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El español que vive el día a día del Shakhtar en plena invasión: "No me lo pensé dos veces"
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El deporte, en el conflicto ucraniano

El español que vive el día a día del Shakhtar en plena invasión: "No me lo pensé dos veces"

Curro Galán es, desde el pasado verano, el entrenador de porteros del rival del Real Madrid en Champions League. Un club que convive a diario con la triste realidad de la guerra

Foto: Los jugadores ucranianos se unen en una piña tras marcar un gol. (Reuters/Kacper Pempel)
Los jugadores ucranianos se unen en una piña tras marcar un gol. (Reuters/Kacper Pempel)

Existen ofertas que no se pueden rechazar, como advierte Vito Corleone en la primera parte de 'El Padrino'. El problema es que la vida se empeña en dificultarlo todo, en dotar de un sentido tragicómico a la existencia, como en una obra de Luigi Pirandello. A Curro Galán le llegó en verano la llamada que llevaba tiempo esperando, de las que traen consigo una propuesta irrechazable. Tras un lustro trabajando en la cantera del Atlético de Madrid, el fútbol profesional llamaba a su puerta. El técnico Igor Jovićević y su 'staff' le proponían ficharlo como preparador de porteros del Shakhtar Donetsk. Una oferta, además, procedente de un equipo que juega la mejor competición del mundo: la Champions League.

Si bien la oportunidad laboral anhelada llegaba procedente de un país que, desde el pasado 24 de febrero, sufre la invasión rusa y se defiende de la guerra y tiranía de Putin. No obstante, Galán no lo dudó: "No me lo pensé dos veces, pues al final es algo que siempre había soñado y querido, y mi familia y mi novia lo saben, y me ayudan y apoyan en todo lo posible", confiesa.

placeholder Curro Galán, durante un entrenamiento. (Imagen cedida)
Curro Galán, durante un entrenamiento. (Imagen cedida)

Seis meses después del inicio de las hostilidades en el territorio ucraniano, el balón volvió a rodar dentro del país, en una liga atípica, sin público, que busca servir de aliento a una población que convive con una pesadilla. El actual líder del campeonato local es el Shakhtar, que tiene su actual centro de operaciones en Lviv a más de mil kilómetros de Donetsk y en la otra punta del país, desde que el club tuviese que abandonar su ciudad de origen por motivo de la guerra del Donbás—, aunque se desplaza a Polonia para jugar sus partidos de Champions, donde se vive otra realidad totalmente distinta.

Este miércoles se disputa la tercera jornada de esta competición y, por primera vez con su actual escudo, el entrenador de porteros visita la ciudad en la que ha estado trabajando los últimos años. Para él, será una noche muy especial: "La posibilidad de visitar el Bernabéu en mi primera Champions y enfrentarme al campeón de Europa es un gran aliciente", explica Galán. De hecho, es el tercer curso consecutivo que el equipo de Ucrania visita Chamartín. Pero esta ocasión, a consecuencia de la guerra, será más especial si cabe. Nada tiene que ver este Shakhtar con el que visitó el estadio blanco en la pasada temporada.

Algo parecido a la normalidad

La confirmación del fichaje de Galán por el gran club ucraniano trajo mucha felicidad en el entorno del preparador, pero también la consiguiente preocupación por enrolarse a un equipo de una nación en guerra. El miedo fue menor en los primeros compases de la concentración, ya que el Shakhtar estableció Varsovia como centro de operaciones inicial, aunque, al poco tiempo, y con el inicio de la Liga de Ucrania, se cambió el plan y regresaron a su país.

placeholder El histórico jugador croata Darijo Srna, durante la pasada Champions League. (Reuters/Gleb Garanich)
El histórico jugador croata Darijo Srna, durante la pasada Champions League. (Reuters/Gleb Garanich)

En este momento de 'impasse', como reconoce el preparador de guardametas, la figura de Darijo Srna fue decisiva: "Cuando entramos en Ucrania y vimos que la situación era la que era, los miembros del club y, sobre todo su director deportivo, Srna, nos transmitieron toda la confianza y seguridad, y nos aseguraron que todo iba a estar bien, que en Kiev íbamos a estar seguros y que no nos preocupásemos por los viajes, que todo estaba controlado. Eso ayudó mucho”, confiesa. El exfutbolista croata es uno de los jugadores más importantes de la brillante historia reciente del cuadro de Donetsk, campeón de la Copa de la UEFA en el 2009, tras superar en la final al Werder Bremen de Mesut Ozil.

