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Algún día el Real Madrid perderá una final de la Champions y nos daremos cuenta de esta locura
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La Decimoquinta ya está aquí

Algún día el Real Madrid perderá una final de la Champions y nos daremos cuenta de esta locura

El Dortmund barrió a los de Ancelotti en la primera mitad, pero no fue suficiente ante el gen ganador de los blancos. El Madrid arrasa en la década con seis Copas de Europa y se antoja invencible en las finales

Foto: Ancelotti, aclamado por sus futbolistas. (EFE/EPA/Adam Vaughan)
Ancelotti, aclamado por sus futbolistas. (EFE/EPA/Adam Vaughan)

"Ojalá hubiera una forma de saber que estás en los buenos tiempos antes de dejarlos". La frase es de Andy Bernard, personaje de la sitcom norteamericana The Office. Es una cita dura y melancólica, un puñetazo al mentón, que se pronuncia en los momentos finales de una de las mejores comedias de la historia. Pues bien. Si el madridista necesita saber cuáles son los buenos tiempos, esta es la señal que necesitaba: los está viviendo. Nunca se volverá a ver este ciclo ganador (ojo, quién sabe si ha acabado) pero hablamos de haber ganado seis Champions League en diez años. El Milán, máximo perseguidor del conjunto blanco a nivel histórico en Europa, suma siete en toda su historia.

Hace no tanto, el Real Madrid estuvo 32 años sin levantar la Copa de Europa. Ahora eso es un mal sueño. Frente al Borussia Dortmund, el conjunto de Carlo Ancelotti llegaba como el máximo favorito. No se recordaba una final tan desigualada en el fútbol de élite, con todo el respeto del mundo para el equipo alemán. Y, también como se podía prever, el caprichoso destino y la vaguería del Madrid (lo de "vago" no lo dice este cronista, lo dice Carlo Ancelotti, que algo sabrá de esto) decidió que la primera mitad fuera un baño por parte del conjunto germano.

Dios mío, otra vez, lamentaba el antimadridismo Dios mío, otra vez, se relamía el madridismo

Era un peligro casi artificial. Los alemanes conquistaban las espaldas de los laterales madridistas con pases verticales con suma facilidad. Pero, a la hora de marcar goles... El elefante en la habitación se hacía notar. No se puede explicar de otra manera la ocasión desperdiciada por Adeyemi al inicio del banquillo. Estaba solo. Solo delante de Courtois. Con echársela larga a un lado, a celebrar el tanto de su vida. Y eso hizo, pero tambaleándose de más hacia la izquierda. El guardameta belga molestó lo justo. Ocasión desperdiciada. Dios mío, otra vez, lamentaba el antimadridismo. Dios mío, otra vez, se relamía el madridismo.

Foto: Florentino Pérez felicita a Ancelotti tras ganar la Decimoquinta. (REUTERS Carl Recine)

La confirmación llegaría minutos después, cuando el gran goleador del Dortmund, Füllkrug, mandó un uno contra uno al palo. La realización daba entender que estaba en fuera de juego. Pero daba absolutamente igual porque en ese preciso instante el Real Madrid había ganado la Decimoquinta. Es muy difícil ganar una final a este equipo, pero es inverosímil hacerlo sin aprovechar las ocasiones. Las áreas deciden la gloria del fútbol. Donde Adeyemi falló, Vinícius marcó. En la misma área en la que Füllkrug dio al poste, Carvajal se convirtió en gigante para quitarse las cenizas de los hombros de sus anteriores fallos y marcar un cabezazo a lo Sergio Ramos. La misma historia, en bucle, una y otra vez.

Vinícius dejó claro que, pese a quien le pese, es el máximo candidato al Balón de Oro. Lo es por nivel y lo es por figura. Tan sobreactuado como talentoso. Segunda final en la que marca gol con 23 años. Ya nada queda de aquel niño que generaba risas por su inoperancia de cara a gol. Se fue el humo, quedó la leyenda. Sus celebraciones parecían propias de un documental (oh, wait), pero su encuentro en Wembley solo se puede describir como colosal. La mayor celebración de Hummels y del Dortmund durante el partido fue un tackle y pelota ganada sobre el brasileño. Nada más que añadir.

placeholder Vinícius celebra su nuevo título. (Reuters/ Lee Smith)
Vinícius celebra su nuevo título. (Reuters/ Lee Smith)

Quien salió de Londres más tocado fue su compatriota, Rodrygo, que tuvo una final mediocre después de una semana mediática en la que dejó claro que, si no era importante en el equipo, vería con buenos ojos un traspaso este mismo verano. Si Florentino Pérez necesitaba aprobación de la grada para una venta del extremo ante la llegada de Kylian Mbappé y Endrick, Rodrygo se lo ha puesto en bandeja. "Tengo contrato y tengo la certeza de que voy a seguir aquí", aseguró tras la final... Una rotundidad muy distinta a las numerosas entrevistas concedidas en los últimos siete días.

Emotiva fue la despedida a Toni Kroos, quien rompió su frialdad alemana para convertirse en un hooligan más antes incluso de que pitase el final el árbitro. Así como el gesto afectado de Nacho Fernández en sus palabras ante los micrófonos de Movistar, donde no quiso confirmar su adiós al club ("no es el momento"), pero sí dio pistas de ello.

"Ojalá hubiera una forma de saber que estás en los buenos tiempos antes de dejarlos". La frase es de Andy Bernard, personaje de la sitcom norteamericana The Office. Es una cita dura y melancólica, un puñetazo al mentón, que se pronuncia en los momentos finales de una de las mejores comedias de la historia. Pues bien. Si el madridista necesita saber cuáles son los buenos tiempos, esta es la señal que necesitaba: los está viviendo. Nunca se volverá a ver este ciclo ganador (ojo, quién sabe si ha acabado) pero hablamos de haber ganado seis Champions League en diez años. El Milán, máximo perseguidor del conjunto blanco a nivel histórico en Europa, suma siete en toda su historia.

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