Españoles, la Roja ha cambiado y da motivos para ilusionarnos con esta Eurocopa

No conviene ser optimistas en exceso, porque los favoritos aumentan sus probabilidades de encontrarse con el diablo por el camino. Pero hay motivos para estar, al menos, un tanto ilusionados. Porque España dio una exhibición ante Italia (1-0), de las que hacía tiempo que no se veían en la Selección. Luis de la Fuente ha llevado a cabo una transformación del estilo sin renunciar al dominio de los partidos. Y dinamitó por completo la estrategia de Spalleti.

Hay mucho de patio de colegio en España, un equipo que se mueve por las bandas con dos extremos que son una oda constante a la picardía del barrio. Una Selección en la que impera un pragmatismo basado en el abc del fútbol. Si antes la superioridad llegaba en la inabarcable dosis de talento de los bajitos del centro del campo, ahora llega por los pequeños ubicados en las bandas. Lamine Yamal y Nico Williams son, a pesar de sus 16 y 21 años, las mayores certezas de España, y puede que de esta Eurocopa. Nunca la edad fue un número de una manera tan clara.

El partido fue tan genial que es difícil contenerse en los elogios. Italia fue transformada en una selección vulgar y no precisamente por demérito propio. España convirtió a los italianos en un equipo de la categoría de Malta o Albania. Decía Woody Allen que importa más la suerte que el talento. La Selección contó con el talento de sus futbolistas y también con una buena cuota de fortuna en el gol, la asignatura pendiente a pesar del aluvión de ocasiones.

El fútbol es un deporte cargado de egos cuya gestión encarna asiduamente dificultades. Sin embargo, no es algo que le quite el sueño a De la Fuente. Los suplentes, salvo Joselu, están tanto o más contentos que los titulares. Y se comprobó cuando aparecieron Baena, Ayoze, Oyarzabal o Ferran. La ambición es el denominador común de los equipos que pasan a la historia.

La transformación de España

Si España basa ahora su juego en las bandas, es porque tiene allí a sus jugadores diferenciales. No se trata de un volteo al estilo, más bien es una metamorfosis. El protagonismo de la Selección está justificado en su comodidad cuando tiene la pelota. En realidad, sigue uno de los mandamientos de Cruyff: si tengo el balón, el rival no lo tiene y es imposible que pueda marcar.

La Selección se ha propuesto romper con el cordón umbilical de su etapa dorada sin renunciar a los axiomas con los que consiguió el respeto de todo el planeta. Se puede tener el balón, pero no pasearlo como a un chihuahua. Esa ausencia de verticalidad ya ha quedado atrás.

Una buena amalgama

Este es un equipo variado en el que caben la garra de Marc Cucurella, la parsimonia de Rodri y el desparpajo de Yamal. A veces, basta con una buena amalgama para conseguir los éxitos. El país es tan plural como esta Selección y así se entienda la identificación de la gente con esta España.

"Tenemos ganas de hacer algo grande", resumió Nico Williams en TVE al concluir el partido. España ha despertado y quedan cinco partidos para dejar de ser los campeones morales. Y hasta ahora no se ha visto nada mejor en esta Eurocopa.