Galán transmite a sus familiares, amigos y pareja una gran tranquilidad, pues asegura que vive su día a día con una cierta normalidad ya que, al fin y al cabo, el frente se sitúa a más de quinientos kilómetros de donde se emplea. Eso no quiere decir que no se tope con las heridas y los traumas del conflicto. En la ciudad deportiva del equipo en la capital ucraniana se pueden ver restos de metralla, y muchos de los jugadores y empleados tienen familiares que viven en las zonas más vulnerables o que, incluso, se desempeñan en el campo de batalla. De hecho, como recuerda, algunos de los jugadores han llegado a combatir en la guerra contra Rusia. Por ello, y pese a tratar de cultivar un ambiente de unión, existen días en que el estado de ánimo es más bajo, ya que las noticias vuelan.

Aunque existan días duros donde es complicado dejar fuera el continuo martilleo de Ares, Galán trata de centrar todos sus esfuerzos en la mejora del equipo, para devolver la confianza que le ha otorgado Jovićević. "Siempre intentamos ir en sintonía con el trabajo del equipo, viendo cuáles son los ejercicios y objetivos que se marcan esa semana el entrenador y el staff, y preparando el microciclo de esa semana. Una vez tengo esto, veo cuales son los ejercicios a hacer durante esos días para lograr esos objetivos e intentar que haya una transferencia del entrenamiento específico del portero al entrenamiento del equipo", explica el preparador.

placeholder Mykhailo Mudryk celebra un gol contra el Celtic. (Reuters/Kacper Pempel)
Mykhailo Mudryk celebra un gol contra el Celtic. (Reuters/Kacper Pempel)

En su primera aventura en el balompié profesional está acompañado del también español Daniel de Castro, que ejerce como preparador físico. Actualmente trabajan en Lviv, donde el Shakhtar juega los partidos como local en liga. Es la séptima ciudad del país en tamaño, y de las menos afectadas por su ubicación. No obstante, también son visibles en su piel las heridas del tumultuoso y beligerante siglo pasado. También conocida como Leópolis —la ciudad de los leones—, se nombró durante el siglo XIX como Lemberg, cuando se situaba en la frontera oriental del extinto imperio austro-húngaro. Acabada la Primera Guerra Mundial, pasó a formar parte de la recién independizada Polonia, con el nombre de Lwów, pero con el inicio de la segunda contienda universal fue tomada por los soviéticos, que la llamaron Lvov, hasta que, solo dos años después, los nazis se la arrebataron a Stalin y volvieron a denominarla como Lemberg.

Con la victoria definitiva del Ejército Rojo sobre el Tercer Reich, la ciudad pasó a manos de la República Soviética Socialista de Ucrania, bajo el paraguas de la URSS, y tomó el nombre que conserva en la actualidad. En Lviv sitúa en parte Philipp Sands su extraordinaria investigación 'Calle Este-Oeste' (Anagrama, 2017) y sobre esta ciudad de la región de Galitzia también ha escrito unos magníficos capítulos el escritor ucraniano Yuri Andrujovich en 'El último territorio' (Acantilado, 2006). La céntrica ubicación europea de Lviv y su emplazamiento en el oeste ucraniano, que otorga una mayor tranquilidad al día a día del equipo, no evita una de las consecuencias más tediosas para la plantilla: la extensión de los desplazamientos. Galán reconoce que las semanas en que el equipo juega competición europea son especialmente caóticas.

Foto: Ultras del Dinamo de Kiev, durante un partido contra el FC Shakhtar en Donetsk, en septiembre de 2011. (Getty/EuroFootball/Genya Savilov)

Además de jugar los partidos como local en Champions en la ciudad de Varsovia, la imposibilidad de tomar el avión en territorio ucraniano provoca que sean muchas las horas que transcurren en el autobús, a lo que se ha de sumar el tiempo para superar los trámites al cruzar la frontera. Una odisea más a sumar a las dificultades propias de los tiempos bélicos. Si bien, para Galán, ningún desplazamiento, por muy pesado que sea, será capaz de enturbiar la visita a Madrid: la alegría cuando tocó el actual campeón en el sorteo de la Champions fue grande.

