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Y el balón lloró por Toni Kroos, el jugador que no dejó que tocaran sus botas para ser una leyenda
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ÚLTIMO PARTIDO DEL ALEMÁN DE BLANCO

Y el balón lloró por Toni Kroos, el jugador que no dejó que tocaran sus botas para ser una leyenda

El futbolista alemán vivió su último partido como futbolista del Real Madrid en el mejor escenario posible: una final de Champions. El alemán volvió a dar una lección de juego y fue una pieza fundamental en el nuevo título del equipo blanco

Foto: Los jugadores del Real Madrid levantan a Toni Kroos tras vencer en Wembley al Borussia Dortmund. (David Ramos/Getty Images)
Los jugadores del Real Madrid levantan a Toni Kroos tras vencer en Wembley al Borussia Dortmund. (David Ramos/Getty Images)

Desde hoy, el balón está más triste. Toni Kroos ha dado su último pase vestido con la camiseta del Real Madrid y el fútbol ya le llora. El alemán, un comandante que no entendía otra palabra que no fuera ganar, al que cualquier soldado raso acompañaría a una guerra si él es el encargado de dirigir al batallón con sus botas, ha dado un paso al lado de la manera más brillante posible. Otro título de Champions, el decimoquinto del Real Madrid y el sexto suyo, para decir adiós de la manera más grande posible. ¿Su secreto? Siempre tener los pies en el suelo. El mejor ejemplo, cómo cuidaba sus botas. Esas que han llevado al Madrid a otro título.

Su último partido volvió a ser otra oda al fútbol. Cuando el Madrid peor lo pasó, en la primera parte, se empotró entre los centrales para dar fluidez al juego; en la segunda mitad, ya con el equipo en vuelo, Kroos se volvió a convertir en el líder del equipo, con una precisión milimétrica en los pases para comandar a su equipo a un nuevo triunfo. Con un 97% de efectividad en el pase (91 de 94), cuatro pases claves, dos duelos ganados y dos disparos a portería, la guinda a su enorme partido la puso con la asistencia de gol a Dani Carvajal. Sus brazos al aire, cuando salía del partido tras 86 minutos, eran el broche de oro a una carrera única.

Foto: El jugador alemán, en su adiós del Real Madrid. (Sopa Images/Diego Radames)

Kroos siempre fue un futbolista diferente. No solo por su estilo, su manera de jugar o de entender el juego, sino por su propia personalidad. Nunca fue de esos deportistas a los que le gusta hacerse notar o darse importancia, pero tampoco le gustó nunca que le restaran los méritos que demostraba sobre el césped. De hecho, fruto de un menosprecio inesperado, el Real Madrid encontró a un líder sobre el césped que se ha ganado a pulso ser leyenda. Hasta en su adiós, ha sabido ser distinto, retirándose cuando mejor estaba. El fútbol ya llora el adiós de un jugador que marcó una de las épocas más brillantes de la historia del Real Madrid.

placeholder Kroos celebra con Modric sus seis Champions. (Reuters/Carl Recine)
Kroos celebra con Modric sus seis Champions. (Reuters/Carl Recine)

El alemán siempre fue el jefe de la manada, la referencia, el jugador al que todos miraban cuando nadie sabía qué hacer. Y lo supo ser como lo hacen los grandes líderes: demostrándolo sobre el césped. Si el partido necesitaba vértigo, Kroos tocaba rápido en busca del hueco; si el rival se cerraba, mandaba misiles teledirigidos disfrazados de cambios de juego; si la presión era alta, se incrustaba entre los centrales para dar fluidez al juego; si había que mantener el balón, el mejor amigo que podías encontrar en el campo era él. Pasará lo que pasase, Kroos siempre tenía una solución en forma de magia, nacida de su prodigiosa mente.

Fue en el verano de 2014 cuando el Real Madrid recibió un regalo inesperado. Los blancos seguían de cerca a un joven Kroos que ya despuntaba en el Bayern y, entonces, se encontraron con una situación pocas veces vista en el club. El alemán, pendiente de renovar, sufrió un ataque pocas veces visto del por entonces presidente del Bayern, Uli Hoeness, quien dijo que el centrocampista no tenía estatus de estrella, que su juego era anticuado y plano, además de ser un futbolista pasivo. El Bayern entendía que el canterano era prescindible y que, lo que pedía por renovar, era exagerado para su rendimiento.

