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El primer 'gol de oro' que dio la victoria a un país en la Eurocopa: así ganó Alemania en 1996
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CONTRA LA REPÚBLICA CHECA

El primer 'gol de oro' que dio la victoria a un país en la Eurocopa: así ganó Alemania en 1996

Implantado por la FIFA en las grandes competiciones dos años antes, la selección germana logró salir campeona gracias al histórico tanto de Oliver Bierhoff

Foto: Oliver Bierhoff celebra su gol en la final de la Eurocopa de 1996 (Efe).
Oliver Bierhoff celebra su gol en la final de la Eurocopa de 1996 (Efe).

El fútbol es un deporte apoyado en la tradición, pero que pese a ello nunca ha dejado de cambiar. La inclusión de la tecnología y el videoarbitraje hacen de él un deporte más justo -o así debería serlo-, y el aumento del número de sustituciones por equipo, de tres a cinco, metido con calzador en plena pandemia debido al limitado entrenamiento y la condensación de los encuentros, finalmente llegó para quedarse. Y no hace tanto tiempo que el llamado gol de oro era un término muy extendido, aunque a los más jóvenes quizás les suene a chino.

Este método fue introducido por la FIFA en 1994, estrenándose en el Europeo Sub-21 que se jugó ese año y añadiendo ese extra de estar al borde del precipicio -o de la gloria- hasta el 2002. Como si de un partido en la calle siendo niños se tratara, el "quien mete, gana" le daba un plus de emoción a la prórroga tras acabar en empate el tiempo reglamentario. Y justo antes, claro, de la tanda de penaltis definitiva. Si había gol en el tiempo extra todo se acababa, y la primera vez que se produjo fue a lo grande.

Foto: Filippo Berardi celebra su gol contra Finlandia (REUTERS/Jennifer Lorenzini).

Así ganó Alemania la Eurocopa de 1996

La Eurocopa de 1996 fue especial por muchos motivos. Era la primera vez que la cuna del fútbol, Inglaterra, organizaba el torneo, que por entonces contaba con dieciséis equipos divididos en cuatro grupos. Los dos mejores pasaban y no había octavos de final, se jugaban directamente los cuartos. Fue el primer título de la selección alemana desde que se produjo su unificación... y el primero que se decidió con el novedoso gol de oro.

Era el verano de 1996, la Juve acababa de proclamarse campeona de Europa por segunda vez en su historia tras tumbar al Ajax en los penaltis de la final, el Atleti de Radomir Antic había logrado el doblete, y la selección española, con Javier Clemente a los mandos, llegaba con confianza, y sobre todo mucha rabia, tras lo sucedido en la Copa del Mundo del 94 frente a Italia.

placeholder Luis Enrique, tras sufrir un codazo de Tassotti (EFE/ARCHIVO/Kote Rodrigo).
Luis Enrique, tras sufrir un codazo de Tassotti (EFE/ARCHIVO/Kote Rodrigo).

España pasó los grupos con un tanto salvador de Amor a Rumanía antes de volver a estrellarse en la barrera de los cuartos, contra los anfitriones, en los lanzamientos desde los once metros después de acabar 0-0. Alemania, por su parte, llegaba tras caer frente a la Bulgaria de Stoichkov en el Mundial, lo que les hacía aún más peligrosos. Con Berti Vogts de seleccionador, no tuvieron problema en la fase de grupos, superando a Croacia e Inglaterra en cuartos y semis para plantarse en la final en busca de quitarse la espinita de cuatro años antes, cuando hincaron la rodilla contra Dinamarca en la final de Suecia 1992.

La selección alemana fue perdiendo una buena cantidad de efectivos por problemas físicos durante el torneo. Su estrella en ataque, Jürgen Klinsmann, no estuvo en semifinales y jugó tocado del gemelo en Wembley, y el resto de bajas por lesión provocó que incluso tuvieran que pedir un permiso a la UEFA para que les dejara convocar a un futbolista más, con un joven Oliver Kahn apuntado a jugador de campo al más puro estilo José Francisco Molina ante Noruega en caso de haber tenido respuesta negativa.

Enfrente estaba la sorprendente República Checa, con los prometedores Bejbl o Nedved, y con un Poborsky que provocó el penalti que acabó convirtiendo Berger para deshacer el empate inicial de la final. Una inyección de moral para, por qué no, repetir la historia de la Euro de 1976, con Checoslovaquia venciendo a la República Federal Alemana en la final de Belgrado. Pero entonces apareció Oliver Bierhoff. Cuatro minutos llevaba sobre el césped cuando el por entonces delantero del Udinese entró como un cuchillo en el segundo palo para cabecear a la red un saque de falta de Ziege con su zurda exquisita. Delirio sobre el terreno de juego, igualando la contienda y mandando el partido a la prórroga antes de un nuevo capítulo de por qué a la selección alemana siempre hay que matarla dos veces.

Apenas habían transcurrido cinco minutos del tiempo extra cuando se produjo el primer gol de oro de la historia de los grandes torneos, y su autor volvió a ser Bierhoff. Fue al recibir un balón de espaldas, cubrir con el cuerpo, hacerse un hueco para darse la vuelta y soltar un disparo con su pie izquierdo. El tiro no iba fuerte, pero tocó en un defensa checo, lo justo para despistar al guardameta y hacer que se le escurriera de los guantes a Kouba antes de colarse en la portería. Gol, final del partido y Alemania campeona en un tanto que se convirtió automáticamente en historia del fútbol.

El gol de oro se utilizó seis años más, dejando otros momentos para el recuerdo como el gol de Trezeguet para Francia en la final de la Eurocopa del 2000 contra Italia, o el tanto de Geli en propia puerta de la dolorosa final de la Copa de la UEFA de 2001 del Deportivo Alavés contra el Liverpool. Después de ello, de 2002 a 2004, pasó a jugarse con gol de plata, con el que el partido no acababa inmediatamente después del tanto, sino que lo hacía al acabar la parte de la prórroga en la que se hubiera producido el gol. Este método acabó tras la disputa de la Euro de 2004, en la que Grecia marcó uno para clasificarse a la final -acabó siendo campeona frente a Portugal-, precisamente contra la República Checa.

El fútbol es un deporte apoyado en la tradición, pero que pese a ello nunca ha dejado de cambiar. La inclusión de la tecnología y el videoarbitraje hacen de él un deporte más justo -o así debería serlo-, y el aumento del número de sustituciones por equipo, de tres a cinco, metido con calzador en plena pandemia debido al limitado entrenamiento y la condensación de los encuentros, finalmente llegó para quedarse. Y no hace tanto tiempo que el llamado gol de oro era un término muy extendido, aunque a los más jóvenes quizás les suene a chino.

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