Huir de la guerra

Los casos de Galán y De Castro son excepcionales. Ir a trabajar a un país en guerra, aunque la seguridad para los llegados sea considerable, no es lo común. Lo triste, por desgracia, es ver cómo los ciudadanos abandonan los que han sido sus hogares con el objetivo de evitar la miseria y la destrucción, de no toparse con la muerte aunque esto suponga dejar atrás una parte importante de la propia vida. Esto le ha sucedido, según ACNUR, en su última actualización de septiembre de refugiados, a más de siete millones de personas, que se han visto obligadas a dejar Ucrania desde el comienzo de la invasión rusa, en la madrugada del 23 al 24 de febrero.

placeholder Taras Stepanenko se tumba en el césped tras un partido de Champions. (Reuters/Kacper Pempel)
Taras Stepanenko se tumba en el césped tras un partido de Champions. (Reuters/Kacper Pempel)

Abraham Campomar trabajó en la cantera del Shakhtar Donetsk hasta final del curso futbolístico 2019-2020; una temporada rara, atravesada por la virulencia del covid-19. Desde entonces y hasta la actualidad ha ejercido como analista de la selección nacional de fútbol de Ucrania. Ha sido feliz en su puesto de trabajo, pero todo cambió con la entrada de los tanques rusos. Tuvo que tomar decisiones rápidas en cuestión de horas, minutos e, incluso, segundos. Salió rápidamente de Ucrania con su familia para instalarse en Burgos, donde actualmente reside: "Te cambia mucho la vida, pasas a no tener nada, pues todo lo material se queda atrás, en Ucrania. Vienes con una maleta pequeña para cinco personas, coges lo primero que tienes para escapar y con toda la incertidumbre que acompaña", confiesa. Una incertidumbre que no solo es vital, sino también laboral.

Trabajar sin cobrar

Hace menos de una semana concluyó la última concentración de la selección dirigida por Oleksandr Petrakov, y Campomar ha estado trabajando con el combinado nacional, pero, como ocurre desde febrero, lo ha hecho sin cobrar. Solo percibe por objetivos, y los dos últimos planteados —clasificarse para el Mundial de Qatar y ascender en la Nations League— no se han logrado: "Es una situación complicada y difícil que no deseo a nadie. Ahora hemos tenido la última concentración y ya veremos cómo sigue la cosa. Al final, seguir así es inviable desde el ámbito económico y familiar. No podemos seguir así, toca empezar de cero. Tras seis o siete meses sin cobrar es necesario buscar una continuación, a ver si se encuentra algo más. Así estamos", confiesa resignado el analista.

Ucrania estuvo a punto de clasificarse para la cita mundialista, pero un latigazo de Gareth Bale los mandó a la lona en el decisivo partido contra Gales. En esa concentración, como en esta última de octubre, Campomar confiesa que el ambiente ha sido de gran ilusión: "Deportivamente siempre quieres lo máximo, pero ahora con la guerra la motivación es incluso mayor. El ambiente es bueno, están unidos, y la selección se ha implicado y ha ayudado mucho a las fuerzas armadas ucranianas, sobre todo económicamente. Quieren representar a su país lo máximo posible, que la voz de Ucrania no se acabe y el deporte y el futbol, para ello, es un instrumento máximo para hacer llegar la voz del país".

placeholder Aficionados ucranianos, durante un encuentro de la Nations League. (EFE/ Lukas Gagulski)
Aficionados ucranianos, durante un encuentro de la Nations League. (EFE/ Lukas Gagulski)

Esto no evita que se produzcan los inevitables momentos de tristeza. El analista explica que los jugadores atraviesan por muchas situaciones complicadas, especialmente con respecto a sus familiares. Uno de ellos tiene a su padre en Jersón —una de las ciudades de los territorios recién anexionados de forma ilegal por Putin— y le ha contado al español cómo este le confiesa que apenas sale de casa para que el invasor no se lo lleve a la fuerza y los aliste en el Ejército ruso.

Campomar también rememora la visita del boxeador ucraniano Oleksándrovich Usyk en la última concentración, que manifestó su deseo de unirse al Ejército para combatir contra el enemigo invasor. No obstante, y agradeciéndole mucho el compromiso, el gobierno le expresó que su misión estaba sobre el cuadrilátero. Con esta anécdota el ayudante de la selección reflexiona, además, sobre el papel sanador que puede tener el deporte para la población: "Cada cual tiene su misión. Los futbolistas ayudan desde el césped, dándole a la gente ese entretenimiento puro para que pueda seguir emocionada con su país, entretenida en algo, y así descansar mentalmente de la situación", explica Campomar, y añade que los partidos europeos de clubes del país, como los del Shakhtar, muestran al mundo que Ucrania continúa muy viva.

