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Del "yo solo quiero jugar al fútbol" de Vinícius al miedo de Guardiola a la velocidad del Madrid
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el brasileño se envalentona

Del "yo solo quiero jugar al fútbol" de Vinícius al miedo de Guardiola a la velocidad del Madrid

Vinícius se pone al frente, como el líder del Real Madrid, para meter presión al Manchester City en el Bernabéu. Su explosividad y carácter es lo que más nervioso pone a Guardiola

Foto: Vinícius se lleva la mano a la oreja tras marcar a Osasuna. (Reuters/Vincent West)
Vinícius se lleva la mano a la oreja tras marcar a Osasuna. (Reuters/Vincent West)

Vinícius llega al partido contra el Manchester City con la cabeza despejada y las piernas frescas. Es el jugador que más tiempo ha tenido para preparar el regreso a la Champions, ha cargado las pilas y tiene ganas de divertirse. Se derrumbó antes de jugar con Brasil en el Bernabéu para hablar del racismo y el partido contra España lo acabó con rifirrafes. Se le echó en cara una falsa hipocresía por decir que "yo solo quiero jugar al fútbol" y, después, tener un comportamiento provocador en un partido amistoso. El City es una cita de tensión, presión y máxima repercusión mundial.

En la esencia del brasileño está combatir y visibilizar las agresiones racistas que sufre y también encararse con los rivales. En el partido contra el Leipzig en el Bernabéu, recibió una tarjeta amarilla por un arrebato en el que le dio un empujón a un rival y jugará contra el Manchester City apercibido. Si ve una cartulina, se pierde la vuelta. Al bueno de Vini también se le cruzan los cables. Es víctima, pero en ocasiones también un alborotador. A su alrededor gira demasiado ruido extrafutbolístico entre el racismo, las provocaciones y supuestas ofertas de equipos poderosos que ofrecen 200 millones de euros para sacarle del Real Madrid.

En el ánimo de Vinícius está jugar al fútbol y el partido de ida de los cuartos de final lo afronta con el propósito de que el Manchester City padezca un infierno en el Bernabéu. Siempre en el foco. Se ha encargado de pedir a los aficionados, en sus redes, que vayan de blanco al estadio y apoyen con intensidad. Este tipo de llamamientos eran habituales en Sergio Ramos para noches importantes en la Champions. Corresponden a los capitanes y Vinícius los tiene muy interiorizados.

El brasileño quiere jarana en su regreso al Bernabéu con el Real Madrid, donde no juega desde el partido contra el Celta (marcó un doblete hace un mes) por culpa de una sanción en El Sadar: se rio en la cara del árbitro. Vinícius, en sintonía con el club, reconoce que tienen la desventaja de jugar la vuelta en Mánchester y necesitan agitar a la afición. El objetivo es provocar que el estadio retumbe, que el techo impresione al equipo inglés. Hay que ir de blanco, animar sin descanso y generar un clima de bullicio. Vinícius ha encendido la llama. El partido no se disputa solo en el césped, también en la grada. El Real Madrid juega la baza ambiental y el fútbol de Vinícius transmite preocupación y miedo a Guardiola.

Foto: Ancelotti, serio, en la rueda de prensa antes del City. (Reuters/Juan Medina)

En lo futbolístico hay mucha tela que cortar. Existen dos maneras de competir contra el Manchester City de Guardiola. Una es ser un equipo valiente y la otra jugar como uno pequeño. La primera tendría que ser innegociable en el Real Madrid, en cualquier partido y sin importarle qué rival esté enfrente. Ir al ataque como señal de autoridad para intimidar y generar el mayor número de dudas al adversario. El historial de Ancelotti dice que tiene más éxito cuando hace pequeña la estructura del bloque para exponerse menos y ser letal con acciones de contraataque. Sirve de ejemplo la final ganada al Liverpool en París con sufrimiento, resistencia numantina y una asistencia de Fede Valverde que valió el gol de Vinicius.