Kroos no toleró el ataque y decidió fichar por el Madrid por la ridícula cantidad de 25 millones. Diez años después, no solo cerró la boca de Hoeness, sino que ha demostrado el error histórico del dirigente para marcar una estirpe legendaria en el conjunto blanco. El germano, junto a Luka Modric y Casemiro, formó parte de una de las medulares más temibles del mundo, dominando el planeta fútbol con su amor por el balón, la posesión y el fútbol de ataque. Pocos jugadores han sabido ganar partidos como Kroos. Y, ninguno, lo ha sabido hacer con la manera de jugar de Kroos. Como si de un videojuego se tratara, ordenaba a todo el equipo con el balón.

Desde hoy, el balón se sentirá mucho más huérfano sin Kroos. Nadie le va a mimar como el alemán, nadie va a tratarlo tan bien, nadie va a pensar en cuidarlo por encima de todas las cosas. ¿Qué dedo va a señalar ahora el camino del gol antes incluso de dar el pase? Es especial hasta a la hora de tratar sus botas: ¿qué jugador de élite limpia, engrasa y ajusta los tacos de sus botas? Solo Kroos, que es el único que conoce el secreto de sus armas blancas, esas que siempre le acompañan en las grandes ocasiones. Las mismas con las que ha vuelto a triunfar en Wembley. Las mismas que lavó a mano este sábado por última vez antes de salir a jugar.

Para el recuerdo, aquella final en París de 2022, en la que Kroos salió a jugar con unas botas ya usadas que tanta suerte le habían dado en otras finales. A falta de diez minutos para acabar el partido, una de las zapatillas estaba completamente destrozada, pero el ritmo del partido le impidió cambiarlas y terminó jugando el partido prácticamente descalzo. No hizo un drama, no lo publicitó, no le dio mayor importancia. La misma que cuando les comunicaron que el inicio del partido se retrasaba por los incidentes en los alrededores de Saint-Denis: "No pasa nada. Si el partido empieza más tarde, ganaremos la final más tarde". Genio y figura.

Kroos deja el fútbol —al menos, de clubes, pues aún le queda la Eurocopa— con una Champions más, la sexta en su palmarés, que le permite ser el jugador con más Copas de Europa de toda la historia junto a Paco Gento, Dani Carvajal, Nacho Fernández y Luka Modric. Pero, hasta para eso, Kroos es especial, pues es el único que lo ha logrado con dos equipos, pues levantó un título con el Bayern. No necesitó correr más que nadie para llegar el primero al balón: su mente le permitió ver la jugada antes de que sucediera. Ese control con la pierna más alejada del balón, la manera de orientar el cuerpo y sus pases milimétricos son historia del fútbol.

Este sábado, Kroos dio su último mimo al balón con la camiseta del Real Madrid. Aquel muchacho tímido que llegó al Madrid en 2014, que se ganó el corazón de la afición con sus brazos al cielo de Cardiff en 2017, que fue actor principal de la historia reciente madridista, con tres Champions seguidas y cuatro en cinco años, dice adiós a lo grande. Aquel niño que quería ser profesional ha conseguido mucho más de lo que un día soñó. Ha bailado por última vez con la camiseta blanca. El Real Madrid le llora. El balón le llora. El fútbol le echará de menos. Sus botas merecen un hueco especial. Como despedida, una asistencia de gol en la Decimoquinta.

Desde hoy, el balón está más triste. Toni Kroos ha dado su último pase vestido con la camiseta del Real Madrid y el fútbol ya le llora. El alemán, un comandante que no entendía otra palabra que no fuera ganar, al que cualquier soldado raso acompañaría a una guerra si él es el encargado de dirigir al batallón con sus botas, ha dado un paso al lado de la manera más brillante posible. Otro título de Champions, el decimoquinto del Real Madrid y el sexto suyo, para decir adiós de la manera más grande posible. ¿Su secreto? Siempre tener los pies en el suelo. El mejor ejemplo, cómo cuidaba sus botas. Esas que han llevado al Madrid a otro título.

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