También han sido realmente difíciles los últimos meses de Y.S. —quien pide en la entrevista ser denominada con iniciales al tener aún familia en territorios ocupados por Rusia—. Como Campomar, también trabajó con el Shakhtar Donetsk con traducciones y otras colaboraciones y, desde hace más de dos décadas, ha estado vinculada al mundo de balompié. Vive en Madrid desde 2013, y nunca ha podido regresar a Ucrania tras el estallido de la guerra del Donbás. Y.S. nació en Mariúpol, aunque vivió parte de su vida en Donetsk. Sus padres escaparon de la región minera del Este de Ucrania cuando empezó la guerra en 2014. Ocho años después, el inicio de la invasión rusa les pilló en Mariúpol, donde conservaban una casa. Como es sabido, esta ciudad ha sido una de las más castigadas de la guerra. El sufrimiento padecido por los padres de Y.S. es indescriptible, como reconoce la traductora: "La noche del 23 al 24 me llamaron mis padres a las 05:00 de la mañana escuchando explosiones y diciendo que ya había comenzado la invasión rusa de Ucrania. Estaban en Mariúpol y allí le pilló lo peor de la guerra. Les pedí que saliesen, pero decidieron esconderse en casa".

placeholder La ciudad de Mariúpol, en la actualidad. (EFE/Stringer)
La ciudad de Mariúpol, en la actualidad. (EFE/Stringer)

Pocos días después empezó la auténtica pesadilla: tanto para los padres como para la antigua trabajadora del Shakhtar, impotente sin poder hacer nada desde la capital de España. Comenzaron los incesantes bombardeos de Mariúpol y, en la segunda jornada, atacaron el barrio en que residían. "De allí se fueron al puerto, a casa de unos amigos, pero luego empezó allí el bombardeo y se desplazaron a casa de otros amigos. Estando allí se les cayó encima el edificio, que quedó derrumbado, pero ellos pudieron salvarse", rememora con crudeza. Lejos de acabar aquí, el infierno de sus padres continuó: "No tenían donde ir y vagabundearon por las calles durante una hora o dos para buscar quien podía albergarlos. Encontraron una familia que les dejó entrar en su casa y allí pasaron otra semana. El 2 de marzo perdí el contacto con ellos, cuando empezaron los bombardeos más fuertes y cortaron la comunicación. Y hasta el día 16 de marzo solo supe de ellos dos veces, que me llamaron durante dos segundos con una conexión horrible a través de ruinas para comunicarme que estaban vivos".

Ese día consiguieron romper el cerco y empezaron a ver la luz al final del túnel. Estaban a más de mil kilómetros de la frontera polaca, y debían pasar por diversos controles rusos y ucranianos y atravesar diversos caminos minados. Pero, por fin, llegaron a Polonia. Una historia con final feliz. Y.S. compró el billete de avión a sus padres y viajaron desde la capital polaca a Madrid, donde actualmente permanecen junto a su hija. Esta recuerda el mes de marzo como el peor de su vida. "Ha sido muy duro. Yo lo pasé fatal. Decir que en marzo lo pasé fatal es no decir nada, es un sufrimiento difícil de imaginar, es que no sabía si estaban vivos o no", añade.

Foto: Los jugadores del Shakthar Donetsk. (EFE/Sergey Dolzhenko)

El momento en que Y.S. pudo volver a abrazar, tras más de ocho años de dolor, a sus padres en la terminal del aeropuerto de Barajas resulta imposible de describir, de una felicidad inmensa. Estos llegaron en un penoso estado de salud, tras haber estado muchas jornadas sin llevarse nada a la boca y solo beber agua del deshielo o hervida procedente de los charcos. Su padre, hincha irredento del Shakhtar, antiguo socio del club, llegó con un grave problema en el corazón y tuvo que pasar urgentemente por el quirófano: "Está muy agradecido porque le salvó la vida España, no solo por albergarle, sino por operarle, ya que los médicos dijeron que no habría sobrevivido”, expresa emocionada Y.S. No obstante, el corazón de la familia aún sigue en Ucrania, pues en numerosas zonas en guerra aún viven muchos allegados. “Estamos las veinticuatro horas pendientes de las noticias, continuamos mentalmente allí", añade.

