en el jardín de su casa.

Quedaba la cima. La final contra el Liverpool. Y en la semana de la depresión por Mbappé apareció Vinícius. La progresión del brasileño es sobresaliente. Ha pasado de las burlas a marcar el gol de la 'Decimocuarta'. Entra en la historia del Real Madrid un jugador con una enorme personalidad y hambre por comerse el mundo. Esta hambre es la que también se ha ido contagiando entre todos sus compañeros hasta creerse que ni eran los mejores, pero tampoco un equipo al que no le daba para llegar lejos en la Champions. Es la rebeldía del Real Madrid más resistente, el de la épica, en su máxima expresión.