Es la naturaleza del Madrid de Ancelotti cuando tiene desafíos de envergadura. Echarse atrás, juntar líneas y sacudir al rival con la calidad y la velocidad del juego directo. La propuesta no siempre hay que considerarla de equipo pequeño y tiene que estar en función de medir los riesgos de las virtudes que tiene el contrincante. Contra el City, lo normal es que el guion de Ancelotti en la eliminatoria sea el de un equipo pequeño en una gran proporción de minutos. Esto es lo que espera Guardiola.

El peligro de las transiciones

Pep ve en el Real Madrid un equipo de atletas que, por rapidez y con espacios, tienen la capacidad de darle profundidad y peligrosidad al juego de ataque. Es una fijación que tiene desde que en el Madrid jugaban juntos Cristiano, Bale y Benzema, y los madridistas salían en estampida como fieras que se tiran a la yugular de la presa. La solución para Guardiola es minimizar daños evitando que Vinícius, Rodrygo, Bellingham y otros como Fede Valverde les pillen en transiciones.

placeholder Vinícius y Haaland, en el partido del año pasado. (Reuters/Isabel Infantes)
Vinícius y Haaland, en el partido del año pasado. (Reuters/Isabel Infantes)

El entrenador del Manchester City no quiere un partido de ida y vuelta, en el que se descontrole el juego y le ganen la espalda a su línea defensiva. Le interesa dominar con la pelota, ser fiel al estilo de la posesión, defenderse con el balón y someter al Madrid. Lo consiguió en el partido de vuelta de la temporada pasada con la goleada en el Etihad.

No hay secretos entre Ancelotti y Guardiola, dos técnicos que tienen un patrón de juego definido y van sobrados de experiencia. El italiano prioriza un buen sistema defensivo y el español se siente más cómodo llevando la iniciativa del juego. Para Ancelotti, es fundamental que el equipo pegue y repliegue. Ser efectivos en ataque y sólidos en defensa. Lo consiguió la temporada pasada en el Bernabéu, con menor premio, y se asustó en la vuelta en Mánchester.

Foto: Abdón Prats celebra el triunfo ante la Real Sociedad en la Copa. (AFP7)

Aunque Guardiola ya no es tan valiente cuando tiene enfrente al Madrid y no le importa juntar al equipo en su campo, sufrir y entrar en el juego de transiciones. Su equipo también tiene velocidad con Haaland y Phil Foden, además de juego directo y vertical con De Bruyne. Lo hemos visto en el último partido contra el Crystal Palace. El belga busca el desmarque del noruego para aprovechar su enorme zancada y generar peligro al espacio. Guardiola tiene muchos argumentos tácticos para hacer daño al Madrid y uno de ellos también es la velocidad en las transiciones para sorprender. Su equipo tiene mucho potencial para sacar ventaja en un juego de correcalles.

No es, por lo tanto, solo una eliminatoria que se va a decidir desde los banquillos y dependa de la inspiración del italiano y del español. Se pueden desnivelar por la lectura y la gestión que hagan los entrenadores de las diferentes fases del juego en lo defensivo y lo ofensivo. Ancelotti y Guardiola buscan el equilibro que garantice una estructura de equipo lo menos vulnerable. Competir mejor que el adversario pasa por tener un sistema sin desajustes, una defensa robusta, solidaria e intensa y encontrar los puntos débiles del adversario.

El trabajo de los entrenadores incide para cambiar el partido. Pero el balón no lo manejan Ancelotti y Guardiola. El acierto está en los jugadores y en las dos plantillas hay suficientes recursos para desnivelar el partido en lo colectivo y con acciones individuales, futbolistas con experiencia, energía y eficacia. La agitación de Vinícius, su personalidad y coraje, como le gusta decir a Ancelotti, juegan un papel determinante.

Vinícius llega al partido contra el Manchester City con la cabeza despejada y las piernas frescas. Es el jugador que más tiempo ha tenido para preparar el regreso a la Champions, ha cargado las pilas y tiene ganas de divertirse. Se derrumbó antes de jugar con Brasil en el Bernabéu para hablar del racismo y el partido contra España lo acabó con rifirrafes. Se le echó en cara una falsa hipocresía por decir que "yo solo quiero jugar al fútbol" y, después, tener un comportamiento provocador en un partido amistoso. El City es una cita de tensión, presión y máxima repercusión mundial.

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