Un presidente abonado al misterio

Rinat Ajmétov, el presidente del Shakhtar Donetsk, es desde hace décadas una de las personas más poderosas del país. Su mecenazgo y apoyo a Víktor Yanukóvich fue vital para que el político prorruso llegase al Gobierno de Ucrania en 2010. Además de presidir la escuadra, es un oligarca multimillonario, presidente de SCM Holdings. Como recuerda Y.S., ayudó a convertir Donetsk en una ciudad renovada que experimentó, sobre todo a principios de siglo, un florecimiento moderno inesperado: convirtió la ciudad minera en un sitio estético y en un reclamo. No obstante, sus actuaciones y movimientos siempre han estado bajo la lupa y, su persona, rodeada de un halo de misterio que él mismo ha engrandecido. Como escribe Argemino Barro en 'Una historia de Rus' (La huerta grande, 2020), el magnate cuenta con un pasado turbio y llegó a la presidencia del club, en el ecuador de los noventa, de un modo rocambolesco, heredando el equipo tras el asesinato a tiros del que había sido su cercano jefe, Ajat Braguin, anterior presidente.

Ajmétov llevó al Shakhtar Donetsk a la cúspide y lo convirtió en el equipo más laureado del país en el siglo XXI. Además de conquistar la UEFA en 2009, arrebató numerosas ligas al todopoderoso Dinamo de Kiev, y llevó a la ciudad del este a numerosas estrellas, sobre todo brasileños, lo que convirtió al Shakhtar en una joya. Todo cambió en 2014. Tras el Maidán y la huida de Yanukóvich —figura que había sido alimentada por el propio Ajmétov— siguió la toma rusa de Crimea y la guerra del Donbás. El oligarca no abandonó la presidencia del club, pero prácticamente desapareció. No se sabía muy bien en qué posición estaba. ¿Seguía apoyando la rusofilia de Yanukóvich?, ¿había apostado por la integridad de su país tras la entrada de los tanques en la región minera y la autoproclamación de las repúblicas de Luhansk y Donetsk? El silencio fue la nota preponderante: pareció que la neblina al más puro estilo de una película de Michelangelo Antonioni se lo había tragado.

placeholder Los jugadores ucranianos preparan el partido en el Bernabéu. (Reuters/Violeta Santos Moura)
Los jugadores ucranianos preparan el partido en el Bernabéu. (Reuters/Violeta Santos Moura)

No obstante, estos últimos meses parece haber salido de la quietud, mientras continúa con la presidencia de su equipo de fútbol. Según Barro, parece estar volcado en el esfuerzo nacional de guerra contra Rusia: "En marzo sometió su red de televisiones al decreto de la 'información unificada', que, fundamentalmente, eliminó el contenido de entretenimiento de los grandes canales ucranianos y lo reemplazó por una cobertura bélica unificada bajo el criterio del Gobierno, mientras durase el periodo de ley marcial. En julio fue más allá y anunció que entregaba todas las licencias mediáticas de su conglomerado, SCM, al Estado.

Así, Ajmétov ya no es técnicamente un 'oligarca', según la definición de una ley de 2021 que trataba de limitar la influencia política y mediática de los grandes magnates ucranianos”. Además, el escritor y periodista de El Confidencial añade que Ajmétov ha prometido ayudar en la reconstrucción de Mariúpol, y su conglomerado metalúrgico de Zaporozhstal, en Zaporiyia, ha comenzado a mandar al frente módulos blindados que se pueden usar como refugios o como cantinas. No obstante, Barro explica que estas acciones convienen ser interpretadas en el contexto bélico actual: "La guerra total iniciada en febrero hizo que Volodímir Zelenski pasara de ser un presidente impopular a un jefe guerrero de enorme prestigio, y ha usado ese prestigio para cumplir los objetivos políticos que antes se le habían resistido. Entre ellos, consolidar el poder presidencial y meter en vereda a oligarcas como Ajmétov. Cosa que parece estar, de momento, consiguiendo", explica.

Un equipo joven, dinámico y valiente

El Shakhtar llega al Bernabéu en un excelente momento de forma. Es segundo clasificado del grupo, tras el empate contra el Celtic y, sobre todo, la espectacular victoria en Leipzig por 1-4. "Toda una sorpresa. No lo esperábamos, pero, al final, ves que el equipo y el grupo está muy unido, que el trabajo está siendo muy bueno y eso es lo que nos ha podido dar las dos alegrías que hemos tenido", confiesa Galán. También coincide en lo inesperado del arranque en UCL Fermín Suárez, experto en fútbol internacional y comentarista de la competición.

placeholder Una victoria inesperada. (EFE/Filip Singer)
Una victoria inesperada. (EFE/Filip Singer)

Destaca que el equipo no se haya ahogado por la cantidad de bajas que ha tenido respecto a los años anteriores: "Es una barbaridad la cantidad de jugadores que han perdido, y la mayoría de ellos eran titulares indiscutibles en este equipo y marcaban la filosofía", asevera. La sorpresa del buen hacer del Shakhtar en estas dos primeras jornadas europeas se cimienta en la enorme efectividad que ha tenido el equipo. Suárez recuerda que, ante el Leipzig, remataron cinco veces y anotaron cuatro goles, y que contra los escoceses también anotaron en su primera visita al arco contrario. La clave pasa, por lo tanto, en mantener esa puntualidad con el gol, algo muy difícil de conseguir.

El favoritismo de los locales en el enfrentamiento de esta noche es mayúsculo. "El Real Madrid tiene mucha calidad, te va a desordenar más que el Leipzig y el Celtic, por lo que van a tener más dificultades. El plan para el Shakhtar pasa por hacer un partido largo, espeso, intentando gestionar el balón en algunos momentos decisivos, y que tengan la posibilidad de robar y transitar rápido", explica Suárez. Una de las señas de identidad del nuevo Shakhtar, según el analista, es su reactividad y verticalidad, así como su poderío para salir en transición. "De esta nueva generación destacaría por encima de todos a Mykhailo Mudryk, que es el extremo izquierdo, una maravilla, un jugador que conjuga potencia, plasticidad, verticalidad, irreverencia, buenas diagonales, que tiene buen golpeo y es muy explosivo cambiando de marcha. Y luego destacaría los dos interiores, Bondarenko y Sudakov, que son realmente buenos, tienen buen trato de balón. Y atrás creo que Bondar y el portero Truvin también resuelven muchas situaciones".

placeholder El técnico croata, en la previa del encuentro. (Reuters/Violeta Santos)
El técnico croata, en la previa del encuentro. (Reuters/Violeta Santos)

También tiene palabras amables para el entrenador, Igor Jovićević. Han pasados más de dos décadas desde que el croata jugara en el Castilla, y en el banquillo lo ha hecho muy bien en el Dínamo de Zagreb: "Lo que veo de él me gusta. Su Shakhtar es un equipo que está bien situado, que sabe a lo que juega, que es capaz de sacar bien el balón y que se expande bien. Es un técnico que les ha inyectado ese carácter competitivo", afirma Suárez. La hazaña en Chamartín en forma de victoria alzaría al cuadro ucraniano a la primera plaza del grupo, y lo acercaría a octavos de final, algo impensable para un equipo que ha tenido que reinventarse para sobreponerse a los escombros de la guerra.

Galán, al ser preguntado por un pronóstico, sonríe y asegura que le resulta imposible predecir. Por su parte, Y.S. y su padre también seguirán con enorme emoción e interés el encuentro, ya sea desde en el campo o en cualquier local donde lo emitan: "Me encantaría ir al Bernabéu a ver el partido, pero más aún a mi padre. Para él, tener al Shakhtar cerca es especial, aunque lo tenemos un poco difícil para poder ir. Mi padre sigue muy emocionado con su equipo de toda la vida. Ver el Shakthar para él resulta como volver a la familia, ya que en Donetsk teníamos la costumbre de ver los partidos de nuestro equipo en su estadio antiguo y luego en el Donbass Arena. Es como volver a una parte del hogar, y recordar esos momentos felices y esa emoción, una manera de sentirse entre los suyos", confiesa emocionada. Es esta la magia del fútbol: una felicidad que, al menos, aleja la pesadilla durante 90 minutos.

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Existen ofertas que no se pueden rechazar, como advierte Vito Corleone en la primera parte de 'El Padrino'. El problema es que la vida se empeña en dificultarlo todo, en dotar de un sentido tragicómico a la existencia, como en una obra de Luigi Pirandello. A Curro Galán le llegó en verano la llamada que llevaba tiempo esperando, de las que traen consigo una propuesta irrechazable. Tras un lustro trabajando en la cantera del Atlético de Madrid, el fútbol profesional llamaba a su puerta. El técnico Igor Jovićević y su 'staff' le proponían ficharlo como preparador de porteros del Shakhtar Donetsk. Una oferta, además, procedente de un equipo que juega la mejor competición del mundo: la Champions League.

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